El gobierno de Juan Manuel Santos tiene a su haber, en primer lugar, que es democrático, la suya no ha sido una administración perseguidora; segundo, que va a dejar huella en obras públicas, lo cual es muy destacable; tercero, sus loables esfuerzos de paz, que esperamos concluyan bien a pesar de todas las dificultades.
En cuanto al debe, encuentro que es un gobierno muy tecnocrático, poco conectado con las regiones. En general la cúpula del gobierno no ha estado inmersa en escándalos, pero es una élite ante todo bogotana, que no está comunicada con el país, y esa ha sido una falla de sustento de esta administración. También hay que decir que fue un grave error haber vuelto a la reelección, no apta para nuestra cultura latina.
El presidente se proclama liberal, pero es que hay que entender que los partidos se acabaron. Son apenas banderas desteñidas. Y por eso se permiten todas las volteretas. Aunque podría aceptarse que, de pensamiento, el presidente Santos es un hombre liberal. Y eso no pugna con que sea un gobierno pragmático.
La opinión pública tiene el derecho de hacer un balance día a día de este y de cualquier otro gobierno. Y el otro balance lo hará la historia, que en este caso estará atado necesariamente a los diálogos de paz.
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