El gran escritor Thomas Mann, en La montaña mágica, hace una reflexión que debería tenerse en cuenta a propósito de la recién nacida Comisión de la Verdad. Comienza la novela advirtiendo al lector sobre que lo allí narrado hubo de ocurrir hace un tiempo lejano; tanto cuanto el necesario para que la historia pueda ser contada, porque una historia sólo puede ser contada cuando ya ha pasado.
En igual sentido, Ortega y Gasset, el filósofo madrileño, sostiene que todo objeto para ser adecuadamente contemplado requiere de la castidad de una distancia, como, por ejemplo, el hecho histórico, que, además de exigir una distancia espiritual por parte del historiador, exige de cierta distancia temporal, en tanto ha de esperarse a que los hechos que pretenden recrearse hayan dejado de latir, se hayan aquietado.
Pues bien, el “conflicto” colombiano, que aún no ha dejado de existir, no puede pretender ser reconstruido históricamente en lo que a sus causas se refiere, con miras a una comprensión que posibilite la “sanación de las heridas”. No existe quién, con el sosiego o la distancia espiritual y la temporal necesarias, pueda contemplarlo sin contaminación ideológica. Una historia sólo puede ser contada cuando ya ha pasado.
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