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“La educación industrial ha quedado obsoleta”

El escritor Borja Vilaseca explicó que solo con una educación más emocional, espiritual y en valores, podremos competir con las máquinas.

  • El español Borja Vilaseca es un escritor y emprendedor social que le apunta a la filosofía del capitalismo consciente. FOTO Jaime Pérez
    El español Borja Vilaseca es un escritor y emprendedor social que le apunta a la filosofía del capitalismo consciente. FOTO Jaime Pérez
27 de mayo de 2023
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El mundo parece consternado con la incursión de la inteligencia artificial, el ChatGPT se ha convertido en la nueva amenaza para los trabajadores, y los desarrolladores tecnológicos han advertido que se avecina una revolución capaz de cambiar al mundo que conocemos.

En ese contexto, hablamos con el escritor español Borja Vilaseca, quien estuvo en Medellín esta semana y es conocido como uno de los gurús más importantes del capitalismo consciente y el autoconocimiento, para quien es claro que la educación tendrá que cambiar para que los humanos no tengamos que competir con las máquinas.

“Vemos que las nuevas tendencias macroeconómicas están llevando a una parte de los empresarios y emprendedores a liderar las compañías desde otro lugar y no nos olvidemos que todo el proceso de robotización, de digitalización y de inteligencia artificial va a poner en jaque cuál es el papel del ser humano en la nueva economía”, dice el autor y agrega: “Entonces vamos a requerir de personas que hayan potenciado mucho su inteligencia, su motivación intrínseca, su talento, su pasión, porque luego no vamos a competir con las máquinas. Entonces llegará un momento en que veremos con claridad que la educación industrial ha quedado obsoleta y necesitamos revolucionarla hacia una educación más emocional, una educación más espiritual, una educación más en valores”.

Por eso es importante, insiste, redirigir una parte de la energía a transformar la educación, para educar en libertad, en consciencia, en felicidad y en sabiduría.

Capitalismo consciente

Como emprendedor social que también es, Vilaseca se enfrenta con frecuencia a la pregunta de ¿para qué crear empresa?, y su respuesta es “que el objetivo no sea ganar dinero, que no sea el lucro en el corto plazo, sino que el objetivo sea crear riqueza, eso es el capitalismo consciente”.

Pero lograrlo es difícil, especialmente porque “nos encontramos un gran corruptor: el ego. El ego es la excesiva identificación con la mente, con los pensamientos, que nos lleva a todos a caer en una neurosis muy sutil, que es creernos que lo que pensamos es la realidad. Cuando en realidad una cosa es la realidad y otra cosa es muy diferente es lo que percibimos, lo que interpretamos y lo que pensamos”, asegura.

Según la lógica del autor, es por eso que la mayoría de las compañías hacen lo que hacen solamente para ganar dinero en el corto plazo, y terminan generado toda una economía financiera alrededor de los resultados económicos al acabar cada trimestre, en el cumplimiento de metas apremiantes que no conducen a ningún cambio real más que a producir por producir, y dejar una utilidad en manos de los accionistas. Aquí Vilaseca insiste en que no es que esté en contra de los beneficios para los inversionistas, sino que este no debe ser el fin último sino una consecuencia del operar social de la empresa.

“En la medida en que la persona se va conociendo a sí misma, va iluminando sus sombras, va despertando, va conociendo su propia mente, va desidentificándose del ego, empieza a vivir con más sabiduría, con más consciencia, y desde ahí reconecta con su dimensión más esencial, y surgen unos nuevos valores, donde las personas conectan más con la vocación de servicio, conectan con la necesidad de hacer algo en lo que crean, con sentido, algo que les apasione, que les guste hacer, poner su vida al servicio de un proyecto con sentido, útil, creativo, que tenga un impacto social”, explica el escritor.

En su extenso trabajo con líderes empresariales del mundo, Vilaseca ha encontrado que muchos de ellos, quizás los más grandes e influyentes, se han dado cuenta que la plenitud no se encuentra en los beneficios trimestrales, que al contrario, cuanto más crecen sin un propósito, más vacíos se sienten.

En ese sentido, “se está dando una tendencia imparable hacia el autoconocimiento para un liderazgo más inspiracional en las compañías, porque están cambiando poco a poco los valores de la sociedad. Pero todo esto evidentemente sigue siendo una minoría emergente, pero que ya es imparable, porque es un nuevo paradigma que está emergiendo a nivel organizacional y empresarial”.

En la conversación con el autor, le planteamos que ese cambio profundo era también una promesa de la pandemia, un periodo en el que sentíamos que evolucionaríamos como sociedad, que los seres humanos seríamos más amistosos, más inspiradores y el liderazgo sería transformador, pero en cambio nos encontramos con más de lo mismo, e incluso en algunos aspectos peores si se parte de ejemplos como el de la guerra en Ucrania.

Su respuesta fue que “evidentemente todavía esa gente despierta, que se ha cuestionado, que está activamente conociéndose, que está viviendo su vida desde otro lugar, no tan egocéntrico, sino más altruista, son personas que tienen unos denominadores comunes: este discurso solamente cala en personas que han pasado por una crisis existencial, una saturación de sufrimiento, y que fruto de ese proceso han hecho una introspección de autoconocimiento y han despertado. Y de pronto también es una cuestión, como tú bien has dicho, de intención y de voluntad”.

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