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Desde que el comercio nocturno comenzó a reactivarse este año, vecinos de Laureles no pueden conciliar el sueño por culpa de la bulla de los restaurantes y otros establecimientos.
Desde la mañana hasta altas horas de la noche, venteros ambulantes, comerciantes, restaurantes y todo tipo de locales comerciales se volvieron parte de una problemática que viene ganando terreno en esa comuna de Medellín y otros puntos del Aburrá.
A seis kilómetros de distancia, en Itagüí, la Alcaldía lanzó una estrategia para elevar los controles sobre los establecimientos generadores de ruido y hasta ahora ha encontrado que 8 de cada 10 locales no cumple con la norma.
En el caso de Laureles, Juan José Pérez, presidente de la Junta Administradora Local (JAL) de la comuna 11, explica que, aunque el problema existe desde años atrás, en abril de este año la situación se agravó con el inicio de la reactivación económica.
Aunque los puntos más afectados son avenidas como Colombia, San Juan, la 70 y la 33, las zonas más críticas son el primer y el segundo parque de Laureles y la avenida Jardín.
“En la avenida Jardín el ruido está asociado a locales como restaurantes y bares. Pero también intervienen los vendedores ambulantes, el perifoneo y todos los que usan parlantes en su trabajo”, dice Pérez, explicando que, agobiados por esa situación, los vecinos iniciaron una serie de derechos de petición a la Alcaldía y otros entes, para pedir una intervención de urgencia.
Uno de esos entes que decidió intervenir fue la Personería de Medellín, que a través de su Observatorio de Medio Ambiente, Reasentamiento y Hábitat, levantó un diagnóstico en el territorio.
Durante ese ejercicio, el ente de control alertó que el ruido de los ventiladores y extractores de los restaurantes asentados sobre la avenida Jardín podrían estar rozando los límites legales, por lo que pidió al Área Metropolitana del Valle de Aburrá iniciar una intervención.
Según informó esta última entidad, en el caso de Laureles el promedio diurno de ruido era de 64,2 decibelios (dB) y el nocturno era de 61,9 dB.
De acuerdo con la Resolución 627 del Ministerio de Medio Ambiente, los límites de ruido en las zonas con usos comerciales (donde funcionan restaurantes, discotecas, gimnasios, entre otros) es 70 dB en horario diurno y 60 dB en el nocturno.
Al ser consultado sobre esta situación, Juan Pablo Valenzuela Ortiz, presidente en Antioquia de la Asociación de Bares de Colombia (Asobares), señaló que esa agremiación no tenía conocimiento sobre las quejas ciudadanas en Laureles, pero agregó que desde ese sector están dispuestos a comunicarse y conciliar para que su actividad genere el menor impacto posible.
“Desde el gremio estamos dispuestos a escuchar, trabajar y construir, para mitigar cualquier impacto”, dijo.
Por su parte, Guillermo Henrique Gómez, de la asociación gastronómica Acodres, manifestó que pese a no tener los detalles del caso, esa organización vela por el cumplimiento de la norma y la conciliación con la comunidad.
En el caso de este municipio, el secretario de Medio Ambiente, Sebastián Zuleta Zea, señaló que en barrios como Santa María, Simón Bolívar, Los Naranjos, Las Asturias y la zona céntrica se viene presentando esta problemática, por lo que el gobierno local lanzó un plan para hacer más estricta la vigilancia.
Según explicó, aunque la alcaldía tiene la meta de visitar al menos 32 establecimientos, hasta ahora se han intervenido 11, en los que el 82% estaban incumpliendo con las normas de ruido.
En diciembre de 2020, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá publicó la última actualización del mapa del ruido de la región, calculando que en Medellín el 9,8 % de la población estaba expuesta a niveles de ruido por encima de los 65 dB. En Itagüí, ese grupo era del 16,3 %