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Ya han pasado 50 días desde que la Comisaría de Familia Zona Sur de Copacabana decidió enviar a un hogar sustituto a dos niñas de tres y siete años, hijas de Catalina y Juan Camilo, en el proceso de restablecimiento de derechos que se sigue en ese despacho y que al sentir de la mamá de las menores de edad ha estado inmerso en faltas al debido proceso.
La historia se ha hecho visible en los medios de comunicación en los últimos días porque Catalina insiste en que la medida de la comisaria Luz Natalia Zapata fue desproporcionada, entre otras razones, al desconocer la red familiar de las niñas que ha solicitado una y otra vez la opción de tenerlas bajo custodia, mientras se resuelve el conflicto entre los padres, originado en denuncias de violencia intrafamiliar, que le han valido al padre de las niñas órdenes judiciales de alejamiento de las menores de edad.
Otra visión tiene Juan Camilo, quien afirma que la decisión de la comisaria se basó en la necesidad de “extraer temporalmente, por dos meses, a las niñas del conflicto, y en el hecho de que ninguna de las dos familias les ofrece un ambiente positivo de crianza a mis hijas, dadas las tensiones que se han dado entre las partes, con denuncias y agresiones de por medio”.
Según le explicó a este diario, su único interés es el bienestar de las niñas y poder ejercer su rol de padre, por encima de las situaciones particulares que tiene con Catalina, las mismas que “lo tienen con un pie en la cárcel”, tal como él lo menciona al hacer referencia a las 19 acciones que ella ha instaurado en su contra.
Juan Camilo lamenta que este asunto familiar haya tomado estas dimensiones y que sus hijas estén hoy en un hogar de paso, cuando pudo haberse resuelto “llegando a un acuerdo entre los dos”.
Sin embargo, la solución no está cerca porque hoy no es claro qué despacho tomará la decisión ante los recursos interpuestos por la mamá contra la Comisaría de Familia y las tutelas que reclaman garantías al debido proceso.
“Esto pudo haberse resuelto de la mejor forma para las niñas porque lo único que yo he pretendido es ser incluido en la crianza de mis hijas. Pero la señora Catalina no quiso conciliar nada y prefirió declararme una guerra con demandas”.
Juan Camilo acata las decisiones que la Comisaría de Familia ha tomado en el caso, pese a que él ha sido, “el más afectado”. Dice que “en tres años que ha durado todo esto, en cinco ocasiones he sido alejado de mis hijas, la más larga fue de seis meses cuando solo se me permitían visitas supervisadas. Tengo una orden de alejamiento de mi hija mayor porque Catalina la vinculó como víctima en el caso de violencia intrafamiliar y se me niega la posibilidad de verla, pero no así a la niña menor. Aún así, tampoco la puedo ver por exigencia de la mamá”.
En su versión de la historia, sí admite que su carácter es fuerte y que en algunas ocasiones ha lanzado calificativos desobligantes e irrespetuosos contra Catalina, pero “todo hay que verlo dentro de un contexto. Cada entrega de las niñas al culminar la semana en las que yo las tengo, es una verdadera batalla”.
Alega que las niñas están influenciadas de forma negativa por la madre, en lo que se conoce como una alineación parental. Sin embargo, en su defensa Catalina le dijo a este diario en días pasados que no hay una sola prueba técnica que determine que ella no es apta para cuidar a sus hijas.
Juan Camilo confía en que a través de recursos legales, que no afecten ni dilaten más el proceso, las niñas puedan regresar a alguno de los dos hogares familiares, el mismo propósito de fondo que persigue Catalina: que las entidades del Estado le devuelvan sus niñas y se haga justicia.