El nuevo director del Dane acaba de pronunciarse sobre las cifras de PIB departamental para 2017 divulgadas hace un par de meses por la anterior administración. Según el director, dar a conocer al público esas cifras fue irresponsable, porque no tenían suficiente crítica externa para un proceso tan sensible para las cuentas nacionales, como es el cambio de base que pasó del año 2005 al 2015.
Para los lectores no tan versados en estos temas, el tecnicismo del cambio de base se refiere a un proceso normal para este tipo de estadísticas. La presencia de nuevas actividades económicas que van apareciendo hace necesario incorporarlas a las cuentas nacionales con las que se produce el PIB. La norma estadística internacional hace que los países realicen periódicamente esos cambios de base, que son un proceso grande y delicado con muchas implicaciones sobre la medición del tamaño de una economía, que es finalmente lo que refleja el PIB.
La declaración del director del Dane se basa en las inconsistencias que, según él, se encontraron en las cifras y que llevan a que algunos departamentos tengan desempeños no esperados. El problema es que hay serias implicaciones si las cifras son erróneas, porque altera la percepción de la realidad económica que se tiene de las regiones y, por ende, la posibilidad y calidad de la política pública que se direccione hacia ellas.
Este debate que el director del Dane ha querido hacer público tiene implicaciones muy serias. El asunto de fondo es que se está afectando la reputación del Dane y todavía no es claro si con razón. El punto es que en 10 años pudo haber cambiado la vocación económica de una región y eso es lo que se estaría capturando en el cambio de base, una nueva realidad. En todo caso, es un debate que debería hacerse internamente y no públicamente, sin tener, en realidad, todos los elementos para lanzar afirmaciones tajantes.
La cuestión es que la supervivencia de un instituto nacional de estadística como lo es el Dane, se basa en la producción de estadísticas confiables. Si la información no es de fiar, la credibilidad del Dane se pone en cuestión y su reputación como fuente objetiva e independiente se debilita. Existe entonces el riesgo de desviar las discusiones y que no se reconozca la calidad del trabajo de la entidad, en este caso con una duda propiciada desde su cúpula.
Según se percibe en los aspectos divulgados hasta ahora, en el Dane faltaría por definir una política acerca de cómo informar a sus usuarios sobre la calidad de los datos y la metodología utilizada. El caso específico del cambio de base y de los procedimientos de tratamiento de las series ya había generado malestar por la forma como se comunicó al público, en medio de la discusión sobre el crecimiento de la economía. En esta ocasión, se sorprende al público cuando se explica que no se surtió un procedimiento de crítica de la información antes de divulgarla. No se trata, en todo caso, de no reconocer errores y de negar su existencia. El problema es que la veracidad de la información estadística es un tema muy sensible para tratarlo con ligereza y menos ahora que somos miembros de la Ocde, entidad que tiene una política muy rigurosa al respecto.