Como parlamentario del Partido Liberal conocí bien y traté al presidente Virgilio Barco. Tengo constancia directa de su verticalidad, como cuando ordenó cumplir con el compromiso electoral de poner en marcha la elección popular de alcaldes, ya aprobada en el mandato anterior pero pendiente de reglamentación, y frente a la cual varios jefes del partido tenían reservas.
No creo que Barco haya sido un presidente ajeno a su época. Por el contrario, fue un mandatario plenamente ajustado a los retos contemporáneos. Hizo una cosa muy valiosa, que fue reponer el sistema de gobierno y oposición, lo cual permitió cumplir una mejor administración, pues estaba de forma permanente sujeta al control político de la oposición del conservatismo.
También fue un presidente valiente, que enfrentó con toda determinación al narcotráfico, los ataques de Pablo Escobar. En su gobierno fue abatido alias “el Mexicano”.
Aunque en Antioquia existe la impresión de que Barco paralizó el Metro, lo que hizo fue expedir la Ley de Metros, que permitió que la obra se reanudara y culminara con éxito.
Debo decir también que siempre que acudí a la Casa de Nariño encontré a un presidente en pleno uso de sus facultades y al tanto de todos los asuntos del gobierno.