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Ataque y defensa, ¿única táctica en el juego Gilinski vs. el GEA?

Procesos que ya tocan la puerta de la Corte Suprema, y acciones populares ya saltaron a la cancha.

  • Hasta la Corte Suprema de Justicia empiezan a llegar los esfuerzos legales de Jaime Gilinski por controlar al GEA. FOTO EL COLOMBIANO
    Hasta la Corte Suprema de Justicia empiezan a llegar los esfuerzos legales de Jaime Gilinski por controlar al GEA. FOTO EL COLOMBIANO
20 de noviembre de 2022
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“Con Jaime Gilinski es un infierno administrar a Sura y a Nutresa. Tener paz en la administración de las dos organizaciones es una quimera”. De este modo sintetizan algunas personas cercanas a las compañías del GEA lo que ha sido la llegada del banquero caleño como accionista de estas sociedades en las que posee participaciones del 38% y el 31,09%, respectivamente.

Las movidas de las dos últimas semanas por parte de sus representantes en el campo de la junta directiva de Sura demuestran que, efectivamente, les ha hecho la vida imposible a los ejecutivos, y con su estrategia jurídica pone zancadillas que lo que hacen es destruir valor porque nada bueno está aportando.

Para otros, luego de más de un año de haberse dado el pitazo inicial con la primera Oferta Pública de Adquisición (OPA) por acciones de las compañías del llamado Sindicato Antioqueño, o Grupo Empresarial Antioqueño (GEA), es patente la parálisis gerencial y la zozobra en estas sociedades, debido a la sucesión de ofertas que se han ejecutado con las respectivas limitaciones que estos procesos imponen a sus administradores.

Además, es notorio que Gilinski ha recurrido a distintas formas para ejercer presión sobre los accionistas, los administradores y las juntas directivas, tales como sembrar dudas y generar suspicacias sobre el comportamiento de ellos, con el ánimo de capitalizar todo eso a su favor.

A los reiterados cuestionamientos de Gilinski como “nuevo accionista” que ya han llegado a los jueces, se suman las frecuentes convocatorias a asambleas extraordinarias (más de diez en el caso de Sura), las cuales ha solicitado incluso a través de la revisoría fiscal de la empresa, y en las que se han dado las explicaciones requeridas.

Las actuaciones de Gilinski “han forzado a cambios frecuentes de miembros de junta directiva y han llevado a una cuasi parálisis gerencial de esas empresas”, anotó recientemente el Centro de Pensamiento de la Universidad EIA.

Tampoco resulta coherente que se someta a presiones permanentes en un período tan prolongado, más de un año, a las empresas y a sus administradores con el consecuente perjuicio para las compañías. Aunque lo actuado por los Gilinski pueda ser legal, habría que preguntarse si es ético.

En ese escenario, a poco más de un año después de la primera OPA, la forma de actuar de Gilinski como protagonista de una serie de ofrecimientos hostiles y su forma de relacionarse con otros accionistas del GEA, dejan claro que está lejos de la presentación que hizo en la asamblea ordinaria de Sura, en marzo, cuando aseguró que su propósito sería ayudar a empujar a que la compañía continuara con los éxitos que ha tenido y a tener más en el futuro.

“Estamos aquí para apoyar. No hubiera hecho una inversión de la magnitud de la que hicimos si no tuviéramos confianza en que es una gran empresa. Segundo, es confianza en Colombia. El país lo que necesita es confianza (...) para que hagamos lo posible y para que empresas como Sura sigan creciendo, desarrollándose y siendo exitosas”, expresó entonces.

Pero, hasta este momento lo que ha existido es abundancia de acciones jurídicas y presiones mediáticas, mientras que son escasas las iniciativas empresariales y de negocio que él haya planteado. Es un escenario de disputas y de destrucción de confianza, más no de generación de valor económico y social.

“La distribución accionaria y el gobierno corporativo actuales son insostenibles, tanto para los accionistas tradicionales como para los recientes. Si bien los Gilinski apuntaban a hacerse rápidamente al control de Nutresa, quizás les está costando mucho más de lo esperado”, añadió la EIA.

Regulación y vigilancia

La finalización el pasado viernes de la OPA por Nutresa, la cuarta en el término de un año, aunque lanzada aparentemente por un inversionista extranjero (IHC), pero que tiene negocios con la familia Gilinski, suscita cuestionamientos frente al papel que han desempeñado diversas autoridades.

Del gobierno de Iván Duque, que terminó en agosto pasado, se señala que tramitó con inusual celeridad las aprobaciones de las primeras OPA por Nutresa y Sura, imposibilitando a los vinculados a ellas a que estudiaran con detenimiento las implicaciones de estas operaciones.

De conformidad con la normatividad aplicable, el proceso surtido para la legalización de la primera oferta por Grupo Nutresa fue irregular. Esto, por cuanto el cuadernillo de la OPA no se publicó de manera simultánea al aviso. Horas después de que Sura reclamara ante la Superintendencia Financiera que el hecho vulneraba el acceso a la información oportuna y suficiente de los interesados, el documento fue publicado, lo que constituyó un hito sin precedentes en el mercado de valores colombiano.

Por eso, las inquietudes que durante este tiempo se han escuchado tienen que ver con que ¿acaso el gobierno y las autoridades financieras han sido complacientes, al quedar en evidencia que hay dudas sobre la interpretación y aplicación de ciertas normas, que han favorecido ostensiblemente a los oferentes? ¿Hasta cuándo se permitirán más OPA sucesivas por las mismas empresas? ¿Por qué las autoridades no han introducido en este tiempo los ajustes que requiere la regulación, y se pueda contar con un mercado accionario eficiente y transparente que genere confianza para las empresas y los inversionistas?

Buena parte de las respuestas corresponde darlas a personajes como el superintendente Financiero, Jorge Castaño, quien fue ratificado por el gobierno de Gustavo Petro; al igual que al superintendente de Sociedades, Billy Escobar, quien fue posesionado en diciembre del año pasado por la entonces ministra de Comercio, María Ximena Lombana, quien casualmente hace parte hoy de la junta de Sura, en representación de Gilinski.

Cinco de ocho

Según la Bolsa de Valores de Colombia (BVC), la oferta de la sociedad árabe IHC se declaró desierta, dado que durante el periodo de aceptaciones (3 al 18 de noviembre) solo alcanzó el 7,71% de las acciones de Nutresa, mientras que el objetivo era de mínimo el 25%.

Al no solicitar la eliminación de ese tope para quedarse con las 35,31 millones de acciones que estuvieron puestas a la venta, todos aquellos que se interesaron en el negocio se quedaron con los crespos hechos, incluso Gilinski, quien antes del cierre de la oferta habría considerado ayudarle a IHC para que cumpliera sus metas.

En el supuesto de que Nugil, la empresa de los Gilinski que tiene 142,3 millones de acciones de Nutresa, hubiera vendido hasta el 9,99% de esa participación como se anunció previamente, es decir unas 14,2 millones de acciones, la familia del banquero estaría percibiendo unos US$213,27 millones, pero no fue así.

Con este argumento, dicen quienes lo conocen, que podría instaurar un pleito contra los administradores de Sura señalando que no logró aprovechar una oportunidad que para él como accionista le hubiera permitido recuperar parte de las inversiones que ha ejecutado para comprar acciones de esa holding financiera y de Nutresa, las cuales suman unos US$2.500 millones.

En asambleas en las que Jaime Gilinski ha participado, siempre ha abogado porque Sura y Argos enajenen las porciones accionarias que tienen en Nutresa sosteniendo que “los accionistas son los únicos que no se han beneficiado en los últimos 10 años porque el retorno a su inversión no se ha dado. Las acciones de Nutresa han caído más de 50% en dólares en ese periodo”.

La OPA anterior por Nutresa, la tercera formulada por su firma Nugil entre abril y mayo de este año, también fue declarada desierta, al igual que la que se lanzó por Grupo Argos entre junio y julio, es decir que de las ocho ofertas lanzadas por los grandes conglomerados del Sindicato Antioqueño, tres han fracasado.

Este fin de semana otra de las preguntas que ronda entre los accionistas de Sura, Nutresa y Argos es ¿a qué le apuntará ahora IHC con los US$2.145,7 millones que intentó invertir en la OPA?

El imperio de la ley

Mientras el ofrecimiento por Nutresa avanzó en la bolsa, el Grupo Gilinski y el GEA desplegaron una amplia serie de movidas o tácticas legales, que el viernes escalaron hasta la Corte Suprema de Justicia.

En su pronunciamiento el magistrado Aroldo Quiroz Monsalvo devolvió a la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá un proceso instaurado por JGDB Holding contra la Superintendencia de Sociedades, que por error llegó a su despacho.

Los señalamientos contra la administración de Sura en cabeza de Gonzalo Pérez, y los vicepresidentes de Negocios y de Asuntos Legales, Ricardo Jaramillo y Juan Luis Múnera, estuvieron a la orden del día, pues desde la óptica de los abogados de Gilinski estos incumplieron las directrices que impartió la junta directiva, en el sentido de vender las acciones que la empresa tiene en Nutresa.

A su favor, la alta gerencia de Sura argumentó que los anuncios hechos por Ángela María Tafur, María Ximena Lombana y Andrés Bernal, miembros de junta en representación de Gilinski, en el sentido de negociar las especies no tenían validez, pues en un órgano directivo de siete integrantes solo tres no representan la mayoría, toda vez que cuatro de ellos habían renunciado.

Para evitar “un gol en fuera de lugar”, la empresa y extrabajadores interpusieron recursos, entre ellos una acción popular, ante juzgados de Medellín que horas antes de que terminara la OPA dictaron medidas cautelares para que Lombana, Tafur y Bernal se abstuvieran de impartir instrucciones sobre la OPA.

El próximo martes, cuando está convocada una nueva asamblea extraordinaria de accionistas de Sura, en la que se deberá elegir la junta directiva se volverán a ver las caras y hacer contar con votos, en un lado de la cancha, a las figuras del GEA acompañadas de sus apoderados y asesores, y lo propio hará en el otro costado Jaime Gilinski, quien por lo general es seguido de su hijo Gabriel, y su equipo de abogados de DLA Piper Martínez Beltrán (ver ¿Qué sigue?)

35,23%
es la participación accionaria que posee Sura en la holding de alimentos Nutresa.
$54.600
precio con el que cerró la acción de Nutresa el viernes, en la bolsa de valores.
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