Nos preocupa la movilidad del Valle de Aburrá. Sabemos que, en muchos días y horas, el sistema ya colapsó; los tacos nos agobian y la contaminación del aire -íntimamente ligada a un sistema de movilidad con demasiados exhostos- amenaza nuestras vidas.
No conversar sobre este tema no es una opción válida. Intentar ocultar el problema, o insinuar que ya lo estamos solucionando es irresponsable.
Queda claro que el crecimiento exponencial en el uso de la motocicleta y sus externalidades negativas (en contaminación y salud pública) son una amenaza mucho más grande de lo que imaginamos. Se reiteró con claridad que al hablar de movilidad en una ciudad tan inequitativa como Medellín, también hablamos de retos de exclusión.
No me parecieron claras las explicaciones brindadas por la Alcaldía de Medellín sobre el lento avance de las obras de las ciclorrutas (sólo 2 kilómetros en los dos primeros años), ni del Tranvía de la 80 (se insinuó que la responsabilidad es del Gobierno Nacional). Ambos componentes son centrales (¡y urgentes!) para soñar con mayores niveles de sostenibilidad en nuestro sistema.
Al final, el mensaje fue positivo. Aún estamos a tiempo de avanzar hacia una movilidad más humana.