En medio del proceso de recuperación económica, el leasing continuó posicionándose como un aliado estratégico para la reactivación del sector productivo en Colombia. Así lo expuso la Asociación Bancaria y de Entidades Financieras (Asobancaria).
Según el gremio, la cartera total de leasing (incluyendo anticipos) ha mantenido una tendencia alcista en su participación dentro del Producto Interno Bruto (PIB) del país desde el primer trimestre de 2020, llegando a ubicarse en 5,84 % en el primer trimestre de 2021.
Sin embargo, si bien este mercado no es nuevo en el país, existen algunas dudas sobre cómo funciona y cuáles son sus beneficios y riesgos. Expertos consultados por EL COLOMBIANO explicaron de qué se trata este tipo de financiamiento y qué debe tener en cuenta antes de adquirirlo.
¿En qué consiste?
Alejandro Useche, profesor de la Escuela de Administración de la Universidad del Rosario, explicó que se trata de un sistema que permite tomar en arriendo un activo (desde equipos para oficinas, maquinaria especializada y software, hasta locales comerciales, cualquier clase de vehículos, viviendas nuevas, usadas o sobre planos) con opción de compra al final del contrato.
“Esta es una alternativa atractiva, principalmente en épocas de dificultades económicas como las que estamos pasando. Significa que las personas que necesitan o desean acceder a determinado activo pueden hacerlo sin necesidad de contar con el monto total para su adquisición o con una cantidad alta de cuota inicial, sino que lo adquieren a manera de arrendamiento y pagan un canon o dinero mensualmente por tener el derecho a utilizarlo”, apuntó Useche.
Por su parte, Guillermo Alarcón, director de vivienda y leasing de Asobancaria, explicó a EL COLOMBIANO que en Colombia existen dos modalidades de leasing: financiero y operativo.
“En el primer caso, el establecimiento bancario o compañía de financiación adquiere un bien que entrega al cliente (locatario) para su uso durante un plazo convenido, a cambio del pago periódico de una suma de dinero denominada ‘canon’. Al finalizar la operación, el cliente tendrá la potestad de ejercer la opción de compra a un precio previamente pactado. Por otro lado, en el leasing operativo se sigue un esquema similar, pero no existe la intención de que el cliente adquiera la propiedad al final, por lo que no existe la opción de compra. Este mecanismo se entiende como una forma de pago por uso”, expresó Alarcón.
Y añadió que la cartera de leasing financiero llegó a $32,7 billones a marzo, según cifras de la Superfinanciera, de los cuales el 40,2 % llegó a mipymes, “lo que evidencia la importancia de este producto de cara a la recuperación”.
Beneficios y riesgos
Según Alarcón, entre los beneficios que ofrece el leasing, y que pueden ser aprovechados tanto por las empresas como por las personas, se encuentra la reducción del riesgo de la operación, dado que la propiedad del activo queda en cabeza de la entidad financiadora durante el tiempo que se use.
“Esto implica ventajas como la de requerir menores niveles de solvencia e historial crediticio en el cliente, que además puede permitir la financiación del 100 % del valor del activo, con plazos en la operación amplios y una menor tasa de interés. Adicionalmente, hay alta flexibilidad en la estructuración de los pagos requeridos por el cliente, dado que se entiende que estos dependen en muchos casos del uso del activo”, afirmó Alarcón.
Y explicó que, por ejemplo, para un cliente que adquiere vehículos de transporte destinados a llevar estudiantes, se pueden reducir u omitir los pagos en los meses en los que no hay clase.