El plebiscito, tal como se formuló y tal como quedó aprobado con pequeñas modificaciones, se da en términos de satisfacer las preocupaciones del gobierno nacional, y no tanto para dar una cobertura a la solución de un problema tan sustancial como la paz en Colombia.
Como en todo certamen electoral, se adelantará una campaña fuerte, entre otras cosas porque la Corte Constitucional dejó varias cosas sin resolver. Aunque precisó que el Sí o el No deben superar el umbral del 13 %, quedamos sin saber cómo se formulará la pregunta, o la financiación de la campaña sabiendo que ya el gobieno ha gastado millonadas en una propaganda anticipada.
Por ahora el único que tiene claro qué va a hacer en el plebiscito es el Gobierno. La oposición, y en concreto su fuerza principal que es el uribismo, apenas va a tomar una decisión este fin de semana sobre si votan por el No o si promueven la abstención.
Yo pienso que lo mejor es participar en el evento, no dejarle el camino libre al Gobierno, que va a intentar imponer su proceso de paz a como dé lugar. Los que consideramos que este proceso quedó mal hecho y es inconveniente para la nación, debemos oponernos por la vía civilista, y el plebiscito es una de esas vías.