La euforia que generamos con el cambio, el haber frenado el camino que nos llevaba a ser Venezuela, nos ayudó a convencer a quienes nos prestaban la plata de que nos dieran tiempo para resolver nuestros problemas estructurales en unos años. Y durante mucho tiempo nos fue bien, la economía creció casi dos años seguidos, bajamos la pobreza y creamos cientos de miles de puestos de trabajo. Y mejoramos la situación de energía, y logramos poner en marcha industrias como la renovable, el turismo, que nos darán mucho en el futuro.
Pero después de dos años y unos meses todo cambió y en buena parte por situaciones que están fuera de nuestro control. Sufrimos la peor sequía en más de medio siglo y por una mala política del gobierno anterior actualmente importamos petróleo y desgraciadamente el precio aumentó. Y China y Estados Unidos hicieron una batalla comercial que perjudicó países como el nuestro.
El conjunto de todos estos problemas provocó que los que nos prestaban plata para superar la crisis empezaron a dudar. Y al tomar decisiones para enfrentar esta nueva circunstancia, tomamos medidas que tenemos que aclarar. No fuimos capaces de avanzar con las reformas estructurales. Esto aumenta la percepción de riesgo y el dólar empezó a subir.