El caso de Estados Unidos es único. No hay ningún otro que en menos de 365 días tenga registrados 364 ataques de esta índole. Por ello el análisis debe ser distinto. Entre otras cosas porque el 90 % de estos ataques provienen de personas desequilibradas, afectadas emocionalmente por muy diversas razones. Y además, ningún otro país del mundo tiene la libertad de acceso a las armas de fuego como lo tiene Estados Unidos. Las estadísticas dicen que allá nueve de cada diez personas tienen un arma de fuego, desde revólver y pistolas hasta fusiles de asalto, de venta libre.
Hay casos de ataques o incidentes con personas de origen islámico, que sin obedecer órdenes de alguna organización, o sin pertenecer a redes, asumen de manera espontánea los llamados de Isis, Hamás, Hezbollah, etc, y ejecutan acciones de este tipo, algunos de ellos dentro de unidades militares, y todos con armas de fuego, no con explosivos.
Mientras el gobierno activa planes como el “Active shooter”, para saber cómo reaccionar ante un ataque armado, otras entidades como la Asociación Nacional del Rifle invitan es, precisamente, a armarse para defenderse. Hay todo un complejo industrial militar detrás de esto. Y lo que es claro es que no hay forma posible de prevenir estos ataques.
Regístrate al newsletter