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El año entrante finaliza el plazo para que Medellín termine de construir su plan de renaturalización. Es, en palabras de la secretaria de Medio Ambiente, Diana Montoya, una guía para convertir a la ciudad, a 2030, en una urbe verde, en la que las comunas de la zona nororiental dejen su color ladrillo, opaco, y se conviertan en un territorio cubierto por más árboles y terrazas vegetales.
El proceso para construir el plan comenzó en 2017, en la administración anterior. Ese año, Medellín fue escogida por la Comisión Europea como una ciudad líder en temas de medio ambiente. "A nosotros nos toca dos años de formulación del plan, que estará listo en 2022. Este es un instrumento de planeación que va a ser muy importante, pues se va a articular al Plan de Acción Climática", reseñó Montoya.
La Comisión Europea hizo una contribución de 96.000 euros en la formulación del plan.
Lo más importante del plan, señala la secretaria, será poder priorizar las zonas que más necesitan una intervención. "Tenemos la meta de sembrar 275.000 árboles en Medellín. El plan nos va a indicar cuáles son las zonas en donde deben sembrarse. Por ejemplo, ya sabemos que tenemos que darle prelación al Doce de Octubre, San Javier y Aranjuez", precisó Montoya.
Además de árboles, hay otro tema fundamental a tener en cuenta: las quebradas. Según el Área Metropolitana, en Medellín hay cinco microcuencas hídricas que depositan sus aguas en el río. En total, el afluente recibe cerca de 100 tributarios. Cualquier afectación en las quebradas afecta la "salud" del río. Pero, además de eso, se debe mitigar el riesgo de desastres en las quebradas. "Las construcciones en el borde de las cuencas, además de cortar la conectividad ecológica, generan riesgos de desastres y taponamientos. Todo eso se está investigando en la estructuración del plan para luego poder ejecutar", precisó la secretaria.
En este momento, el plan se encuentra en la fase cuatro de la formulación. Este año debe quedar listo y comenzar las llamadas acciones tempranas. Dentro de ellas resaltan las fachadas verdes, que están alineadas con el actual Plan de Desarrollo, como la que ya se instaló en el recinto del Concejo. "Tendremos un mapa completo de las zonas a intervenir en la ciudad. La materialización de las acciones estarán a cargo de las dependencias de la alcaldía. El presupuesto indicado también saldrá de cada una de ellas", precisó Montoya.
La secretaria advirtió que será importante que las futuras administraciones introduzcan las acciones definidas en sus planes de desarrollo.
Por su parte, el ingeniero forestal Mauricio Jaramillo, enterado del tema, advirtió que "reverdecer es una palabra esnob. En últimas, lo que se necesita es que las ciudades adapten sus infraestructuras para mejorar las condiciones ecológicas. No necesariamente es sembrar árboles, eso es solo una parte. Hay que aumentar la biodiversidad, mitigar los riesgos de desastres".
Jaramillo ponderó que la idea del plan "es buena". Sin embargo, consideró que el mayor reto será sumar a la ciudadanía. Ejemplo de ello es la idea de las terrazas verdes, que considera adecuada. "Una solo terraza podría captar 3.000 metros cúbicos de agua en un aguacero fuerte. Eso evitaría una gran descarga las quebradas y disminuiría las crecientes. Lo más difícil será convencer a la gente de que se sume a la iniciativa, de que se tome conciencia", anotó.
Frente a esto, la secretaria señaló que este es un reto común a todos los instrumentos de planificación. "Estamos llamados a fortalecer todos los espacios con la comunidad. Una vez el plan esté completamente formulado, vamos a emprender mesas de trabajo con cada una de las comunidades. La ideas es que se apropien de todas las iniciativas", puntualizó Montoya.
El otro reto, como lo afirmó la secretaria, será precisar en qué comunas habrá que hacer más intervenciones. Y es que la brecha entre ellas es marcada. Según el Área Metropolitana, mientras El Poblado tiene 9,54 metros cuadrados de espacio público verde por habitante, el Popular tiene apenas 4,87 metros por habitante. En el corregimiento de San Cristóbal el índice baja a 2,42 metros.
El ingeniero Jaramillo expresó que esa falta de zonas verdes de las comunas más populares se debe a una nula planificación urbana.
A la zona norte de la ciudad llegaron, según lo señaló Cristina Buitrago, licenciada en Ciencias Sociales, tres olas migratorias durante el siglo XX. La primera de ellas fue en sus inicios, luego de la Guerra de los Mil días; la segunda, entre 1950 y 1960, a razón de la época de la Violencia. Esta fue la más numerosa, con cerca de 600.000 personas que llegaron a la ciudad y se instalaron en la laderas, donde antes estaban las fincas de recreo. La tercera se dio después de 1985.
Esos errores urbanos son los que busca corregir el plan, al menos en lo que respecta a zonas verdes.
Para Daniel Suárez, activista ambiental de Medellín, los planes para arborizar la ciudad no se han cumplido. "Es un plan interesante, pero lo que necesita la ciudad son acciones. 2030 es un plazo muy largo, lo que necesitamos es algo a mediano plazo. Por ejemplo, que se defina cuántos árboles podrían crecer y estar en una etapa de adultez en 2030", consideró el activista