Los americanos decidimos dar un paso de gigante hacia la limitación de nuestro gobierno bajo la administración Reagan. No olvidemos la era en la que restauramos la confianza de los estadounidenses en sí mismos y en el futuro, diseñamos un período de prosperidad económica incomparable y ganamos la Guerra Fría sin disparar un tiro.
Solo en los últimos cuatro años, los conservadores han logrado grandes cosas: la confirmación de tres magistrados en la Corte Suprema, una reducción de impuestos significativa (para todos los estadounidenses, no solo para los ricos), acuerdos de paz sin precedentes en el Medio Oriente, la restauración de nuestros militares y una política desreguladora que precipitó un crecimiento económico histórico.
Ahora, a pesar del resultado decepcionante de las elecciones de 2020, no es momento de que los conservadores renuncien o se vayan. Tienen un papel y una responsabilidad especiales: oponerse a una agenda progresista que promete más programas y regulaciones gubernamentales, más impuestos y gastos, que nos llevarían por el camino del socialismo.
Estas ideas han servido bien a nuestra nación y al pueblo americano durante 244 años. Ahora es el momento de que los conservadores tengan fe y trabajen aún más para articular una visión basada en estas ideas y ayudar a unir a nuestra nación dividida