Mis relaciones con el presidente Duque no son las mejores. Se ha dedicado a gobernar con un espejo retrovisor, pero un espejo de esos que distorsionan la imagen, (...) y ha optado, extrañamente, por no mencionar mi nombre. (...) Para el Presidente de la República este humilde servidor simple y llanamente no existe.
(...) Le dijo usted a la JEP que tenían preparado un atentado en mi contra y que no lo ejecutaron por razones “éticas”. No fue el único y no hubiera sido “antiético”. Yo mismo impuse las reglas de juego, que ustedes aceptaron: negociamos en medio de la guerra como si no hubiera guerra, y seguimos en la guerra como si no hubiese negociación. La denominé la doctrina Rabin (...)
Reconozco que ustedes siempre pidieron un cese del fuego y yo me negué con el argumento de que al perro no lo capan dos veces. Les advertí que habría cese del fuego solo cuando llegáramos a acuerdos concretos. Y recuerdo que específicamente les dije que matarme a mí sería parte de las reglas de juego, y –por supuesto– viceversa. Por eso no hubiera sido “antiético”, pero agradezco el gesto.
Pero mire cómo es la vida. Después de intentar matarnos durante tanto tiempo, ahora estamos juntos luchando por la paz