En Colombia 15,49 millones de personas son clasificadas como “inactivas”, es decir, en la semana en la que se indagó su condición “no participaron en la producción de bienes y servicios porque no lo necesitaban, no pueden o no están interesados en tener actividad remunerada”, según define el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane).
La cifra, que es la última disponible, se calculó entre septiembre y noviembre de 2020, y es la más alta en número de personas en este periodo desde 2001; mientras que en proporción de la Población en Edad de Trabajar (PET) alcanzó el 38,72 %, la participación más relevante desde 2008 (41,76 %).
Dice Maribel Castillo, directora del programa de Economía de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, que esta condición es importante “tenerla siempre presente porque en ella hay una gran proporción de población vulnerable como adultos mayores, población en condición de discapacidad y quienes se dedican al cuidado del hogar no remunerado, etc.”.
Este último grupo es el más representativo (45,2 %), seguido por quienes están estudiando (34,9 %); los demás están en otras actividades.
Justamente aquí radica toda la diferencia y también si es relevante o no traerlos al mercado laboral, explica Cristina Fernández, investigadora de Fedesarrollo: “Uno quisiera que los jóvenes estudiantes lo sigan siendo, las personas de edad, uno pensaría que no tendría sentido que se vincularan al mercado laboral; aunque este concepto se debe tener en cuenta con bastante laxitud, pues no se trata de sacar a las personas más experimentadas...”
También, afirmó Mauricio López, experto en mercado laboral de la Universidad de Antioquia, que en este grupo se encuentran personas con discapacidades que pueden querer trabajar, pero a quienes no se les abren las oportunidades, así como adultos mayores que pueden tener la intención de emplearse, pero que por su edad y cambios en productividad no son tomados en cuenta.
Una mirada desde el género
Reconoció Fernández que si bien el mercado laboral usualmente es explicado por la informalidad, con la crisis ocasionada por la covid-19 salieron a relucir los inactivos debido a su alza.
El dato que empezó en 14,5 millones de personas, en el trimestre móvil comprendido entre noviembre de 2019 y enero de 2020, tuvo su pico más alto entre abril y junio de 2020 —en 17,9 millones de personas— y va en 15,4 millones. Además, tiene una importante representatividad de las mujeres (64,5 %).
La proporción de mujeres frente al total de inactivos en un lapso de un año se mantiene casi imperceptible en (0,5 puntos porcentuales), pero en número de personas tuvo un alza de 777.858 de este género, al pasar de 9,36 millones entre septiembre y noviembre de 2019 a 10,14 millones en el mismo periodo de 2020.
Al decir que las labores del hogar son la actividad que más pesa en esta población, en el fondo se habla de las mujeres, si se tiene en cuenta que de las 6,9 millones de personas inactivas que se ocupan en esta actividad el 90,5 % son del género femenino.
“Por eso es fundamental que la Ley 1413 de Economía del cuidado entre en rigor para que se dé una reactivación real con enfoque de género”, aseguró Castillo.
Dice Fernández que si bien hay unos autores que aseguran que los oficios del hogar enfocados en las mujeres son voluntarios, y lo que hay es que reconocerlos, desde su mirada usualmente no funciona de esta manera, sino se da “porque se les adjudica la labor del cuidado, y en esto es fundamental tener centros para este fin; para que las mujeres puedan trabajar y la flexibilidad laboral sea legal”.
Justamente, recuerda la investigadora de Fedesarrollo que “en algunos países de mayores ingresos se les da un recurso a las personas que tienen que hacerse cargo de estas labores, aunque eso es costoso fiscalmente; pero en otras partes, los colegios se toman como centros, que en condiciones de mayor aislamiento (por la covid), las mujeres pueden llevar a sus hijos para que estén allí durante el día y para que realicen en línea las actividades, para que las mujeres puedan volver al mercado laboral”.
Desde la política pública, López agregó que es usual que se mire a la informalidad y se deje de lado este segmento de la población que no está considerado dentro del mercado laboral. “En estos resultados hay un tema de vulnerabilidad y de discriminación con las mujeres (...), así que es importante notarlo. El punto de partida debería ser preguntarnos cómo vincular una proporción de ellos que quieren hacerlo, y pueden salir de este estado y cuál debería ser el camino para su inserción”.
Finalmente, Castillo señaló que “es fundamental trabajar en la formación para el empleo y planes de desarrollo con enfoque territorial y de género. Si no, los inactivos y las personas que ni estudian ni trabajan seguirán aumentando, en una proporción que afecta principalmente a las mujeres”