Trece personas muertas en dos masacres este fin de semana es una cifra de horror que muestra la crudeza de la acción criminal, al parecer incontrolable e inatajable, de bandas criminales que asesinan sin que las autoridades atinen a explicar los objetivos –en todo caso perversos– y aterrorizan a poblaciones enteras. Ocho hombres, que según la Alcaldía de Betania (Antioquia) eran recolectores de café, oriundos de otras regiones, y cinco en zona rural de Argelia (Cauca). Esta realidad atroz debe cesar por acción contundente de todo el Estado.
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