Aunque tradicionalmente no ha sido muy amante de la Navidad por razones que no explica, este año Patricia Serna terminó seducida por los encantos de esta temporada, considerada por la inmensa mayoría como la época más bella del año.
Pero el motivo del cambio no está relacionado con algún hecho particular de su vida sino por algo muy singular: “los alumbrados quedaron tan bonitos y con un mensaje tan profundo, que terminé encantada”, afirma Patricia, sentada en una banca del parque de La Estrella, donde vende obleas y otras dulzuras para el paladar en un lugar que este año parece encantado y que se llenó con la magia de diciembre.
Los alumbrados, como los concibe cada localidad, suelen contar una historia. En Medellín, por ejemplo, este año se retomó el motivo más tradicional: la historia propia que dio origen al nacimiento de Jesús, con el pesebre como centro de las diversas escenas.
En La Estrella, la administración municipal, encabezada por el alcalde, Jhonny Alexánder García, le apostó a lo que más aflora en la temporada decembrina en la mayoría de personas: el rescate de los valores, la energía del cambio.
A partir de ellos, se buscó enamorar a los residentes y visitantes con diversas escenas distribuidas en cada uno de los espacios del parque, que además acaba de ser renovado y redimensionado, con más zonas verdes e inmobiliario nuevo, buscando que no sea un lugar de simple tránsito sino de estadía y disfrute para los ciudadanos.
Apuesta por los valores
Todo empieza en el frontis de la Iglesia central, decorada con corazones de color rojo y tres palabras que invitan a repensar en el camino a seguir en esta Navidad: perdona - ama - agradece.
“Es muy llamativo que se tenga en cuenta que diciembre no es solo rumba sino que hay que rescatar valores que le sirven a uno para la vida”, dice Gloria Zapata, quien camina por el lugar con su esposo y su hija Clara, de dieciséis años, tomada de la mano.
“Encontramos un valor dentro de cada una de las historias (de Navidad), que tienen su propia estación, desde la que esperan pacientemente a que el tren pase a recogerlos para encontrarse en el árbol central”, dice la alcaldía en su explicación de los alumbrados.
Todo el tejido gira alrededor del Tren de los Valores, cuyos vagones simulan un giro alrededor de un árbol gigante adornado con bolas que cuentan la historia de los personajes navideños: San José, María, Jesús, los Reyes Magos y otros.
En cada extremo del parque hay pintadas escenas, a las cuales la gente intenta hallarles una explicación relacionada con sus propias vidas.
A Sindy Obando, por ejemplo, los cuadros representados le evocan el pasado: “recuerdo que en una finca de mi papá ponían una mesa larga llena de comida y todo el que quería iba cogiendo, pero ya eso no se ve, ya cada cual va por su lado”, afirma y señala que esos valores debían volver a imponerse y no el individualismo y el egoísmo que priman en estos tiempos.
En el parque, otra escena pinta la amistad, con varios jóvenes que conversan amigablemente, simulando lo que pasa en una esquina barrial. En otro sector, la palabra tolerancia enmarca un grupo de personas que comparten un diálogo, y al frente se representa el valor compartir, con un personaje sonriente.
“Yo nací en otra parte, pero vivo acá hace muchos años y la verdad, este año los alumbrados están muy bonitos, no son tan estrambóticos y tienen un mensaje para las familias”, dice Gildardo Rodríguez, de 68 años, quien a ratos se extasía con los nuevos jardines del parque.
La bondad y la paz son otros de los conceptos representados en el alumbrado de esta localidad del sur del Valle de Aburrá, donde una puesta en escena ha logrado seducir a propios y extraños, que no solo de noche sino también en el día están disfrutando de este tejido de luz, conformado por 439 figuras y 126.000 luces led.
“El tren es impulsado por los dulces navideños que se comparten con amor y esta energía es llevada en vagones que recorren cada lugar”, explica la alcaldía.
Es un tren estático pero que invita a los visitantes a imaginar el viaje. Un recorrido en vagones que saben exactamente dónde deberán parar, pues en cada estación -identificada con un valor- hay un tótem iluminado con un reloj para que nunca se llegue tarde al árbol -el lugar-, en el que todos caben en total armonía y solidaridad.
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