Las cinco personas atrapadas en un teleférico manual de Caldas llevaban cuatro horas suspendidas a más de 250 metros de altura cuando escucharon un helicóptero de la Fuerza Aérea acercándose para salvarlas. El sonido indicaba que habían llegado por ellos y que esa pesadilla en la que había un riesgo importante de morir había llegado a su fin. Pero ese era solo el principio.
Pronto, el equipo de rescate se dio cuenta de que las hélices del helicóptero eran demasiado fuertes y podían mover la góndola hasta el punto de hacerla caer, por lo que llegaron a la conclusión que se temían: rescatarlos usando el helicóptero podía implicar tumbar la cabina y el equipo no podían asumir un riesgo tan alto.
En contexto: Uno de los cables que sostiene cabina de teleférico artesanal en Villamaría, Caldas, se reventó y dejó 5 personas atrapadas
Entonces el temor llegó de nuevo. Desde arriba, las cinco personas atrapadas esperaban que en tierra un equipo de integrantes de la Cruz Roja Colombiana, el equipo Sar de rescate de la Policía, Bomberos Oficiales de Manizales, Bomberos Voluntarios de Villa María y la fundación BYR los ayudaran a llegar hasta el PMU antes de que el cable se partiera del todo lanzándolos al vacío.
La primera llamada llegó a eso de las 7:30 de la mañana. “El equipo del municipio de Villamaría, Caldas, recibió el llamado de auxilio y ellos se contactaron con nosotros debido a la complejidad de la emergencia”, contó en diálogo con EL COLOMBIANO Juan Camilo Sánchez, médico de la Universidad de Manizales y coordinador departamental de rescate en montaña.
Luego de esa llamada, la responsabilidad de salvar a esas personas recayó en Juan Camilo, quien lideró de principio a fin esas labores de rescate que duraron 17 horas y requirieron de más de 50 personas, un helicóptero de las Fuerzas Armadas y tres drones especializados.
Horas cruciales
En un inicio, los rescatistas contemplaron la posibilidad de enviar a uno de los expertos mediante el cable aéreo para llegar a la góndola y ayudarlos a descender. “Pero esa opción implicaba poner en riesgo a un ser humano sin saber si la cuerda iba a resistir”, contó Sánchez.
Entonces el equipo volvió al punto cero: no se podían enviar expertos y el helicóptero no era una opción por la dificultad del territorio.
Fue ahí cuando llegaron los drones que fueron parte crucial del rescate. El primero les llevó agua y radios de uso militar con baterías para facilitar la comunicación en tiempo real entre las personas de la góndola y los rescatistas en tierra que para ese momento ya habían habilitado un Puesto de Mando Unificado, PMU.
Luego intentaron enviar arneses y cuerdas con ese mismo dron, pero los elementos eran demasiado pesados y no fue posible.
“Por eso los drones de la Central Hidroeléctrica de Caldas, Chec, fueron cruciales, pues son drones que se usan para instalar los cableados de energía entre una montaña y otra y el personal tenía mucha experiencia en ese tema”, dijo el líder de la operación de rescate.
Con eso resuelto, la decisión del equipo fue un anuncio muy difícil para los cinco ocupantes de la góndola. “Tendrían que ponerse los arneses, atarse a una cuerda y descender con nuestra ayuda para llegar al sitio del PMU”. Todo eso solos y con el miedo natural de caer a un vacío de alrededor de 60 pisos de altura.
Para ese punto los cinco atrapados llevaban en el aire más de 10 horas y descender por esa cuerda era su única opción de salir vivos.
¿Se imagina tener que ponerse accesorios de altura, ubicarse en la cuerda puesta por los rescatistas y decidirse a saltar al vacío? Eso fue lo que tuvieron que hacer todos ellos.
“Sirvió mucho que uno de ellos, llamado Cristian, tenía experiencia con trabajo seguro en alturas y ayudó a los demás. Con un dron revisamos que todos se estuvieran poniendo bien los equipos y corregimos para que fueran las máximas condiciones de seguridad”, dijo Sánchez.
Fue Camilo el que se ofreció para ser el primero en intentar la maniobra. Se lanzó sin pensarlo mucho y fue halado desde el otro lado por el equipo de rescatistas. “Despacio, con cuidado, con paciencia”, eran algunas de las palabras que se decían unos a otros mientras Camilo llegaba al lugar seguro.
Ese primer rescate –y los 4 que vinieron después– fue un bálsamo de alegría para quienes llevaban 11 horas trabajando para el descenso.
Camilo llegó, se abrazó al rescatista que haló la polea con la que pisó tierra firme, y lo demás fue solo aplausos.
Para los otros fue más difícil aceptar la idea de soltarse “por eso hubo un psicólogo hablando con ellos y Camilo dándoles apoyo y diciéndoles que todo iba a estar bien”, dijo Sánchez.
Y así, uno por uno, salieron con vida las cinco personas que estuvieron 17 horas suspendidas en el aire: Mónica Andrea Sánchez, Marleny Patiño, Natalia Vidal, Cristián Cuervo y Camilo Chaparro.
“Verlos a todos tocar piso fue una gran satisfacción y una gran alegría del éxito (...) Verles la cara de felicidad y saber que llegarían a sus casas fue un momento muy bonito gracias a nuestra Cruz Roja, el Ejército, la Chec y todas las demás personas que participaron de este proceso”, concluyó el líder del rescate, Juan Camilo.