Cuando se generaliza entre un sector como el de la oposición venezolana el tono amenazante, cargado del más irracional y desenfrenado odio hacia quienes no comparten su visión entreguista y pitiyanqui de la patria, lleno del más virulento deseo de muerte hacia esos venezolanos cuyo único pecado es soñar para su país el espacio de paz, justicia e igualdad que el mundo capitalista les niega a los pobres y desamparados de la tierra que ese mismo capitalismo genera con su perverso modelo de exclusión, explotación y acumulación de riqueza en pocas manos, se puede decir que se está en presencia de los signos inequívocos de un fascismo embrionario. Con ese fascismo estamos conviviendo desde hace mucho rato. Que no hayamos querido asumirlo con la debida responsabilidad para contener su desarrollo es otra cosa. Pero el fascismo está ahí, junto a nosotros, en cada rincón de Venezuela donde las opciones del diálogo político estén siendo cercenadas o simplemente petardeadas por una derecha obtusa, terca e irresponsable que no tiene ni la más remota idea del monstruo que está engendrando con su necio empeño en ver en la Patria solo un negocio al cual pudieran sacarle buen provecho en forma de unos cuantos dólares.
* (www.soyaranguibel.com).