Colombia enfrenta uno de los índices de rotación laboral más altos de América Latina: un 41 % anual, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Esto significa que, cada año, casi la mitad de los trabajadores en el país cambian de empleo, en un fenómeno que genera altos costos, pérdida de conocimiento y baja eficiencia dentro de las organizaciones.
Pero más allá de las cifras, el fenómeno pone en evidencia problemas estructurales del mercado laboral colombiano, que combinan informalidad, escasa estabilidad, bajos niveles de retención y una cultura empresarial que, históricamente, ha priorizado el reemplazo sobre la fidelización del talento.
Costos ocultos de la rotación
Estudios internacionales, como el de Gallup, advierten que reemplazar a un solo empleado puede costar entre el 50 % y el 200 % de su salario anual. Ese gasto no se limita al proceso de selección; incluye también el tiempo que toma la curva de aprendizaje, la caída en productividad durante el empalme y el impacto en la cultura organizacional. El problema se agrava cuando el fenómeno se vuelve constante. En sectores como el retail, la manufactura y los servicios, donde la demanda de personal es alta pero la permanencia es corta, los efectos de la rotación se vuelven crónicos y afectan directamente los resultados operativos.
Tres causas de fondo
Para entender por qué Colombia registra cifras tan elevadas de rotación, Andrés Díaz-Granados, cofundador de la plataforma T-Mapp, señala tres factores históricos:
“Primero, una informalidad laboral que supera el 56 %, lo que normaliza vínculos laborales débiles. Segundo, un mercado empresarial fragmentado, donde muchas compañías pequeñas no pueden ofrecer estabilidad ni planes de carrera. Y tercero, una cultura organizacional que todavía ve el reemplazo como más barato que la retención”, explica.
Este escenario genera relaciones laborales de corto plazo, sin un horizonte claro ni compromiso mutuo entre empleador y trabajador.
¿Salario pesa más que el desarrollo?
De acuerdo con la encuesta EY Work Reimagined 2024, el 34 % de los trabajadores en América Latina está considerando cambiar de empleo en los próximos doce meses. En el caso colombiano, Díaz-Granados considera que la motivación principal sigue siendo económica:
“En un país con altos niveles de inflación y un costo de vida elevado, el salario y los beneficios siguen siendo decisivos. Sin embargo, cuando las condiciones salariales se igualan, muchos empleados sí empiezan a priorizar el crecimiento profesional y la formación continua”.
El problema es que las oportunidades de desarrollo al interior de las empresas suelen ser limitadas o poco claras, lo que refuerza la decisión de buscar nuevas alternativas.
Brechas de habilidades
Otro factor que alimenta la rotación es el desajuste entre las habilidades que demandan las empresas y las que poseen los trabajadores. Esa brecha, según Díaz-Granados, produce un círculo vicioso: “Las empresas contratan lo menos lejano a lo que necesitan, los empleados se sienten fuera de lugar y, como resultado, permanecen poco tiempo”.
La falta de inversión en capacitación inicial y reconversión de habilidades alimenta la frustración laboral. Sin oportunidades de crecimiento real, el cambio de empleo se vuelve una forma de escape.
La tecnología entra en escena
Frente a este escenario, algunas compañías han optado por tecnología e inteligencia artificial como vía para enfrentar el problema. Un caso reciente es el de UBITS, empresa especializada en gestión del talento, que adquirió Valu, una startup enfocada en reclutamiento automatizado mediante IA. Con esta integración, UBITS ha logrado reducir el tiempo de contratación en un 60 %, los costos en 45 % y mejorar la retención del talento en 20 % durante el primer año, según cifras internas de la empresa.
Además, proyectan ingresos adicionales de USD 2 millones al cierre de 2025, con una adopción creciente en sectores con alta rotación como servicios, retail y manufactura.