La primera guerra civil de Liberia, que ocurrió entre 1989 y 1996, no solo cobró la vida de al menos 150.000 liberianos, sino que dejó unas imágenes surrealistas: jóvenes milicianos, armados con AK-47, se veían por las calles luciendo vestidos, plumas o pelucas que los hacían destacar entre los habitantes del país africano.
Esta guerra, que nació luego de que un grupo de rebeldes –liderado por el luego presidente Charles Taylor– derribara la dictadura de Samuel Kanyon Doe, ha regresado a la memoria del mundo luego de que en redes sociales comenzaran a circular las imágenes de la particular vestimenta de los soldados.
Las fotografías fueron difundidas por los medios en los noventa y a comienzos del 2000, cuando terminó la “Gran Guerra”, que incluyó un segundo episodio de rebelión entre 1999 y 2003, concluido gracias a la intervención de las Naciones Unidas y de militares estadounidenses.
Pero, ¿a qué se debía este travestismo para combatir? ¿Qué motivó el uso de estas prendas en los jóvenes milicianos de Liberia?
“Según los propios soldados, el travestismo es un juego mental militar, una táctica que infunde miedo a sus rivales. También hace que los soldados se sientan más invencibles. Esta creencia se basa en una superstición regional que sostiene que los soldados pueden ‘confundir las balas del enemigo’ asumiendo dos identidades simultáneamente”, cita la explicación construida por la revista Slate en agosto de 2003, dos meses antes de que finalizara por completo la “Gran Guerra”.
Esto podría significar que las vestimentas hacían parte de la forma que culturalmente construyeron los liberianos para camuflarse: una variación de los uniformes y la pintura facial que en el Occidente, incluido Colombia, utilizan las fuerzas militares para “ocultarse” del enemigo en combate.
Así mismo, la revista Slate planteó otra explicación: “El travestismo tiene profundas raíces históricas en los ritos de iniciación de África occidental que involucran a ‘curanderos’ que recomiendan usar máscaras, talismanes y atuendos silvestres como un medio para obtener poderes místicos”.
En estos ritos de iniciación, según Slate, la vestimenta femenina representa el paso de un niño a la edad adulta; un “peligroso” estado intermedio antes de que pase a convertirse en hombre. Por eso, el uso de este tipo de accesorios envía un mensaje de “no te metas conmigo, soy peligroso”, según la revista.
En pocas palabras, se trataría de una estrategia de los milicianos para “acceder a fuentes de poder mucho más fuertes que las suyas”. Una superstición que salió a relucir por estos días, cerca de 20 años después de que terminara la gran guerra civil de Liberia que duró 14 años.