Story, o historia como quien dice cuento o relato, en español, es la primera palabra que los dos personajes principales de “Noticias del gran mundo” descubren que ambos entienden: tanto el excapitán del ejército confederado Jefferson Kidd, como esa niña rubia de rasgos toscos que la vida le puso en el camino, a quien sus padres alemanes bautizaron Johanna, y los indígenas kiowa que la secuestraron después de matar a su familia, llamaron “Cicada” (Cigarra).
Esa palabra, historia, es la clave de este western. Entre los géneros cinematográficos, las películas de vaqueros cumplen la misma función que las parábolas en los sermones católicos. Como permiten ubicar a los personajes en un contexto salvaje, despojado de todo elemento superfluo, el escritor puede concentrarse en lo más básico, construyendo una historia que sea también una reflexión pequeña sobre grandes temas: la justicia, la honradez, la familia. Y en el caso particular de “News of the world”, lo que hace el capitán Kidd es convertir las noticias que lee de distintos periódicos ante auditorios atiborrados, en historias que puedan comprender y disfrutar los habitantes analfabetos de los pueblos que va visitando. ¿Qué gracia tienen unas palabras en un papel si no hay nadie que pueda entenderlas? El valor de las historias, nos recuerda esta película a cada instante, está en que puedan ser contadas. En que las ideas que contienen sean compartidas.
Tom Hanks le presta al capitán Kidd esa presencia suya que inevitablemente inspira confianza. Tal vez por eso nadie duda de su lectura, ni le pregunta si en verdad lo que cuenta es lo que está escrito en esos periódicos. A su vez nosotros como audiencia le creemos todo a su actuación: desde esa especie de digna viudez que lleva a cuestas, incluso ante mujeres que comparten su cama, hasta la forma en que consigue intercambiar frases con la pequeña Johanna. En una de las mejores escenas logra concretar la diferencia entre la cosmogonía indígena, que veía el cielo y la tierra y al hombre dentro de ellos como un todo, frente al relato de los hombres como él, para quien el mundo es sólo una línea que corre en una dirección.
Esta road movie en carreta va consolidando un vínculo entre la niña y el adulto durante su viaje, con algunos episodios mejor hilados que otros, pero siempre con la solvencia narrativa de Paul Greengrass, director y uno de los guionistas que adaptó la novela de Paulette Jiles. Tal vez el mejor episodio sea aquel en que el capitán Kidd se niega a leer las noticias amañadas que favorecen a un tipo que ha creado una colonia donde es la única autoridad. Al insuflar esperanza en los corazones de la gente, con una historia de mineros que se salvan de la muerte, el villano percibe el poder de las palabras, lo que puede ocurrir si un periodismo veraz les cuenta a las personas cómo es el mundo en realidad.
La nota negativa la pone la grandilocuente y excesiva música de James Newton Howard, quien no supo ver que la película estaba escrita con sordina, alrededor de una idea: no amamos a quien se comunica con nosotros sin palabras. Sino a aquellos que jamás se aburren de oír nuestras historias.