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El silencioso proyecto de un ecoparque en Las Palmas

Un proyecto a largo plazo busca potenciar 108 hectáreas de zona verde como espacio público.

  • El área donde se desarrolla Ecopalmas está ubicado al costado de los barrios El Tesoro, Los Naranjos y Los Balsos 1. FOTO Manuel Saldarriaga
    El área donde se desarrolla Ecopalmas está ubicado al costado de los barrios El Tesoro, Los Naranjos y Los Balsos 1. FOTO Manuel Saldarriaga
  • En el predio de Dulcemaría SAS se están adecuando plazoletas para la gente. FOTO EDWIN BUSTAMANTE
    En el predio de Dulcemaría SAS se están adecuando plazoletas para la gente. FOTO EDWIN BUSTAMANTE
Se hará un ecoparque en Las Palmas
22 de junio de 2020
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El pasado 29 de abril, una tala de árboles en un predio ubicado cerca al segundo mirador de Las Palmas, en Medellín, alertó a la comunidad que, sorprendida en medio del confinamiento, denunció el hecho ante las autoridades. Un día después, Corantioquia llegó al sitio y suspendió la actividad. Ese fue el detonante que permitió conocer lo que pasaba allí, pues más allá de los árboles cortados, el caso reveló que hace parte de un proyecto, llamado Ecopalmas, para generar un parque ambiental de al menos 108 hectáreas en la zona.

Lo curioso es que nada de esto fue socializado con la ciudadanía. Solo el día de la tala, reveló el Colectivo Túnel Verde, les llegó a los propietarios lindantes del terreno una carta de la constructora HH Grupo Empresarial SAS, en la que les informaban que comenzarían a explicar, a los administradores y presidentes de junta, en que consistía la intervención. “El proyecto será para el disfrute de ustedes”, remataba la misiva.

Los árboles cortados despertaron sospechas hacia otras actividades en la zona, por lo cual Corantioquia hizo claridad sobre los permisos de aprovechamiento forestal otorgados o en trámite en tres lotes aledaños. Señaló que en dos predios autorizó la tala de 332 pinos y eucaliptos que ya tenían problemas estructurales y sanitarios, mientras que está en curso una licencia para otro terreno en el que buscan aprovechar 50 árboles. Sobre estos tres casos, la corporación afirma que aún no están relacionados con Ecopalmas

La primera pieza del parque

Volviendo al lote que sí hace parte del proyecto, propiedad de Dulcemaría SAS, pero cuyas obras las lidera la firma Egea Ingeniería, se trata de un terreno de ocho hectáreas donde se están construyendo tres plazoletas, un acceso vehicular, ocho celdas de parqueo y un sendero para caminantes.

Este terreno colinda con el conjunto de casas Reserva del Tesoro y, según el plan de la alcaldía, está incluido en la franja para el ecoparque situada entre la vía a Las Palmas y la transversal superior –que luego continúa por la carrera 10 y 11–, y la calle 9A hasta límites con Envigado (ver mapa).

EL COLOMBIANO visitó el predio el pasado fin de semana junto a Eric Sánchez, ingeniero civil a cargo de las obras. Los trabajos tienen un avance del 35 %, tras su inicio el pasado 28 de abril, y una entrega a la Secretaría de Medio Ambiente proyectada para finales de agosto.

Sánchez comentó que los estudios y diseños urbanísticos empezaron hace dos años, luego de que la compañía dueña del lote lo contactara para adecuar el terreno y entregarlo como compensación ambiental al Municipio. Funciona como una moneda de cambio para que una firma pueda desarrollar proyectos inmobiliarios en otras partes de la ciudad, toda vez que, de acuerdo al Plan de Ordenamiento Territorial de Medellín (2014), en esa franja en Las Palmas ya no se pueden construir lujosas mansiones o altos edificios.

La administración municipal indicó que es a través de las obligaciones urbanísticas de privados como se consolidará el proyecto, por concepto de cesión de suelo para espacio público de esparcimiento y encuentro, posibilidad consignada en el artículo 306 del Acuerdo 48 de 2014.

Precisamente, la alcaldía explicó que la idea del ecoparque se hizo pensando en que toda esa zona tiene “un límite para el crecimiento”, y allí solo se puede hacer “intervenciones de carácter ambiental que generen apropiación ciudadana”. Es así como la administración retoma una idea del cinturón verde metropolitano, para que en los bordes de la ciudad se propicien parques verdes para el encuentro de la gente.

Esta zona, cabe aclarar, no hace parte del área urbana de Medellín y por eso la autoridad ambiental no es el Área Metropolitana sino Corantioquia. Esta última observó que se encuentra en la vereda Las Palmas, del corregimiento Santa Elena, y es un área en donde “se han superado las densidades máximas habitacionales” y es primordial proteger la vegetación, las cuencas y acuíferos existentes.

Al costado del lote de Dulcemaría, por ejemplo, baja la quebrada La Volcana. En general, el terreno está cubierto por un espeso bosque en el que ya existía una vía de casi 700 metros de un asfalto desgastado. Esta termina, en su parte más alta, con unos rieles de concreto que desembocan en los escombros de lo que parece haber sido una casa.

Con planos en mano, Sánchez indicó que con los trabajos no se llega al 7 % del total del predio intervenido con estructuras sólidas (plazoletas, senderos y otras obras de urbanismo), que es uno de los lineamientos exigidos para entregar luego el espacio al Municipio. Además, reveló que están reforzando algunos muros de contención para estabilizar por completo el terreno.

El ingeniero manifestó que esta solo es una de las piezas del proyecto Ecopalmas, pues de hecho se plantea una conexión con sendero hacia el inmueble lindante, Aguas Vivas, que tiene 14 hectáreas y cuyos diseños también hizo su firma; no obstante, allí los dueños no han solicitado iniciar con la intervención física.

En los registros de la alcaldía, de terrenos que ya le fueron cedidos en esta zona en Las Palmas, aparecen consignados tres predios que abarcan 36,4 hectáreas. Es decir, el proyecto no está contemplado a corto plazo, sino que su materialización depende en gran medida de que los privados quieran compensar sus obligaciones con los inmuebles que tienen en el área.

El lío de la tala

El ingeniero Sánchez no vacila en reconocer que el episodio del aprovechamiento forestal no autorizado a finales de abril fue un error. Al comienzo, expresó, incluso se había planteado solicitar una licencia para cortar 238 árboles debido a que estaban en malas condiciones, algunos “muertos en pie”; sin embargo, junto a Corantioquia se determinó dejar quietos varios de ellos, pues aunque su estado es crítico y puede que terminen cayéndose, están lejos de la zona de obras y no representan riesgo ni lo harán cuando el parque funcione.

El día de la tala, afirmó, los constructores confundieron la solicitud de inicio de trámite con una autorización vigente. “Les di indicaciones de cuáles eran los árboles a talar y los constructores pensaron que podían arrancar y cortaron 35, pero es mi responsabilidad (que empezaran la tala). Corantioquia no había podido hacer la visita aún porque se retrasó por la pandemia. Los que se cortaron sí debían retirarse”.

Eso llevó a que el 30 de abril la autoridad ambiental suspendiera la actividad. Finalmente, el 3 de junio se llevó a cabo la evaluación en sitio y dos días después levantó la medida preventiva, solo que en esta ocasión, únicamente autorizó, además de los ya cortados, la tala de otros 37 árboles y la poda de uno más.

Aunque todo parece resuelto, la comunidad persiste en sus críticas, pues considera que no se dio una adecuada socialización del proyecto y emprendieron acciones legales contra el Municipio. Este proceso se encuentra en impugnación, pues nueve administraciones de propiedades horizontales y el dueño de un lote presentaron este recurso cuando en primera instancia un juzgado penal de Medellín negó la acción de tutela por improcedente.

El juez del caso indicó que el tema le compete al ámbito contencioso administrativo y, señaló, la acción de Corantioquia evitó el daño irremediable al que los accionantes hacen alusión al solicitar la “protección al derecho al goce de ambiente sano en conexidad con la vida y la salud”.

“Pienso que podría hacerse con menos concreto, más ecológico, tenemos una experiencia desgastante con otros en la ciudad como el parque lineal de La Frontera. Además, nos preocupa la inseguridad que pueda traer con la llegada de visitantes”, señaló Obed Cardona, administrador del conjunto lindante Reserva del Tesoro.

La Alcaldía de Medellín, por su parte, manifestó que no se encuentra vinculada a la ejecución de las obras, ni tampoco desembolsó recursos para la intervención. Es así como solo acompaña el proceso para revisar que se cumplan los criterios establecidos en el POT para que el lote pueda ser entregado como parte de las obligaciones urbanísticas.

Cabe recordar que Corantioquia determinó que en el terreno se debe hacer una reposición de 111 árboles. Sánchez dijo que esto se hará sembrando al menos 75 especies nativas para propagar más el bosque.

Lo que quizás faltó en este caso, opinó el ingeniero, es que la alcaldía socializara mejor la totalidad del proyecto, las hectáreas que contempla y el fin que tendrá, para que la gente comprenda la necesidad de construir algunas obras para disfrutar de estos espacios que serán públicos.

Un guiño al cinturón verde

Las plazoletas de la primera etapa del ecoparque ya están muy adelantadas. Dibujan figuras como de colmenas que más adelante tendrán incrustados algunos jardines. También se construye un sendero en zigzag que, hasta cierto punto, permite el acceso de personas con movilidad reducida. Todo el recorrido, incluso para la parte más alta, contará con iluminación.

Estas intervenciones, subrayó Sánchez, eran necesarias si de verdad se planea generar un espacio público del cual la gente se pueda apropiar, pues en ese caso el acceso es fundamental. Por ello no entiende las críticas de los vecinos, teniendo en cuenta que allí no se va a construir más viviendas, sino que se quiere potenciar una zona verde.

Jorge Pérez Jaramillo, experto en Planeación y formulador del POT de Medellín en 2014, explicó que aunque desde 1999 se habla de la preservación ecológica de los bordes de la ciudad, solo hasta en la actualización del plan de hace seis años se priorizó esta tarea. Sin embargo, fueron más de 15 años en los cuales se permitió construir con gran altura y densidad en las laderas y muchas áreas que se pudieron preservar naturalmente fueron destruidas.

Por eso destacó que las herramientas del ordenamiento territorial permitan, siguiendo criterios normativos, este tipo de compensaciones ambientales de privados que terminan protegiendo las áreas del borde de ciudad, estimulando el crecimiento urbano en el interior del valle.

“Es una posibilidad muy novedosa y única de acceder a patrimonio verde”, expresó Pérez Jaramillo. Con las 108 hectáreas planeadas en este sitio, el área podría convertirse en el parque ambiental más grande del suroriente de Medellín. Bastante paradójico que la ciudad se esté enterando del proyecto por culpa de una tala.

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