El Departamento Administrativo de Planeación de Medellín (DAP) presentó ayer los resultados de la Encuesta de Calidad de Vida 2020, una investigación que construyó una radiografía sobre el impacto económico y social que representó la pandemia para los hogares del municipio.
Cruzando los datos de la Gran Encuesta Integrada de Hogares y otras mediciones del Dane, más las respuestas a un cuestionario compuesto por 97 preguntas realizadas a una muestra de 9.450 personas, el DAP reveló el desempeño de indicadores como la inseguridad alimentaria, los ingresos y la pobreza multidimensional en las 16 comunas y los 5 corregimientos de la ciudad.
A través de un foro en donde se analizaron estos resultados, Guillermo Moreno Soto, director del Centro de Estudios de Opinión de la Universidad de Antioquia, explicó que ese grupo de investigación se desempeñó como el operador de esa medición.
Según precisó el académico, el ejercicio se dividió en varios ejes temáticos que evaluaron el estado de la economía, la seguridad alimentaria y la educación, entre otros.
Pobreza e ingresos
En la dimensión económica, el DAP reveló que indicadores como los ingresos y el índice de pobreza multidimensional presentaron grandes retrocesos, evidenciando un traspié en la lucha contra esos problemas.
En materia de ingresos, la encuesta calculó que 6 de cada 10 hogares de la ciudad habían visto afectadas sus finanzas a raíz de la recesión económica desatada por la pandemia.
La comuna de Villa Hermosa concentró el mayor porcentaje de familias afectadas con 68 %. En segundo lugar aparecieron los corregimientos de Santa Elena y San Sebastián de Palmitas, con 66,67 %, seguido por la comuna 1, Popular, con un 65 % de hogares golpeados.
Junto a este indicador, otro que llamó la atención de los investigadores fue cómo esa disminución de ingresos afectó de forma distinta a hombres y mujeres. Mientras en el caso de los primeros, el porcentaje de afectados era del 60,5 %, en el caso de las mujeres se ubicó en un 61,17 %.
En segundo lugar, en cuanto al índice de pobreza multidimensional, el documento mostró que los corregimientos fueron los territorios más golpeados, pasando de un índice de 12,79 en 2019 a 40,67 en 2020. En el caso de la zona urbana, ese indicador pasó de 10,8 en 2019 a 19,20 en 2020, el valor más alto de la última década.
Cabe recordar que a diferencia de indicadores como la pobreza monetaria (que mide el ingreso promedio por cada habitante de un territorio y su capacidad para usarlo en el cubrimiento de sus necesidades básicas), la pobreza multidimensional agrupa variables educativas, de vivienda, entre otros, que miden la calidad de vida de las personas.
Jasblleidy Pirazán García, subdirectora de prospectiva, información y evaluación estratégica del DAP, aclaró que, pese al gran incremento registrado, el indicador debería evaluarse con cautela, ya que por primera vez en la historia de la encuesta esta fue realizada de forma telefónica, lo que podría dificultar la comparación con años anteriores.
“Vemos un crecimiento bastante alto en la ruralidad, que jalona la mayor parte del incremento de la pobreza multidimensional en la ciudad. Sin embargo, el hecho de que esta medición la hayamos tenido que hacer de forma telefónica será un aspecto a tener en cuenta”, planteó Pirazán García (Ver Paréntesis).
Alimentación
En la dimensión de nutrición, la encuesta mostró un incremento generalizado en el índice de inseguridad alimentaria en cada uno de los 5 corregimientos y 16 comunas.
En materia de inseguridad alimentaria severa, los territorios con los índices más preocupantes fueron la comuna de Manrique, con un 8,9 % de hogares en esa condición, seguido de la comuna Doce de Octubre y el corregimiento de Altavista, con 8,41 % y 8,38 % respectivamente.
José Ignacio Díez, economista agrícola de la Universidad Nacional y especialista en Estudios Políticos, planteó que estos resultados muestran que la ciudad tiene problemas en cuanto al acceso, la calidad y la variedad de los alimentos.
“Preocupa que todos los indicadores subieron entre un 20 % y un 30 %, incluso en comunas que uno creería que no, como la América o El Poblado. Preocupa mucho que en territorios en donde se producen alimentos exista inseguridad alimentaria, como en los corregimientos de Santa Elena, Altavista y Palmitas”, planteó Díez Ruiz.
De igual forma, el economista advirtió que los indicadores reflejan que la desigualdad en la ciudad se está agravando. Vale recordar que según calculó el Dane en la Gran Encuesta Integrada de Hogares, en Medellín y su área metropolitana el coeficiente Gini (que mide la desigualdad en cuanto a la distribución de los ingresos en una escala de 0 a 1) subió de 0,484 en 2019 a 0,52 en 2020 (Ver Para Saber Más).
Educación
Finalmente, en materia educativa, la encuesta indagó por el acceso de los niños a los dispositivos digitales para apoyar su proceso educativo.
En este punto, según advirtió Moreno Soto, el principal hallazgo consistió en que mientras en los estratos 1, 2 y 3 ese acceso se mantuvo bajo, en los estratos 4, 5, 6 fue alto.
Por ejemplo, mientras en el caso del estrato 1 solo el 38,8 % de los hogares encuestados aseguró que sus niños tenían un acceso permanente a esos dispositivos, en el caso de los estratos 5 y 6 ese porcentaje era del 89,9 % y el 91,3 %, respectivamente.
En términos del territorio, mientras los corregimientos de Altavista, Palmitas, Santa Elena y las comunas Popular, Santa Cruz, Manrique y Aranjuez mostraban los porcentajes de acceso más bajos, las comunas de El Poblado, Laureles – Estadio, La América y Belén reportaban los más altos.
“Las comunas ubicadas en la zona nororiental y los corregimientos son los más afectados con tener acceso a algún dispositivo digital, mientras la zona sur tiene mejores condiciones socioeconómicas y de calidad de vida”, explicó Moreno Soto.
En busca de soluciones
Frente a este panorama, varios expertos y funcionarios plantearon que esos indicadores demarcarán el camino que deberá tomar la ciudad de cara a superar la recesión económica que trajo la pandemia.
“Esto lo que nos muestra es que hay una incertidumbre económica, principalmente por los cierres y porque se cortó el ciclo del consumo diario”, planteó Sergio López Muñoz, director del DAP.
Según argumentó esa entidad, el municipio ya tiene en curso un paquete de 31 programas formulados en el Plan de Desarrollo con los que se busca recortar la pobreza multidimensional.
De igual forma, el funcionario advirtió que deberá trabajarse en cerrar las brechas de género que evidenció la investigación.
Por su parte, el economista Díez Ruíz planteó que, más allá de los proyectos a corto y mediano plazo, la ciudad deberá atender un problema de carácter estructural, que se ha ido engrosando a lo largo de las décadas y se agudizó con la pandemia.
“Hay problemas de acceso al empleo, agua potable y vivienda. Esos indicadores muestran que en la ciudad hay un problema estructural”, enfatizó Díez, agregando que recortar esas brechas será una tarea crucial para mejorar la calidad de vida
