El informe destaca que, a pesar de la visibilidad alcanzada por la comunidad LGBTIQ+ en los últimos años, los crímenes de odio siguen siendo una constante.
Los ataques van desde agresiones físicas hasta amenazas de muerte y desplazamientos forzados, en un contexto donde la intolerancia y el estigma continúan siendo barreras difíciles de superar.
En entrevista con El Espectador, Wilson Castañeda, director de la organización mencionada, aseguró al respecto que: “Lo que estamos encontrando es que los asesinatos siguen presentando un altísimo nivel de sevicia y crueldad. Se usan armas blancas, objetos contundentes, hay golpes en varias partes del cuerpo y, en muchos casos, afectaciones al cadáver después de la muerte.".
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El experto agregó que aquellos hallazgos demuestran que el agresor no solo pretender arrebatarle la vida a la víctima, sino también transmitir un mensaje de rechazo hacia la existencia de las personas LGBTIQ+, especialmente hacia las personas trans.
“En Colombia parece que asumirse como una persona trans significa renunciar a vivir con derechos”, dijo al medio citado.
Lo más preocupante, sin embargo, es que esa violencia va en aumento: a la fecha, van 52 ataques a la población LGBTIQ+; para esta misma fecha del año pasado iban 32. Es decir, la violencia aumentó en un 42%.
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En ese sentido, Castañeda aseguró que la respuesta institucional ha sido casi nula. “No estamos viendo resultados en tiempo real.Las investigaciones se demoran, la mayoría de los casos no se cierran y esa lentitud solo mantiene la impunidad, como si estas vidas no importan”, dijo en la entrevista.
Es importante resaltar que Antioquia es el departamento más peligroso para las personas LGBTIQ+: De los 52 casos registrados, 23 ocurrieron aquí. Es decir, casi el 50% de los ataques.