La ingeniera de petróleos, geóloga marina y geofísica Ángela María Gómez García ha dedicado toda su vida a las ciencias y espera poder hacerlo por muchos años más. Desde niña, a sus seis años, ya sabía que quería ser geóloga y que su pasión era la Tierra. Ahora se dedica a investigar, en Alemania, las capas del planeta, los terremotos y los hidratos de gas.
Aunque actualmente no está en Colombia, siempre lleva al país como bandera y, en todos sus estudios, busca encontrar aplicaciones en el Caribe colombiano donde, además, realizó sus investigaciones de maestría.
Sueña con que el conocimiento sea libre y con ser educadora para seguir formando científicos, esa “masa crítica” que ayude a resolver y entender el funcionamiento del planeta.
Fue premiada en el congreso Unión Geofísica Europea en 2019 por sus estudios sobre la relación entre terremotos con la estructura de la Tierra en la región Caribe y las Antillas, y de sus investigaciones espera que “sean utilizadas por otros científicos y puedan tener impacto global”. Ganó dos becas Erasmus Mundus y dos del Servicio de Intercambio Alemán, hoy trabaja como investigadora posdoctoral en el Centro de Investigación en Geociencias de Alemania.
¿Cómo fue su infancia?, ¿la acercó a lo que es hoy?
“Muy divertida. Yo soy del pueblo más pequeño del Valle del Cauca, se llama El Águila Valle. Crecí en la zona rural con muchas libertades de explorar y el contacto con la naturaleza fue esencial. Soy hija de maestra. Crecí viendo a mi mamá preparar sus clases y con muchos libros. Me compraba juguetes didácticos como microscopios y telescopios y a mí me gustaba tomar muestras de agua de los charquitos o animales para mirarlos en el microscopio. Tenía una colección de rocas a las que yo llamaba huevos de dinosaurio porque eran redondeadas con muchas manchitas. Recuerdo que a los seis años en el colegio nos preguntaron qué queríamos ser y yo dije que geóloga”.
¿Cómo sabía a esa edad lo que era ser geóloga?
“Leí un libro de profesiones que había en la biblioteca de mi mamá y lo describían muy bien, me sentí identificada con mi colección grande de rocas. Además, yo iba a visitar a mi mamá en el colegio y en una clase estaba dando tectónica de placas, explicando cómo los continentes se movían y generaban terremotos y volcanes y eso para mí fue impactante”.
¿Qué siguió en el colegio y la universidad?
“Siempre fui muy buena estudiante y eso se prestó para confusiones, porque era buena en muchas materias y eso perturbó mi decisión final sobre la geología. En el último año del bachillerato me enteré de la ingeniería de petróleos y como me iba bien en física y matemáticas sentí que se relacionaba con ciencias de la tierra, números, física. En Medellín hice la carrera pero era flexible y pude tomar materias de geología y ahí fue que me enamoré de la geología marina”.
¿Está contenta con su decisión?
“Sí, porque con petróleos yo quería contribuir positivamente a la industria porque había visto los impactos ambientales de la extracción y yo quería hacer las cosas diferentes o con más precaución. En su momento, nos contrataron para hacer los términos de referencia para exploración y explotación en el Caribe y yo fui parte del equipo técnico que coordinó ese proyecto para el Ministerio de Medio Ambiente”.
¿Cómo fueron los estudios posteriores?
“Empecé la maestría en la universidad Nacional, donde estudié aspectos importantes de unas playas de anidación de tortugas marinas en las Islas Gorgona. Hicimos estudios sobre cómo era la dinámica de una de las playas más importantes para esta anidación en el Pacífico. Analizamos la interacción entre océano, atmósfera y tierra e hicimos control en el tiempo para ver si la playa se estaba erosionando anómalamente o si era parte natural del sistema.”
¿En qué momento sale de Colombia?
“Comencé el doctorado en Medellín pero para mí era muy claro que necesitaba ese intercambio con investigadores en el extranjero porque mi tema era innovador y en Colombia nadie en su momento tenía el conocimiento técnico para desarrollar lo que yo quería hacer. Salí la primera vez con una beca Erasmus para la Universidad Libre de Berlín en Alemania y estando aquí escribí una propuesta para el Centro de Intercambio Alemán. Volví a Colombia y busqué otra beca para quedarme un año entero terminando la tesis en el Centro de Investigación en Geociencias de Alemania por otro año, pero en esas comenzó la cuarentena y me tuve que quedar. Ahora me contrataron como investigadora posdoctoral”.
¿Extraña el país?
“Sí, algunas cosas. Sobre todo extraño el clima, mi familia y a mis perros. Pero yo he tomado esta oportunidad para hacer investigación que contribuya a Colombia y esa ha sido siempre mi bandera. Todas las aplicaciones que he desarrollado han tenido al país y al Caribe como zona de estudio y hemos contribuido significativamente a entender el pasado y los geopeligros de nuestra región”.