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Carteles de los Balcanes agitan la corrupción en Colombia

Cuatro policías, un exdiputado y un controlador aéreo están involucrados en estas redes ilegales. Tres carteles de los Balcanes actúan en Colombia.

  • El traficante albanés Agim Cerma fue capturado en Colombia en 2021, con fines de extradición. FOTO: CORTESÍA DE LA POLICÍA.
    El traficante albanés Agim Cerma fue capturado en Colombia en 2021, con fines de extradición. FOTO: CORTESÍA DE LA POLICÍA.
Narcos balcánicos agitan la corrupción en Colombia
08 de mayo de 2022
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Los bolsillos de los corruptos que trabajan en embarcaderos y aeropuertos de Colombia, se están llenando con billetes pagados por mafiosos de los Balcanes, cuyos negocios en nuestro país crecen a la par de la cocaína que inunda a Europa.

En los últimos 19 meses han sido procesados por la Fiscalía cuatro policías, un exdiputado y un controlador aéreo, presuntamente vinculados con redes transnacionales de exportación de narcóticos. El caso más reciente fue descubierto en Santa Marta, cuyo puerto era usado como plataforma para sacar estupefacientes hacia Rumania, Lituania y naciones vecinas.

Según la investigación, los patrulleros Camilo Bonilla Santos, Rubén Rojas Aguirre y Jorge Vanegas Villa se habrían confabulado para que los delincuentes entraran a la zona de carga a contaminar con la droga los contenedores de textiles y frutas.

Fueron capturados el pasado marzo, junto a tres civiles, que al parecer se encargaban del transporte de la mercancía desde los sitios de acopio.

En septiembre de 2020 se detectó una situación parecida en el aeropuerto Rafael Núñez, de Cartagena, y en la zona portuaria de la misma ciudad. En estos lugares operaba una red que exportaba cocaína hacia Eslovenia y otros países europeos, en asocio con grupos locales como el Clan del Golfo y “la Oficina”.

El expediente judicial señaló que uno de los contactos de la organización era, presuntamente, el subintendente Carlos Palacio Castillo, quien prestó servicio en el terminal aéreo. Las autoridades lo sindicaron de coordinar maniobras para que los estupefacientes pasaran los controles sin ser detectados; en 2018 fue transferido a Medellín, pero desde aquí, al parecer, continuó orquestando la trama.

En ella también participaba Paulo Williams Blanquicet, un exdiputado de San Andrés, quien supuestamente gestionaba la logística para el transporte marítimo y aéreo.

Ambos fueron detenidos junto a otras siete personas.

La Fiscalía también tiene en la mira a varios controladores aéreos y miembros del personal de seguridad del aeropuerto internacional Alfonso Bonilla Aragón, de Palmira (Valle), quienes al parecer recibían sobornos para facilitar el despegue de vuelos chárter cargados con la droga.

Quien pagaba las coimas era Agim Cerma, un traficante albanés que le compraba a las disidencias de las Farc la cocaína producida en Cauca, para sacarla por el aeropuerto valluno y los puertos del Caribe.

Su célula fue desmantelada en julio del año pasado, cuando la Policía y la DEA lo apresaron en Montería, con fines de extradición. Con él cayeron cuatro colombianos, incluyendo a Jairo Cardona López, quien trabajaba como controlador aéreo para la Aeronáutica Civil en Cali.

Los balcánicos

El Cartel de los Balcanes es una denominación genérica para agrupar a los traficantes provenientes de la península balcánica, en Europa Central.

No es una sola organización, sino un conjunto de grupos criminales, algunos enemigos entre sí, conformados por narcos y exmilitares de la antigua Yugoslavia. Por eso también les dicen “la Yugomafia”.

Según datos de la Policía y agencias internacionales, en Colombia comenzaron a operar de manera “tímida” en la primera década del siglo XXI, casi siempre en asocio con los narcos italianos.

En los últimos cinco años han tomado fuerza, enviando a sus delegados a negociar directamente la producción, transporte y envío de cocaína. Le compran a las disidencias farianas, al ELN, el Clan del Golfo, “la Oficina”, la Junta Directiva del Narcotráfico y a redes independientes.

Estos extranjeros, que suelen ser de Serbia, Albania, Croacia o Bosnia, se radican en capitales como Medellín, Bogotá, Cali, Barranquilla y Cartagena, donde posan como inversionistas, mientras coordinan negocios con alcaloides producidos en Norte de Santander, Cauca, Nariño, Putumayo, Valle y Meta. “Para sacar la droga, prefieren contratar vuelos chárter en aeropuertos de las capitales, o camuflarla en contenedores que salen de los puertos de Santa Marta, Barranquilla y Cartagena”, le relató a este diario un agente antinarcóticos de la Policía.

Uno de esos “inversionistas”, cuya fachada era ser el supuesto heredero de una cadena hotelera de Países Bajos, era el montenegrino Armus Ivan, detenido en abril de 2021 en Cartagena, donde vivía hacía tres años. Le incautaron un velero de lujo con media tonelada de cocaína encaletada.

En Colombia se han detectado operaciones de tres carteles: el Grupo Saric, el Grupo Amerika y el Grupo Keka.

El primero es liderado por Darko Saric, un montenegrino criado en Serbia, que desde 2009 estableció alianzas con “los Rastrojos” y luego con el Clan del Golfo. Le dicen “el Pablo Escobar de los Balcanes”, no solo por su capacidad para traficar toneladas de droga, sino por su red de corrupción.

Lo arrestaron por segunda vez el pasado 13 de abril, en Belgrado (capital serbia), en una operación en la cual también cayeron su abogado y 12 policías que tenía comprados.

El jefe del Grupo Amerika es Mileta Miljanić, también detenido en febrero de 2021, cuando el FBI allanó su casa en Nueva York.

Su plan de expansión de las redes de narcotráfico está asociado a los millones de desplazados de la Guerra de los Balcanes (1991-2001), una diáspora que se diseminó por Europa y EE.UU. El Grupo Amerika reclutó a muchos de esos exiliados, asegurando contactos en decenas de países, incluyendo Colombia.

El Grupo Keka es el más nuevo enviando emisarios a Suramérica. Agim Cerma, el detenido en Montería, es al parecer uno de ellos.

Los otros eran los serbios Dejan Stanimirovic y Sasa Spasic, asesinados en 2020. El 31 de marzo de ese año murió el primero, en Guamal (Meta), en una reunión con el exparamilitar José Rivera Mendoza, la cual terminó en una balacera; ambos perdieron la vida, así como dos policías que llegaron a atender la emergencia.

A los cuatro meses un sicario tiroteó a Spasic en un bar de Guayaquil, Ecuador.

Estos no son los únicos hechos de sangre que han involucrado a los balcánicos.

El 8 de octubre de 2018, a las afueras de Pereira, mataron dentro de una camioneta a Miro Risvanovic, un bosnio alemán apodado “el Ruso”, quien tenía negocios con el Clan del Golfo. Su novia era una expatrullera de la Policía colombiana.

Y el 19 de marzo de 2019, en Medellín, murió Vladimir Vidakovic. La hipótesis es que sus enemigos le suministraron una brutal sobredosis de narcóticos. En medio del delirio, el serbio escapó corriendo hasta una estación de gasolina, trató de ingerir combustible para vomitar el veneno, y cuando llegó la Policía sufrió un ataque de pánico. Minutos después falleció en la unidad intermedia de San Javier.

¿Quiénes están detrás de las muertes de los narcos balcánicos? Las autoridades aún no tienen todas las respuestas, lo cierto es que entrar al competido mercado de la cocaína colombiana tiene su precio.

La mafia ucraniana

María Vélez de Berliner, asesora del Pentágono y profesora de la U. George Washington, le contó a EL COLOMBIANO que además de los tres grupos balcánicos reseñados, hay que tener cuidado con la expansión de la mafia ucraniana, en particular con la facción de Semyon Mogilevich.

Por este capo, nacido en Ucrania y residente en Rusia, el gobierno estadounidense ofrece US$5 millones de recompensa. Tiene 75 años y lleva tres décadas traficando droga en Europa, Asia y América.

Por la invasión de Rusia, “hay cinco millones de ucranianos desplazados a Polonia y otros países, incluido un número creciente de refugiados que utilizan a Venezuela, Colombia, Brasil, Panamá y México para buscar asilo en EE.UU. El narcotráfico es un delito de necesidad económica y no de bajeza moral, y suele aprovecharse de personas sin hogar ni oportunidades legales”, argumentó la experta.

Y agregó, sin ánimo de estigmatizar: “Con el tiempo, esta sería la condición de muchos ucranianos exiliados, y los narcos están listos para proporcionar un ‘empleo’ inmediato, aunque ilegal”.

Esto implica que la organización de Mogilevich podría usar la misma estrategia del Grupo Amerika con los migrantes.

Es una alerta temprana para Colombia, donde, según datos de Migración, en el primer trimestre de 2022 arribaron 777 personas procedentes de Ucrania, país vecino de los Balcanes (278 más que en el mismo lapso de 2021).

Algunas, según Vélez de Berliner, podrían ser instrumentalizadas por estas mafias sedientas de cocaína.

2003
fue el año en que la Policía descubrió primeros delegados de Balcanes en Colombia.
Infográfico
El empleo que busca está a un clic

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