Ante el temor que sienten muchos por ellas, difícil cambiarles la fama pero la ciencia tiene mucho que decir sobre las ratas.
Vilipendiadas por ser, por ejemplo, transmisoras de la peste negra en Europa, algo que se viene controvirtiendo, varios estudios revelan la inteligencia y los sentimientos de estos roedores, que algunos comparan con los perros.
En el último de ellos, aparecido este mes en Animal Cognition, Nobuya Sato comprobó que una rata que ha experimentado el ahogamiento en agua, ayuda a otra que se encuentra en esa condición, acción que prefiere a comer.
Un hallazgo que sugiere una conducta prosocial.
Este mismo año, en Applied Animal Behavior Science, Sylvie Cloutier y colegas demostraron que cuando a las ratas de laboratorio se les hace cosquillas, se sienten menos estresadas luego de recibir una inyección.
A finales de los 90, Jaak Panksepp había descubierto que las ratas se ríen cuando juegan con sus congéneres, una risa en forma de chillidos ultrasónicos que han sido asociados a un estado emocional positivo.
Otra investigación de este año en Biology letters demostró que se muestran más dispuestas a colaborar con otras ratas que les han ayudado en el pasado, una conducta no observada en especies distintas a los humanos.
No olvidan a las que han sido “gentiles”.
Y como las personas, también se arrepienten de las elecciones tomadas, como demostró una investigación en Nature Neuroscience, en la que la actividad cerebral medida sugiere que es así.
Personas que las han tenido dicen que entienden algunas palabras humanas y aprenden sus nombres, acudiendo cuando se les llama, como indicó un artículo en The Boston Globe.
Un nuevo estatus.