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Alcaldía de Medellín prohibió vapeadores en colegios, jardines y universidades públicas de la ciudad

Los médicos alertan sobre el uso de estos dispositivos electrónicos que utilizan nicotina. Estudios muestran que el 40 % de los estudiantes los ha usado.

  • La autoridades están preocupadas porque los jóvenes consumen con frecuencia los vapeadores. Foto: Getty.
    La autoridades están preocupadas porque los jóvenes consumen con frecuencia los vapeadores. Foto: Getty.
hace 2 horas
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En Medellín, el uso de cigarrillos electrónicos (conocidos popularmente como vapeadores) en jardines escolares, escuelas y universidades públicas ya está prohibido. Esta medida fue establecida por la Secretaría de Salud mediante una resolución que busca regular y promover ambientes libres del humo de estos dispositivos y de otras sustancias que cuentan con una normativa más amplia, como el tabaco.

La nueva norma, además de prohibir el consumo en todas las instituciones educativas de la ciudad, también ratifica lo establecido en la Ley 2354 de 2024, que prohíbe la publicidad y la venta de cigarrillos electrónicos y dispositivos similares a menores de edad.

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“Durante este año hemos fortalecido una campaña de sensibilización en los entornos educativos, con el propósito de que nuestros adolescentes y jóvenes estén cada vez menos expuestos a factores de riesgo relacionados con el consumo de cigarrillos y dispositivos electrónicos”, aseguró en un comunicado la secretaria de Salud, Natalia López Delgado.

Los jardines, colegios y universidades de la ciudad deben instalar señalización visible que dé cuenta que está prohibido el consumo y uso de estos dispositivos, hacer campañas de prevención, darle seguimiento a aquellos que incumplan con la norma y, como medida clave, incluir esta disposición en los manuales de convivencia de las instituciones. Según cifras de la Secretaría, hasta ahora 113 centros educativos de la ciudad han agregado esta norma a sus manuales.

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Medellín no es el único municipio antioqueño que ha tomado esta decisión. En octubre de 2024, en El Retiro se decretó la prohibición total de los productos derivados del tabaco y de los cigarrillos electrónicos para menores de edad. Y luego, en noviembre de ese mismo año, La Estrella prohibió el uso de vapeadores por parte de menores en instituciones educativas y espacios públicos.

¿Por qué prohibirlos?

En los últimos años, a la par que ha crecido su consumo, también lo ha hecho la evidencia científica sobre sus efectos adversos en la salud. Las encuestas y estudios realizados en Colombia y en Antioquia sobre el uso de cigarrillos electrónicos en menores de edad ha causado preocupación en padres de familia, instituciones educativas y de salud, y en los gobiernos locales.

En 2023, la extinta Escuela Contra la Drogadicción realizó el Estudio de prevalencia y factores asociados al consumo de Sustancias Psicoactivas Escolares en Antioquia, para el que encuestaron a 5.020 adolescentes del departamento. Esta investigación reveló que cerca del 40% de los participantes había consumido cigarrillo electrónico alguna vez en la vida, que el 16.8% comenzó a utilizarlo en ese último año y que el 7.3% había “vapeado” en el último mes.

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Otra de las conclusiones del consumo en los estudiantes antioqueños es que, en promedio, comenzaron a utilizar el vapeador a los 13.5 años y que es en el Valle de Aburrá y en la subregión del Nordeste donde la prevalencia es más alta. Además, si uno compara las cifras de este estudio de los cigarrillos electrónicos con las del tabaco, se hace evidente que estos dispositivos le llevan la delantera al cigarrillo tradicional: solo el 16,3% de los adolescentes ha consumido alguna vez en su vida tabaco.

Investigaciones realizadas a nivel nacional también dan cuenta de la magnitud del consumo. Por ejemplo, el Estudio Nacional de consumo de sustancias psicoactivas en población universitaria de 2023 del Observatorio de Drogas del Ministerio de Justicia –en el que fueron encuestados 11.065 estudiantes de diferentes universidades públicas y privadas del país– concluyó que el 37,9% de ellos alguna vez en su vida ha utilizado cigarrillos electrónicos y que entre más jóvenes es más común el uso de estos.

Y, al igual que en Antioquia, el consumo de adolescentes y jóvenes a nivel mundial también ha encendido alarmas. Hace un mes, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un informe en el que asegura que más de 15 millones de menores entre 13 y 15 años en el mundo ya son consumidores activos de vapeadores, los cuales “alimentan una nueva ola de dependencia a la nicotina”.

Los cigarrillos electrónicos son dispositivos metálicos que contienen un cartucho intercambiable con sustancias como nicotina –científicamente comprobada como altamente adictiva–, distintos tipos de saborizantes y componentes como el propilenglicol o varios tipos de alcoholes que, al inhalarse por las vías respiratorias, pueden ocasionar diversos daños a la salud, como explicó a EL COLOMBIANO Alejandra Cañas Arboleda, profesora de Neumología de la Pontificia Universidad Javeriana y directora científica del Hospital Universitario San Ignacio.

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Entre los efectos comprobados están daños en la boca, como inflamación de encías, aumento de caries y alteraciones en la percepción del sabor; irritación de las vías respiratorias, lo que favorece la aparición de infecciones; y, a nivel pulmonar, el EVALI – cuya sigla está en inglés y que en español quiere decir “lesión pulmonar asociada al uso de cigarrillos electrónicos o vapeo”–, una enfermedad grave que incluso puede causar la muerte. También se han identificado riesgos cardiovasculares.

Incluso, el grupo de investigación del Hospital San Ignacio ha publicado estudios que demuestran que estos dispositivos pueden ocasionar daño en el ADN.

Desde su aparición en los años dos mil y su boom en la década pasada, la medicina ha documentado los efectos adversos del uso de cigarrillos electrónicos. Aunque estos hallazgos están respaldados por estudios, persisten mitos y cuestionamientos. Uno de los más frecuentes –y que suele venir desde la industria que fabrica estos dispositivos– es que aún no existen investigaciones que demuestren con certeza sus efectos a largo plazo.

“La masificación del consumo de cigarrillo electrónico empezó alrededor de 2017. Y entre que una persona inicia un consumo y desarrolla un cáncer pueden pasar entre 15 o 20 años. Es en cinco años o una década que vamos a tener una generación muy joven con unos cánceres que no estábamos acostumbrados a ver. Eso es lo que, a nivel de estudios, se llama el periodo de latencia. Es como cuando uno empieza a tomar alcohol: no es que hoy me tome un trago y mañana tenga cáncer de hígado; me puede dar en 20 años. Pero eso no significa que no me haga daño”, explica Cañas.

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