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“Utilidad del negocio se va en pagar la extorsión, no queda para el crédito”: Asomicrofinanzas

María Clara Hoyos, presidenta de Asomicrofinanzas, analiza los retos del microcrédito en Colombia con violencia, informalidad, altas tasas y cómo Antioquia lidera con resiliencia y educación financiera.

  • Maria Clara Hoyos, presidente ejecutiva de Asomicrofinanzas. FOTO Cortesía
    Maria Clara Hoyos, presidente ejecutiva de Asomicrofinanzas. FOTO Cortesía
29 de junio de 2025
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Con un saldo de cartera que supera los $2,5 billones y más de 260.000 clientes, Antioquia se consolida como uno de los motores del microcrédito en Colombia. La región concentra el 11,4% del total de esta cartera a nivel nacional, y Medellín, su capital, representa casi una cuarta parte del saldo departamental.

A pesar del panorama desafiante, los indicadores muestran una resiliencia destacable: al cierre de marzo de 2025, la cartera vencida en Antioquia fue del 8%, por debajo del promedio nacional, y en Medellín bajó incluso al 6,4%.

Estos datos se dan a conocer en la antesala del Congreso Internacional de Asomicrofinanzas, que este año regresa a Bogotá los días 24 y 25 de julio con un llamado claro: innovar con impacto social. En entrevista con EL COLOMBIANO, María Clara Hoyos, presidenta ejecutiva del gremio, analiza el papel protagónico del departamento en el ecosistema del microcrédito, los desafíos del sector y las oportunidades que trae la inteligencia artificial y la inclusión financiera.

¿Cómo está hoy el sector de las microfinanzas, cómo está el gremio, partiendo de todo lo que está viviendo Colombia y el contexto internacional?

“Antioquia es fundamental para la industria microfinanciera y para el gremio. Nuestra filosofía es que aquí no regalamos plata. Lo que hacemos es apoyar a los micronegocios, desde los de subsistencia, y brindarles todo el acompañamiento que requieren a través de servicios financieros como el microcrédito, los ahorros y los seguros. Tenemos bancos de nicho. Dentro de esos, hay entidades cuya cartera está compuesta en más del 80% por microempresarios. Por ejemplo, uno muy relevante en Antioquia es Bancamía, que nace de la unión de la Corporación Mundial de la Mujer Medellín con la de Bogotá y la Fundación BBVA. Todo esto permite que esa microempresa se fortalezca, reciba educación financiera, separe las cuentas del hogar de las del negocio y siga creciendo, poco a poco, como empresa. Los acompañamos en un proceso de avance hacia la formalización, sin exigírsela de entrada. Hoy tenemos cerca de 3 millones de clientes en microfinanzas, y el 80% son informales. Los acompañamos en ese proceso. Incluso hemos trabajado temas con Proantioquia para facilitar esa transición hacia la formalización”.

Hay una preocupación que ustedes, desde el gremio, lanzaron: el problema de la seguridad y la violencia en las regiones. ¿Eso qué tanto está impactando en el acceso al crédito por los micronegocios, y también en morosidad?

“Antioquia sufrió y sigue sufriendo mucho ese flagelo, pero también el sur del país: el Cauca está muy complicado, igual que parte de Nariño, Norte de Santander —especialmente la zona del Catatumbo—. Esas regiones siguen siendo muy golpeadas. El Guaviare, por ejemplo, enfrenta una situación difícil.

Tenemos una gran preocupación. El microempresario que está siendo extorsionado llega a la entidad financiera y dice: “Mire, o pago la vacuna, o pago el crédito”. En esas circunstancias, ante amenazas contra la vida, no hay alternativa posible. El negocio no da para cubrir ambas cosas; la utilidad se va en pagar la extorsión, y no les alcanza para más. Sí se generó, especialmente en esas regiones, un deterioro muy marcado de la cartera. En Medellín, el indicador de cartera vencida al cierre de marzo de 2025 fue de 6,4%, muy por debajo del promedio nacional.

Pero en otras regiones, como el Cauca, la situación es terrible, y eso hace que el indicador nacional se dispare. En Norte de Santander, por ejemplo, muchas personas dejaron de pagar completamente. Hay zonas críticas en Cúcuta, algo en Ocaña, donde el problema es grave. En el Cauca, aunque Popayán tiene una buena concentración de créditos bien manejados, en los municipios aledaños el panorama es mucho más complejo. Todo esto se debe básicamente a problemas de orden público”.

¿Ha habido alguna respuesta por el Gobierno? ¿Qué están haciendo estas entidades financieras para contrarrestar esta situación?

“Una de las estrategias es tratar de reestructurar los créditos que se otorgan con un riesgo alto, pero siempre cuidando al microempresario. No les podemos condonar las deudas, porque no es una buena estrategia. En el momento en que masifiquemos, con o sin razón, la práctica de no pagar y que se condone la deuda, lo que hacemos es lanzar a esa población al ‘gota a gota’, porque, al final, tarde o temprano, no van a pagar.

Entonces, no podemos dejar de cobrar. Al contrario, hay que darles opciones para que paguen. Como le decía, nuestra filosofía siempre ha sido ofrecer un crédito ajustado a las necesidades, acompañado de educación financiera y formación para el negocio. Ustedes allá tienen un ejemplo nacional que es Interactuar. Por eso se logran tener indicadores de cartera vencida con mejor desempeño que muchas otras regiones, a pesar de las dificultades que se presentan en zonas como Ituango o Valdivia, donde también operamos”.

A corte de abril, han desembolsado alrededor de 5,2 billones de pesos en microcréditos. ¿En qué se están usando esos recursos? ¿En qué sectores se están enfocando?

“El 35% de la cartera está en municipios rurales. Dentro de esos municipios, la destinación de los recursos varía dependiendo de cada región. Por ejemplo, ustedes allá tienen zonas cacaoteras, otras bananeras —especialmente en el Urabá— y también hay regiones productoras de café.

Por otra parte, también tenemos muchos tenderos. Pero hay un tema muy importante que ha venido tomando fuerza: los textiles y la fabricación de muñecos de felpa, por ejemplo. También todo lo relacionado con alimentos funciona muy bien. Un caso curioso es el de las arepas, que tienen una demanda alta. Algunas microempresas están exportando arepas a Dinamarca y a Bogotá. Las mejores, dicen, son las del Carriel, que se producen allá mismo”.

Desde Asomicrofinanzas, ¿qué lectura tienen sobre el comportamiento de las tasas de interés en lo que va del año?

“Como se trata de pequeños negocios, el impacto por tasas de interés no es tan alto, porque ese porcentaje en pesos realmente no representa una gran diferencia. Lo que se les enseña es que, así como sube el costo del dinero, también sube el costo de la materia prima. Entonces, ¿qué ocurre? Que la materia prima se ha encarecido mucho más que lo que ha subido la tasa de interés. Por eso, de por sí, ellos ya tienen que aumentar el precio del producto final. No solamente por la tasa, sino por todos los costos adicionales que eso implica.

Por ejemplo, todos estos productos alimenticios que se vieron afectados con las últimas reformas que aumentaron impuestos, los microempresarios tienen que compensar ese incremento con un mayor valor en la venta. Entonces, lo que se les enseña es eso: que si el precio de los insumos sube, ellos también deben ajustar el precio del producto que están ofreciendo”.

¿Como gremio de las microfinancieras, están involucrados en el proceso que impulsa el Banco de la República con el sistema de pagos inmediato, Bre-b?

“Nosotros fuimos de los principales promotores de Bre-b desde que Ana María Prieto estaba en la Unidad de Regulación Financiera. Para nuestros microempresarios, este sistema es fundamental. Cuando uno pasa, por ejemplo, por Antioquia y ve esas arepas vendiéndose en la calle, muchas veces pagar con un mecanismo electrónico termina costando más en comisión que la misma arepa.

Por eso, veníamos trabajando para que una oblea en Bogotá o un pandebono se pueda pagar con un traslado automático, sin costos adicionales. Es la mejor forma para que nuestros microempresarios reciban pagos: primero, porque se reduce el riesgo al no manejar efectivo, y segundo, porque el pago es gratuito y no implica comisiones que terminan afectando el ingreso del negocio. Uno no puede aceptar que trasladar plata a otro banco salga tan caro. Por eso hemos trabajado de la mano del Banco de la República, y precisamente en el Congreso vamos a tener una presentación sobre Bre-b”.

Mencionaba que hoy son 3 millones de microempresarios los que acceden al sector microfinanciero. ¿Cómo está actualmente la inclusión financiera? ¿Qué avances hay en bancarización?

“Sobre la inclusión financiera, claramente hay regiones como Santander y Antioquia que están muy bancarizadas. El número de cuentas frente al número de habitantes en esos departamentos está muy por encima del promedio nacional. Bogotá también tiene una alta bancarización. Pero hay otras zonas donde es mucho más difícil, como el Chocó o algunas regiones de Boyacá.

El gran reto hoy está en cómo rebancarizar a una población que ya tuvo algún tipo de crédito, pero no bancario, sino en tiendas o almacenes, donde no siempre hay una colocación responsable de la cartera. Eso ha generado indicadores de cartera vencida muy altos en el comercio, y aún peores en el caso de las telecomunicaciones. Estas situaciones han llevado a que muchas personas estén reportadas, pero no precisamente por operaciones con entidades microfinancieras o bancarias, sino por otros sectores. Por eso, estamos trabajando en alternativas de rebancarización, para que esta población pueda volver al sistema financiero formal y tener acceso a productos ajustados a sus necesidades”.

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