El año pasado los pesos pesados de la alimentación animal en Colombia, Solla, Contegral e Italcol contabilizaron ingresos por 4,48 billones de pesos (ver Paréntesis).
De ese total el 31,4 % (unos 1,40 billones) correspondió a las ventas de Solla, compañía que obtuvo ganancias por 14.465 millones de pesos, y que después de 70 años de actividades tiene en la innovación la clave para capitalizar el auge que en la actualidad tiene el mercado de alimentos para mascotas.
Mauricio Campillo, presidente de la compañía, en diálogo con EL COLOMBIANO, explicó el nivel de sofisticación de un negocio que en sus inicios se concentró en alimentar ganado vacuno, porcinos y aves.
¿En qué está hoy el sector de la nutrición animal?
“En nuestro caso crecimos con unas líneas tradicionales, y fuimos incursionando en la alimentación de mascotas, principalmente perros. Pero, desde hace cinco años entramos en el segmento de gatos y ahora el portafolio se amplió a conejos, peces y babillas, estos últimos criados para el aprovechamiento de su piel la cual se exporta”.
¿Por qué cree que vale la pena producir alimento para las mascotas?
“Ahí tenemos un tema emocional. Quien alimenta por ejemplo a un equino crea un vínculo emocional muy fuerte. Igual pasa con todo lo que tiene que ver con mascotas, las cuales hacen parte hoy de las familias y por eso se habla de su humanización.
Por eso uno de nuestros focos está en la producción de alimentos para mascotas, una categoría que crece a doble dígito cada año y que le permite a las empresas dedicadas a atender este mercado crecer y atraer inversiones. En nuestro caso hemos invertido en la planta de extrusión (proceso para elaborar croquetas) en Valle, y hemos consolidado otros desarrollos como la alianza con la Universidad CES (Escuela de Veterinaria) para construir el centro de investigación canil, donde 40 perros se entrenan como catadores para probar las fórmulas que utilizamos en la producción de alimentos para caninos”.
Pero Solla le puso la mira a la alimentación humana...
“Sí, la empresa avanza en su proceso de crecimiento y está enfocada en varias categorías como la cadena productiva de alimento balanceado para animales y la producción de proteína animal para consumo humano. Hace unos años se suscribieron alianzas con aporte de capital (2013 en Distraves y 2014 Pollos del Galpón) para producir pollo, lo que nos ha permitido ser un jugador relevante en Santander y Valle como proveedor del consumidor final de ese alimento”.
¿De qué monto son las inversiones de la empresa?
“Para el desarrollo de genética porcícola en los últimos tres años hemos levantado seis granjas que han demandado unos 24.000 millones de pesos. El complejo de extrusión para el alimentos de mascotas requirió otros 20.000 millones de pesos, y también ejecutamos inversiones logísticas por otros 10.000 millones de pesos en los centros de distribución para que estuvieran en línea con el aumento en los volúmenes de producción”.
Con una tasa de cambio del dólar en niveles de 3.400 pesos, ¿qué está pasando con las materias primas (maíz y soya) que son importadas?
“Por el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos hay un contingente de 2,8 millones de toneladas de maíz que se puede traer sin arancel. Lo que ocurre es que el país necesita 5 millones de toneladas del grano, entonces agotado ese contingente es necesario traer otras 2,2 millones de toneladas pagando un arancel del 8,2 %. Con un dólar asomándose a los 3.500 pesos es necesario cuidar la tesorería de la compañía, por los riesgos que esto implica”.
¿Con cuál tasa de cambio se sentiría cómodo?
“Pienso que un dólar que le puede servir tanto a las empresas exportadoras como a las importadores sería de unos 3.000 pesos. No sé que tan lejos estemos para ver ese nivel en el mercado”.
¿Cómo sortean las empresas el hecho de traer materias primas para engordar cerdos y producir carne en Colombia frente a la importación de ese alimento que, según dice usted, tiene precios menores al costo de producción nacional?
“Ese es un concepto del que poco se habla y se llama la protección efectiva negativa. Esto significa que cuando importo una materia prima para producir en Colombia pagando los impuestos, nos encontramos con carne (un producto final) que llega de afuera sin pagar impuestos (por las exenciones de los TLC), o sea que ese empresario extranjero que está adelantado en la cadena trae el producto sin cancelar tributos, así que quienes estamos en el país generando empleo y pagamos impuestos tenemos, finalmente, que trasladarle eso al mercado”.
Entonces, ¿ya han sentido los consumidores ese traslado en los precios que deben pagar?
“Sí, ya hemos trasladado parte de esos precios al mercado. Esa es una realidad. Pero, el dólar en niveles de 3.400 pesos empezará a sentirse más en un mes, aproximadamente. En el manejo de nuestros inventarios hay uno de materia primas y otro de producto terminado. Así que en un mes habrá un efecto más fuerte en precios por esa cotización alta del dólar”.
¿Y qué efectos ha provocado la guerra comercial?
“En el segundo semestre del año pasado la guerra comercial entre Estados Unidos y China impactó muy fuertemente el mercado colombiano de proteína. La respuesta china al aumento de aranceles norteamericanos fue gravar los principales productos que Estados Unidos llevaba a ese país, entre ellos la carne de cerdo. Y justo es Estados Unidos el país que más está creciendo en la producción de ese alimento, con la puerta cerrada en China e incluso en México, esa carne llegó a Colombia. En 2018, el aumento de la carne de cerdo estadounidense fue de un 45 %, llevando a que el precio por kilo llegara a 3.900 pesos, cuando el costo de producción eficiente es de 4.800 pesos”.
Con tasas de crecimiento económico de 3 % y en el sector agropecuario de un 1,7 %, ¿cómo cree que va a cerrar el 2019?
“Tenemos unas líneas de negocio que están creciendo muy bien, y diría que estamos más optimistas frente al cierre del año pasado, pues observamos un mejor comportamiento en el desempeño de la compañía y en particular del consumo. Actualmente, estamos revisando las cifras de proyección de cierre, por la volatilidad de los precios del maíz y por la tasa de cambio, pero pensamos que nuestro crecimiento tanto en ventas como en volúmenes será superior a ese 3 % que observa la economía nacional”.