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¿El río Medellín podría convertirse en el Cauca? Expertos alertan que es posible y que sería un escenario devastador

El cambio climático y la expansión urbana han creado las condiciones necesarias para que Medellín experimente un desastre como el de Valencia, España, según recalca investigador de la UdeA.

  • El río Medellín tiene al menos 82 puntos críticos y arrastra un deterioro y negligencia desde hace casi un siglo. FOTO: JULIO HERRERA
    El río Medellín tiene al menos 82 puntos críticos y arrastra un deterioro y negligencia desde hace casi un siglo. FOTO: JULIO HERRERA
18 de marzo de 2025
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El río Medellín anuncia y anticipa, cada tanto, que un día cobrará la factura por algunas decisiones equivocadas o las gestiones no realizadas para “tranquilizar” el afluente que es el principal eje de planificación urbana en el Valle de Aburrá. La semana pasada se desbordó dos veces en medio de los aguaceros y los 82 puntos críticos que actualmente tienen en zozobra hasta a la infraestructura de transporte en la ciudad recuerdan, precisamente, esas deudas que aumentan los riesgos a los que están expuestos los habitantes de Medellín y el área metropolitana en tiempos de crisis climática.

Pero las emergencias y sustos que ha causado hasta ahora son nada en comparación con lo que podría ocurrir si se siguen combinando peligrosamente los impactos de la crisis climática con la expansión urbana que atraviesa actualmente el área metropolitana con el acelerado proceso de edificación en laderas que tiene consecuencias, desde luego, en el valle.

Puede leer: El río Aburrá une la historia de Medellín (Visión del presente)

El investigador Juan Fernando Salazar Villegas, profesor de la Escuela Ambiental de la Universidad de Antioquia, señaló que existen cálculos que indican que el río Medellín podría “convertirse” por momentos en un río tan grande como el Cauca y causar emergencias sin precedentes en el Valle de Aburrá, una nueva alerta basada en la información disponible que debería detonar decisiones de fondo para aumentar la capacidad de adaptación y resiliencia, no solo del río, sino de todo el territorio.

Según Salazar Villegas, tragedias como las ocurridas en Valencia, España, o en Porto Alegre, Brasil, pueden replicarse en Medellín. El desastre en Valencia que dejó 90 muertos en noviembre de 2024, ocurrió en gran medida, según ilustra el investigador, porque la atmósfera recogió el agua que podría llover en varios meses y la soltó sobre la ciudad en un día.

Y en Medellín, esto que se llaman eventos extremos, han sido cada vez más frecuentes de acuerdo a la información recopilada desde 1996.

Entérese: Así es el monitoreo en tiempo real del río Medellín: no le quitan el ojo ni un minuto

El investigador plantea que el cambio climático ya generó las condiciones atmosféricas para que estos eventos sean cada vez más posibles, lo que sumado a las deficiencias del territorio en Medellín en cuanto a mitigación de riesgos y adaptación climática para enfrentar y sobreponerse a estos eventos podrían desatar grandes desastres.

Dijo Salazar que el río Medellín ha registrado caudales en puntos como en inmediaciones de la Universidad de Antioquia de 500 metros cúbicos por segundo, que es la mitad del caudal promedio del río Cauca en Hidroituango.

Los cálculos que han hecho Salazar y sus colegas en la Escuela Ambiental han arrojado que ese caudal podría duplicarse, y ni siquiera incluyendo los casos más extremos.

Es decir, ni siquiera haría falta el peor de los escenarios para que registre 1.000 metros cúbicos por segundo, lo que equivaldría a que un río como el Cauca intentara pasar por todo el Valle del Aburrá, expone Salazar. Es importante tener en cuenta que, en ese escenario, esa río crecido a niveles extremos tendría que pasar a través del deteriorado sistema de canalización del río Medellín, que si bien supo ser útil, sobre todo en las primeras décadas de reconfiguración de la ciudad, el paso del tiempo y la incertidumbre generada por el cambio climático lo están llevando al límite de su capacidad. El resultado, bajo esas proyecciones, no sería otro que una calamidad.

El profesor señala que si bien la consciencia de la administración pública en torno a estas problemáticas han crecido en los últimos años, así como los esfuerzos, son necesarias decisiones más audaces y ambiciosas para revertir o por lo menos prepararse mejor frente a este tipo de escenarios de riesgo.

A mediados de febrero pasado el alcalde Federico Gutiérrez anunció que en conjunto con el Área Metropolitana comenzarían a ejecutar obras por cerca de $92.000 millones para atender los 82 puntos críticos que tiene actualmente el río, pero las obras solo empezarían en junio y de todas formas sigue siendo necesario que, a la par de estas intervenciones coyunturales que se requieren para atender contingencias puntuales en la infraestructura del río, también se planifiquen y ejecuten otros grandes proyectos, no solo en el canal del río, sino en toda su cuenca.

Las intervenciones anunciadas consisten en la construcción de unos muros de contención, en la reposición de las placas que están destruidas por decenas e intervenciones sobre el lecho del río en las zonas donde se han formado barras de sedimentos y han generado la disminución de la capacidad hidráulica del río.

“Habría que pensar en establecer zonas inundables”

Salazar señala que, más que plantear meramente proyecciones pesimistas, lo que buscan desde la academia con estos llamados de atención basados en investigación es que Medellín y el Valle de Aburrá se encaminen hacia soluciones concretas y alcanzables, varias de las cuales están en el POT y a las cuales sería prioritario darles continuidad y mayor alcance.

Por ejemplo, los parques lineales y los llamados cinturones verdes que a mediados de la década pasada empezaron a construirse para frenar la expansión urbana en las laderas y servir como una especie de escudo protector de quebradas, siguen siendo, a juicio del investigador, una solución urbanística sumamente útil pensando en la adaptación de muchos barrios ante los cada vez más frecuentes eventos extremos.

Otra estrategia que Salazar considera alcanzable en el corto y mediano plazo es acordar mediante normativa que las nuevas construcciones incluyan elementos como tanques de recolección de lluvia, sistemas urbanos de drenaje sostenibles y soluciones basadas en la naturaleza destinados específicamente a restarle presión al río Medellín y a la red hidrográfica que ante la impermeabilización del territorio ha perdido capacidad para retener agua. Este es uno de los fenómenos responsables de las frecuentes crecidas del río, pues según cálculos que han hecho otros investigadores en Medellín indican que el agua que años atrás tardaba dos o tres días para permear el terreno y recorrer hasta los afluentes, ahora lo hacen en cuestión de 15 minutos. De manera que establecer de manera masiva esos sistemas de retención de agua lluvia podría ofrecer una solución a gran escala para mitigar esta problemática de inundaciones.

Otra propuesta interesante que plantea el investigador de la Escuela Ambiental de la UdeA es que Medellín negocie de alguna manera con los municipios del sur del Aburrá para garantizarle a la cuenca del río unas zonas inundables que serían cruciales para evitar desastres en las próximas décadas. Salazar reconoce que es una propuesta difícil, pero posible.

De lo que se trata, explica el investigador, es que el Distrito plantee un acuerdo en el que municipios como La Estrella, Envigado y Caldas acepten no urbanizar zonas que hacen parte de esa especie de anillo de protección de la cuenca del río Medellín, por ejemplo zonas de humedales, que tienen la capacidad de retener temporalmente el agua y evitar inundaciones, pero que actualmente se encuentran sometidos a la posibilidad de expansión urbana porque son terrenos cotizados para proyectos inmobiliarios. La idea sería compensar a los municipios esa imposibilidad de construir allí, y al mismo tiempo garantizar que Medellín y el área metropolitana queden mejor protegidos ante emergencias que pueden generar costos por miles de millones en pérdidas y atención de desastres.

También Medellín puede hacer lo propio. Salazar defiende como una posibilidad viable que se establezcan unas llanuras inundables en algunas zonas de la ciudad alrededor del río o algunos de sus afluentes, que tengan incluso oferta cultural, recreativa, de espacio público, pero que eventualmente permitan que el río o las quebradas tenga un espacio para salirse sin que genere desastres en la infraestructura de la ciudad o catástrofes con pérdidas de vidas en casos como las inundaciones de los deprimidos. Una zona apta para esto, según el docente, sería la margen occidental de la Autopista. Decisiones como estas requieren visión, planificación y también consciencia de las transformaciones del territorio que sufrirá la ciudad por cuenta del cambio climático en los próximos años.

De todos modos, sigue siendo mucho más barato que enfrentarse a una potencial tragedia como las que el planeta ha visto recientemente.

Siga leyendo: De espaldas al río Medellín: Área Metropolitana no puso un peso para obras en tres años

La Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción de Riesgos de Desastres señala que por cada dólar invertido en prevención las ciudades y países se ahorran 15 dólares que luego tienen que usarse en atención de desastres.

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