El municipio de Mompox, el que todo el país conoce por su trabajo de filigrana y su cultura orfebre, ubicado en el departamento de Bolívar, trae una buena noticia para los viajeros: la aerolínea Satena incorporó de nuevo esta ruta directa desde Medellín entre sus vuelos.
El pueblo —que fue escenario de las historias de Gabriel García Márquez, donde en el texto se cuenta que murió Santiago Nasar, personaje principal de Crónica de una muerte anunciada— espera con las puertas abiertas que la ola turística que viene creciendo en el Valle de Aburrá también se pegue la voladita al bajo Magdalena.
Así es la ruta
Desde el aeropuerto Enríque Olaya Herrera a tan solo una hora de viaje, viajamos 19 pasajeros en el primer vuelo que no se realizaba hace más de dos años hacia a Mompos, Mompox, Mompoj o Mompo. “La x se puso con los españoles, la s la pusimos los hijos de los conquistadores españoles” dice un guía de la zona. “Antes, para llegar, había que coger chalupa, carretera de cascajo y destapada” decía un abogado que venía desde Bogotá con el entusiasmo de ver su familia.
Al llegar al aeropuerto, puede tomar un mototaxi o conocidos mundialmente como “tuc tuc”, que lo llevará al pueblo en menos de 20 minutos. Allí se podrá hospedar en hoteles y hostales que tienen precios desde los $50.000 hasta los $200.000 por persona. Los hoteles son casas coloniales que fueron adaptadas con aire acondicionado y algunos con piscina para la llegada de huéspedes. Un lugar recomendado es el hotel Jardín Evans, ideal para familias, pues hay cocina donde pueden preparar su propio desayuno.
Ya ubicado puede salir a caminar por el malecón río arriba o abajo, por el camino se encontrará con diferentes placas que cuentan las historias de las casas, también se puede tomar un vino de corozo —siempre frío por favor— en el restaurante Santa Coa, además, de visitar la casa de “La Marquesa”, lugar que entre los siglos XVIII y XVII fue el resguardo de las familias más cercanas al rey de España y que controlaban el tránsito del puerto.
Y como hay planes para todos, también puede visitar El Claustro San Agustín, construido en el siglo XVII, donde se puede tomar un café o desayunar con comida típica del departamento de Bolívar como cabeza de gato con calentao y queso costeño. Ese lugar guarda el santísimo bañado en oro y que incluso fue usado para las pasadas procesiones en la Semana Santa.
Si continúa caminando por el malecón, puede tomarse un granizado de guayaba agria o de níspero para hidratar su cuerpo del sol y la humedad que abraza al turista. Una consumbre del lugar es que se trabaja en las mañanas antes del mediodía y ya después cuando baja el sol.
El pueblo de la filigrana de plata
Entre las calles de la zona histórica, por donde Carlos Vives ha grabado escenas de sus videos musicales y la novela Escalona, verá estanterias que venden plata y oro. Joyas hechas a mano por artesanos oriundos del municipio y que gozan de reconocimiento en todo el país. Como si se tratasé de una carrera universitaria, para ser artesano de filigrana se necesitan más de tres años de práctica. Es todo un arte.
En la joyería Wamaris se encontrará con una de sus propietarias Doris Peñaloza, quién amablemente le mostrará el proceso, en vivo, sobre cómo manejar la plata y verá todo lo que se necesita y las manos que se usan para elaborar desde aretas (de todos los tamaños), hasta dijes y collares de la mejor calidad. La filigrana momposina tiene muy buena fama.
En el lugar, se encuentran varios jóvenes momposinos, que buscan ser artesanos de la plata y el oro. Hablé con Carlos Velilla, un joven del pueblo que llego gracias a su hermano mayor. Trabajan uno al lado del otro, más de dos horas para obtener un corazón de plata hecho a mano.
La plata “son hilos, muchos hilos unidos” que primero deben ser derretidos y puestos en un molde en forma de lingote. Se corta un pequeño pedazo de cuatro centímetros del hilo, para ser pasados por la prensa que lo aplana. El artesano dispone de toda su concentración y su vista se enfoca —con la firmeza de sus manos— en comenzar a trenzar los hilos. Toma un primer pedazo para el proceso y al unirlo con el otro se aplica fuerza para que se unan, sin dañarlos, sin partirlos.
En otro pequeño pedazo se da forma de esfera y se aplica una gota de soldadura para que peguen los metales. Con el dedo índice se configuran las curvas. En este ejercicio con los artesanos le dí forma a un dije de corazón que quedó del tamaño de los dedos, “lo tensa un poquito y cierra”, me decían para luego aplicar calor de manera suave sobre ese dije, sin quemarlo.
El proceso continuó. Está vez se toma otro pequeño pedazo y se le da vuelta sobre una varilla con un diámetro menor a los dos centímetros. Saca el hilo en forma de espiral y lo corta, teniendo varias esferas que serán utilizadas de relleno. Otra vez con la forma de sus dedos le dobla las puntas de manera que parezca un caracol o un ocho. Tras tener más de diez caracoles, con una pinza —como si fuera el mejor cirujano— se comienzan a poner una a una dentro del corazón, de la manera más aleatoria.
Antes de terminar hay que aplicar polvo de soldadura, al estilo del mejor salero. Se enciende el fuego y de manera circular se aplica directamente sobre cada pieza. Lo último es esperar a que se enfríe para pulirlo sobre una lija suave que ayudará a quitar imperfecciones y partes negras que estén quemadas. Ya solo queda brillar la joya de manera ecuánime y esta lista para ser regalada.
*Volando por Satena, invitación del municipio de Mompox
Otras opciones de tour
En Mompox existen variedades de toures y opciones para diferentes experiencias. Están los recorridos nocturnos por el cementerio del pueblo. También, la parranda sobre el ferri por el río Magdalena con esta embarcación impulsada por panales solares. Este año habrá diferentes festivales de cine relacionados con el Hay Festival, FICCI y en diciembre el Festival Literario y Cultural de Mompox, que celebrará su segunda edición.