Ninguno de los candidatos plantea por ahora propuestas en materia de relaciones internacionales, en particular con Estados Unidos, que ha expresado abiertamente su preocupación por el crecimiento de los cultivos ilícitos y el mercado de la cocaína en Colombia. Pareciera importarle más el tema a ellos que a nuestro país, que hoy es el primer productor mundial.
Con excepción de Iván Duque, que ha manifestado que retomará la comunicación con Washington tan pronto asuma la presidencia, los demás candidatos guardan silencio, en particular los de izquierda y los que tuvieron contacto con La Habana. Ese es un silencio sumamente perjudicial. Ya vinieron Rex Tillerson y el jefe del Comando Sur y se apresta a venir Donald Trump. Esa ausencia de propuestas claras sobre lucha contra el narcotráfico es desfavorable. El embrollo es grande y los candidatos temen trazar una línea precisa.
Sobre los narcos invisibles, creo que hay algo de rosa en esa lectura debido a que de las 50 ciudades con más homicidios del mundo, Latinoamérica tiene 42. Tal vez esa tesis se ajuste a Colombia, dado que el crimen internacional no tiene interés en perturbar su negocio con violencia, pero no se ajusta a México donde tuvieron uno de los eneros más violentos de su historia.