Desde el mes pasado se expidió el decreto municipal que prohibe la distribución, quema y expendio de pólvora en Medellín. Una prohibición que solo tres municipios del Departamento comparten. El resto de alcaldes prefieren inclinarse ante el lobby polvorero que asegurar la salud pública y el bienestar de los niños. Por eso no hay que preguntarse por qué miles de personas, el pasado domingo, se rieron de la ley e hicieron lo que les pareció una demostración genuina de antioqueñidad: hacer el máximo estruendo posible, quemando cientos de millones de pesos en pólvora. Y causando, por ahí derecho, quemados y heridos que se suman a las listas de la vergüenza que año a año lidera nuestro departamento, el de las ínfulas de “más educado”.
Quien quiera presenciar la más ostentosa afrenta y burla a la autoridad, a la ley, al civismo, al orden, que oiga y vea esa ruidosa “alborada”.