Con bombos y platillos Nicolás Maduro regresó de China festejando los éxitos de su visita asiática. “A toda Prueba y a Todo Tiempo” fue la frase con la que el comunicado conjunto entre Pekín y Caracas calificó el género de relación estratégica que mantienen los dos países. La altisonante frase, extremadamente útil, bien pensada y calibrada por los chinos para la explotación periodística, intenta pasar el mensaje a la colectividad internacional de que ambas naciones están indisolublemente ligadas... cuando es poco lo que queda de la imbricación del pasado.
Venezuela, a pesar del comunicado plagado de saludos a la bandera, no consiguió lo esencial de lo que había ido a buscar: nuevos recursos, nuevos empréstitos, para emprender nuevas inversiones en el negocio petrolero o de distinto tipo, que logren sacarle las castañas del fuego a una administración fallida y quebrada en vísperas de una contienda electoral.
Tampoco Venezuela consiguió una rebaja en el monto de su colosal deuda con los chinos. Los intereses de los empréstitos a ese país que deberían servirse con entregas de petróleo, no están siendo cancelados desde hace un buen tiempo, lo que sin duda no tiene cómodo a Pekín. Y es así como China no se aventuró a amarrarse de nuevo con el país tropical con un nuevo proyecto o joint-venture específico de inversión conjunta. Bastante hace el Imperio del Centro en mantener en suelo venezolano una empresa mixta con la petrolera estatal PDVSA – SINOPEC-para asegurarse el repago de unas acreencias contra Venezuela que se tasan hoy entre 13 y 19.000 millones de dólares.
Es que China no pasó por alto que Maduro se fue a China dejando a sus espaldas el rancho ardiendo: un país endeudado hasta los tuétanos, cerca de 170.000 millones , sin contar con los reclamos judiciales. En efecto la deuda venezolana de estos momentos asciende a 327% de su PIB. No es necesario comentar cómo una economía de esas características debe ser considerada una economía inviable.
En honor a la verdad, quien realmente tiene éxitos que exhibir de este paseo es Xi Jinping. El hábil negociador se prestó a redactar y difundir el mensaje conjunto de nueve páginas en el cual declara a los cuatro vientos que los dos países mantienen una muy imbricada relación estratégica ya que a cambio, obtuvo concesiones significativas de su interlocutor. Logró conseguir el compromiso de que el voto venezolano acompañe a China en los organismos y foros internacionales en los que se dirimen temas de vital trascendencia para Pekín. Nos referimos a asuntos como las disputas en torno a Taiwán, Hong Kong, el genocidio de Xinjian, los Uigures, el Mar Meridional de China y en cuanto foro multilateral en el que China es y será cuestionada y castigada por sus constantes violaciones de los derechos humanos. El comunicado, por igual, hace mención clara de la inconveniencia de la existencia de sanciones internacionales, asunto que compete tanto a China como a Venezuela por los mismos motivos: el craso irrespeto a los derechos de los individuos.
Por último, logró que Venezuela se sume a la visión particular de Pekín sobre la guerra de Ucrania, que de acuerdo al ideario chino solo se resolverá negociando y consiguió, por igual, que Venezuela comparta la visión que ya China ha vendido a los BRICs de acuerdo a la cual es preciso contar con una nueva moneda de intercambio diferente al dólar.