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Ecuador y Perú, a las urnas
Ambos países pasan por una severa fragmentación política y por tenaces divisiones. En Ecuador se definirá su suerte, si regresa al “chavismo correísta”, y en Perú se depurará una extensa lista de candidatos.
Este domingo, en plena pandemia y con todos los riesgos para la salud pública flotando, Perú y Ecuador tienen elecciones presidenciales. En el Perú es la primera vuelta, a la cual acuden 18 candidatos en la boleta electoral, y en Ecuador es la segunda y final, que definirá entre el retorno del movimiento del caudillo y prófugo de la justicia Rafael Correa, por interpuesta persona –el candidato Andrés Araúz–, o la opción del conservador Guillermo Lasso.
La situación del Perú es inquietante. El padecimiento en el último año de los peores índices de contagios y muertes por la pandemia del covid, cuya gestión ha sido objeto de severas críticas, es apenas uno más de los problemas graves que tienen por resolver. El principal de ellos, el de la desestructuración institucional y la crisis de gobernabilidad que en el último quinquenio –el período presidencial allí es de cinco años– ha sido permanente.
La fragmentación política es tan extrema que el entendimiento y coordinación entre los poderes Legislativo –unicameral– y Ejecutivo se ha tornado imposible. Hay tantos partidos con representación en el Congreso que los presidentes deben negociar sus mayorías por cada proyecto, y no por legislaturas. El desgaste político es enorme y las posibilidades de corrupción, incontenibles.
Perú llegó a verse como uno de los “milagros económicos” de principios del siglo XXI. De una tasa de pobreza en 2004 del 58,7 % disminuyó a una del 20,2 % en 2019. El crecimiento del PIB fue ininterrumpido, independientemente de las tempestades políticas. Pero hoy día el bloqueo es tan fuerte que la opinión pública siente que el país está paralizado. Para este domingo, las encuestas dan empate entre cinco candidatos, ninguno con cifras altas. En Perú el voto es obligatorio para los mayores de 18 y los menores de 70 años.
En Ecuador, por su parte, concurren a las urnas dos bloques que ilustran la radical división política e ideológica del país. La sombra del autoritario Rafael Correa, con su proyecto de corte chavista ávido por regresar al mando y controlar todos los resortes del poder, ha flotado en toda la campaña de su pupilo Andrés Araúz, economista de 36 años, exministro de la cartera de Conocimiento y Talento Humano. Con él, Correa confía en no repetir la historia de Lenin Moreno, su vicepresidente y luego candidato, que una vez instalado como vencedor de las elecciones en el Palacio de Carondelet se independizó radicalmente de su temperamental y absorbente tutor e hizo un gobierno diametralmente opuesto a sus políticas afines al fracasado socialismo del siglo XXI. El problema es que a Moreno tampoco le fue bien con sus planes de gobierno, y deja el poder con altos índices de descontento popular.
El contrincante es el exministro de Economía Guillermo Lasso, también economista, 65 años, accionista de bancos y excandidato presidencial. Llegó a la segunda vuelta luego de un reñido conteo voto a voto, en el que al final sobrepasó al candidato indígena Yaku Pérez, quien será, gane quien gane el domingo, un movilizador de fuerzas. El movimiento indígena en Ecuador ha tumbado presidentes.
El país ha sido, también, duramente golpeado por la pandemia. Y la segunda vuelta de esta elección presidencial ocurre en un plazo demasiado largo luego de la primera (el pasado 7 de febrero), lo cual agota a los electores, a los propios candidatos y sus campañas, y hace que la escalada de promesas para arañar cualquier proporción de votos reste realismo a los programas de gobierno.
Los resultados en estos dos países son muy relevantes para Colombia. Razones de vecindad y de equilibrio geoestratégico hacen que nuestro Gobierno deba estar haciendo fuerza por el triunfo final de fuerzas democráticas no hostiles a nuestra posición en el continente
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