Con el propósito de que “en 2017 el país crezca 1,3 puntos porcentuales adicionales”, un año atrás el Gobierno puso en marcha la estrategia “Colombia Repunta”. Ello en el entendido de que, para ese momento, la economía se encontraba “en mejores condiciones para retomar su dinamismo”.
Sin embargo, el crecimiento del PIB durante el año 2017 fue de solo 1,8 por ciento. Este resultado no solo está por debajo del obtenido en 2016 (2,0 por ciento) sino que es el más bajo en lo corrido de la presente década.
Estos resultados muestran que el Gobierno no solo se equivocó en su diagnóstico (las condiciones económicas empeoraron a lo largo de 2017 y solo al final mejoraron ligeramente) sino que la estrategia resultó poco efectiva.
“Colombia Repunta” no impactó mayormente el crecimiento porque el escenario fiscal, antes que mejorar, se volvió más difícil, pues el recaudo estuvo por debajo de las expectativas y, para cumplir con la meta de la regla fiscal, fue necesario reducir el gasto y, especialmente, la inversión pública.
De esta forma, el apalancamiento del crecimiento vino, en particular, de la política monetaria a través de las reducciones de la tasa de interés y de la mejora de las condiciones externas, especialmente del aumento del precio del petróleo y el de otras materias primas (como el carbón) y del mayor crecimiento de la economía mundial y del comercio internacional.
En este orden de ideas, los resultados de la política económica fueron muy limitados y estuvieron asociados, principalmente, a las acciones y las condiciones que se presentaron en determinados sectores.
Así, por ejemplo, la agricultura, que en 2017 creció 4,9 por ciento, se convirtió en la líder del crecimiento.
El Programa Colombia Siembra encontró en los mayores precios agrícolas, el buen régimen de lluvias y la devaluación las condiciones necesarias para impulsar el crecimiento sectorial, aunque, a medida que avanzó el año, este se debilitó.
Por su parte, la estrategia gubernamental tuvo en la construcción y las obras civiles una de sus columnas, al punto que se esperaban resultados similares a los obtenidos en los anteriores programas Pipe y los cuales impulsaron la construcción.
Sin embargo, en 2017, este sector tuvo un crecimiento negativo de -0,7 por ciento debido a una contracción de -10,4 por ciento en edificaciones. La expansión de 7,1 por ciento de las obras civiles evitó una caída mayor. Infortunadamente, el lío de Odebrecht afectó el avance de las concesiones viales de 4G.
La minería, no obstante un crecimiento de -3,6 por ciento durante el año pasado, presentó mejores resultados gracias a que, como se dijo, las cotizaciones externas de las materias primas aumentaron progresivamente.
El sector industrial, del que se esperaba que en 2017 tuviera una pronta recuperación, no consiguió mejorar su desempeño y presentó un decrecimiento de -1,0 por ciento.
El comercio, que a lo largo de la década tuvo avances importantes, el año pasado creció solo 1,2 por ciento, jalonado, en parte, por el mejor desempeño del turismo.
Finalmente, el sector financiero, con un crecimiento de 3,8 por ciento, mantuvo su buena marcha, liderando, junto al agro, el crecimiento general.
En síntesis, el crecimiento en 2017 resultó bastante decepcionante ya que las dificultades que enfrentó la economía terminaron superando la muy limitada capacidad de maniobra de la política gubernamental. Ojalá que los buenos pronósticos para 2018 se cumplan.