La relación entre la mujer y religión tiene tantas miradas como personas en el mundo. Dependerá de cada mujer y, por supuesto, de cada religión, pero podría haber una crítica común: no han tenido el mismo papel que el hombre. Y no es que ellas quieran ser iguales a ellos, sino que muchas han pedido que haya las mismas oportunidades de representación, de cargo y de importancia.
No es un pensamiento tan descabellado: los mismos teólogos y religiosos católicos (hablaremos de ellas en la religión católica aprovechando la Semana Santa) coinciden en que la misma palabra de Dios indica que no habrá ninguna desigualdad por razones de raza, nacionalidad, condición social o sexo, que todos los seres humanos son iguales ante los ojos de Dios. Aún así, hasta la fecha, ninguna mujer ha ocupado el lugar del Papa, por ejemplo.
Hay quienes sostienen que “no tener el mismo papel que el hombre” es deseable, porque cada uno tiene funciones y características diferenciadas.
Para Pili Pérez, teóloga y evangelizadora católica, por ejemplo, “es normal que desde afuera (de la Iglesia y la religión) se quiera que las mujeres ocupen puestos como el sacerdocio o el diaconado, pero estaríamos equivocadas persiguiendo el poder y queriendo puestos privilegiados cuando Jesús dice que los más importantes son los últimos”.
Además, porque como añade la teóloga, el papel de la mujer está claro: el servicio sencillo y entregado, independiente del cargo que tenga.
Mujeres siempre ha habido y siempre habrá y las cosas sí han cambiado con los años. Al principio, con Jesús, ya había discípulas itinerantes como María Magdalena, Juana, Salomé o Susana, que cumplían roles importantes y muchas de las que fueron tomadas en testimonio sobre la resurrección de Jesús, por ejemplo.
Hoy, ya ocupan cargos que antes eran impensables: dentro de los 37 doctores de la Iglesia Católica hay cuatro mujeres, Teresa de Ávila, Catalina de Siena, Teresita de Lisieux y Hildegarda de Bingen; la primera mujer en ocupar un cargo administrativo en la Secretaría de Estado del Vaticano es Francesca Di Giovanni; Luiza Premoli es la primera en integrar la Congregación para la Evangelización de los Pueblos; y Raffaella Petrini es la secretaria general de la Gobernación de la Ciudad de Vaticano.
Como Ilaria Morali, profesora en la Pontificia Universidad Gregoriana, escribió en un ensayo sobre el papel de la mujer en la iglesia, su participación “está todavía lejos de ser plenamente efectiva. Podría parecer que el progreso de la sociedad civil, donde las mujeres asumen cada vez más papeles de responsabilidad, podría dictar la necesidad de un cambio en la Iglesia”.
Al final del día, las mujeres de hoy y las de ayer se han abierto paso, unas desde el servicio y la sencillez, otras desde la aceptación y unas más buscando ocupar posiciones antes delegadas solo a los hombres. Eso sí, sin buscar parecerse.
Como explica el teólogo y filósofo Camilo Andrés Gálvez, están las que trabajan en el vaticano, en diferentes curias o arzobispales, las que lideran hospitales, las que se preparan en economía, en sociales y en educación. “No se trata de liderar parroquias, en la Iglesia lo representativo no es figurar sino entregarse, sacrificarse por el servicio al otro, y eso lo hacen ambos, solo que cada uno con su papel”.
Habrá que esperar el futuro, qué otros papeles van ganando las mujeres en la religión.
Históricas y bíblicas
María, Madre de Dios
(Siglo I)
Destacada por ser servidora y la primera seguidora de Jesús, según los teólogos. Era judía creyente y terminó siendo el ícono de la mujer para el cristianismo. Junto a ella hubo otras marías que acompañaron a Jesús, como Magdalena o Salomé.
Santa Juana de Arco
(1412-1431)
Conocida como Doncella de Orleans, Juana de Arco a los 17 años ya se había convertido en heroína nacional para Francia, para cristianos y no cristianos, porque luchó en batallas y lideró ejércitos durante la fase final de la Guerra de los Cien Años.
Santa Hildegarda de Bingen
(1089-1179)
Además de su entrega a la iglesia y sus obras reflexivas sobre Dios y sobre cómo conocerlo, se dedicó a las ciencias, el arte y las lenguas, es una de las cuatro mujeres Doctoras de la Iglesia y fue además poeta, filósofa, compositora y habló de medicina. Escribió un total de 12 libros sobre medicina y teología y compuso más de 70 piezas musicales.
Laura Bassi
(1711-1778)
Dedicada a su familia, a la iglesia y a la ciencia y se dedicó a la docencia y a la investigación científica. Fue la primera profesora y catedrática de física experimental en el Instituto de Ciencias de la Universidad de Bologna e hizo parte de debates públicos, oratorios y conversatorios.
Madre Laura
(1874-1949)
María Laura de Jesús Montoya Upegui nació en Jericó Antioquia y fue educadora y misionera cristiana. Es considerada como la primera santa de nacionalidad colombiana. Buscó que no hubiera fronteras entre los seres humanos y se enfrentó a la iglesia para tener roles dentro de la sociedad que antes no se podría.
Actualidad
Luiza Premoli
(1955)
Nacida en Brasil, es una monja misionera que fue superiora general de las Hermanas Misioneras Combonianas entre 2010 y 2016 y la segunda mujer en ser nombrada en una oficina de la Curia Romana. Estudió psicología y fue profesora y misionera durante ocho años en Mozambique.
Francesca Di Giovanni1
(1953)
Es una abogada italiana y es la actual subsecretaria de Relaciones Multilaterales de la Sección para los Estados de la Secretaría de Estado de la Santa Sede. Se graduó de Derecho y trabajó con migrantes y refugiados, con derecho internacional humanitario y privado, y estudió la situación de la mujer.
Raffaella Petrini
(1969)
Es licenciada en Ciencias Políticas y profesora de Economía del Bienestar y Sociología y, desde noviembre del año pasado, es la secretaria general de la Gobernación de la Ciudad de Vaticano, la mujer con el rango más alto dentro del organigrama de esta institución o llamada comúnmente como “la número dos del Vaticano”, después del Papa Francisco .