Cada vez que el cielo retumba con un trueno o las primeras gotas caen en el oriente de Medellín, a 20 familias del barrio Campo Valdés se les hace un nudo en el estómago y la incertidumbre se apodera de sus corazones, pues temen que la fuerza de la quebrada Santa Inés baje desbocada como ha pasado en los últimos días, llevándose sus casas como si fuera un dominó.
Según le comentaron los vecinos a EL COLOMBIANO, desde el pasado mes de diciembre los residentes de la carrera 50 con calle 78 poco han podido dormir por cuenta de la furia de la quebrada Santa Inés la cual, a finales del año pasado, se desbordó causando daños estructurales en las viviendas de al menos 20 familias.
Y es que a raíz de la situación ocurrida en diciembre de 2024 y la reactivación de la temporada de lluvias, cada vez que cae el agua, en este punto de Campo Valdés el talud que soporta a un grupo de por lo menos diez viviendas comienza a ceder, haciendo que en las casas empiecen a aparecer enormes grietas.
Este diario estuvo en la zona y pudo constatar de primera mano la gravedad del asunto. Entre más cerca del afluente están las casas, más grandes son las tarjas y la inclinación de los inmuebles. Ni que decir cuando se accede a las zonas de patios, ubicadas a apenas pasos de la inestable Santa Inés.
La situación ha hecho que hasta las columnas que soportan las antiguas viviendas se hayan desplazado haciendo que en algunos casos estas sigan en pie de manera milagrosa.
Siga leyendo: La historia del lío de tierras que tiene agarrados al cura y a los vecinos de la iglesia de un barrio de Medellín
“¡Señora, señora. No, no, no, no, retírese de ahí por favor que esto en cualquier momento se cae!”, le ordenó un bombero a una de las vecinas que le mostraba a EL COLOMBIANO la situación en uno de los inmuebles más afectados, en el que incluso los dinteles de las puertas estaban desalineados y el piso parecía más una carrera de obstáculos.
Juan Carlos Marín Vergara es uno de los residentes de la zona por más de 34 años que, como puede, conserva el aplomo para contar su desgracia por cuenta de la quebrada.
Marín comentó que la Santa Inés cae desde los barrios de arriba con mucha presión a un punto de Campo Valdés que está sin canalizar, por lo que la corriente choca contra las piedras de la cañada y la fuerza del agua a su vez rebota contra el talud que soporta varias viviendas, cerca de unas 10, como la que habitan él y su familia que es una propiedad de cuatro pisos.
“El caso es que en diciembre vinieron las autoridades y ordenaron evacuar unas casas vecinas a la nuestra. Tras evaluar donde vivimos, nos dijeron que la casa no tenía riesgo, aún así nos hicieron algunas recomendaciones y con base en ellas empezamos a hacer unos trabajos –como por $20 millones– para salvarla del agua, porque ese es el patrimonio nuestro”, detalló.
La cuestión, según Marín, es que tal vez su esfuerzo sirva de poco toda vez que con el paso de los días, la desestabilización del terreno a raíz de la fuerza del agua se ha vuelto una constante, lo que ha hecho que algunas casas vecinas se inclinen mientras que la suya ya empezó a sufrir los embates de la corriente.
“Aunque han ido apareciendo grietas, lo peor fue el lunes de la semana pasada cuando hubo un aguacero tan bravo que la quebrada hizo que una losa de la parte de atrás se inclinara y las columnas se hundieran. ¡Eso pegó un jalonazo sobre una alcoba! Y por eso desocupamos la casa porque es mejor lamentar la caída de cuatro muros y no la pérdida de la vida de mi familia, que somos ocho personas”, narró el hombre haciendo enormes esfuerzos por contener su tristeza.
Un vecino entra con un mal disimulado optimismo a una de las viviendas cercanas al afluente, tratando de convencerse de que su humilde vivienda tiene salvación, a la vez que inspecciona una enorme grieta medio tapada con cemento.
“Sí, yo reforcé esta casa pero... ¡Yo le puse vigas!, le puse seis vigas pegadas a las columnas ¿Si me entiende?. Sí, yo estaba pensando que como nadie le está parando bolas a esto, pues tal vez si le echo ‘morterito’ a las grietas, yo creo que arreglo la casa ¿Si me entiende? Y si pongo otra viga acá... y acá otra. ¡Mejor dicho, poner vigas donde las columnas cedieron ¿Si me entiende?!. ¿Ah? ¿Qué porqué el piso está tan quebrado y torcido?... ¿Torcido?.... No... ¡Torcido no!, el piso siempre ha estado así. ¿Si me entiende?.... Oiga, le pido su opinión ¿Usted cree que si hago todo eso si se me salva la casa?”.
Adriana Salas es otra de las afectadas del sector, quien no duda en señalar que si al asunto no se le presta atención ya, la “tragedia anunciada” de la falta de canalización puede cobrarse toda la manzana.
Salas señaló que si bien el Dagrd y Medio Ambiente visitaron la zona tras la situación de diciembre, hasta ahora no se han dado nuevos monitoreos ni noticias sobre la anhelada canalización. Por ello, a punta de firmas han pedido a la autoridades que se acepte su pedido de canalizar la Santa Inés.
“Es más, hay algo que nos dejó preocupados y es que le escuchamos decir a los funcionarios de Medio Ambiente que en los papeles de ellos la quebrada en este punto aparece como canalizada, hecho que no es así. Por eso le pedimos a la Alcaldía que revise el tema y nos canalice la quebrada, porque la idea no es que más personas se vayan y que se sigan tumbando casas, porque estas son el patrimonio de la gente de la zona que llevamos toda una vida viviendo acá y no tenemos para donde irnos”, comentó.
Este diario consultó con el Dagrd sobre la atención a la problemática y desde esta entidad comentaron que este punto de Campo Valdés presenta de manera constante e histórica esta problemática por lo que la presencia de los rescatistas allí es recurrente. De hecho, en la última visita hecha el pasado domingo 2 de marzo, se tuvo que ordenar la evacuación temporal de cuatro viviendas.
En efecto, en la zona son recurrentes las emergencias por lluvias, y de hecho los vecinos referenciaron un episodio ocurrido hace unos ocho años cuando unas cinco viviendas debieron ser demolidas por el mismo motivo. Además, el caso más reciente que se recuerda en la zona ocurrió en marzo de 2021, cuando las lluvias hicieron desplomar una vivienda en la que estaban dos niños, que fueron rescatados por los vecinos. Por eso, insisten, en que es urgente canalizar la quebrada.
Este diario también consultó a la Secretaría de Medio Ambiente para conocer como han atendido el asunto desde sus capacidades. Desde la entidad indicaron que el caudal base de esta quebrada (que la entidad define como La Llorona) es casi imperceptible, por lo que éste y la velocidad de flujo no generan el suficiente impacto en las orillas como para socavar el talud.
“El problema descrito se origina en que la margen izquierda está conformada por un talud de alta pendiente sobre el cual se construyeron viviendas sobre la franja de retiro, en infracción a las normas que buscan el respeto por estos espacios para el libre discurrir del agua y los fenómenos erosivos de un cauce natural como el que se presenta allí”, añadió la entidad.
La Secretaría agregó que la intervención antrópica y el peso de las edificaciones han ocasionado movimientos en masa con caída de árboles y ya están expuestas las fundaciones de las edificaciones.
Frente al tema de la petición de la canalización, la entidad comentó que “en los sistemas del distrito y en verificaciones en campo se evidencia el tramo como canal natural por el que discurre el agua, que es la circunstancia ideal en el escenario de impermeabilización de las cuencas que sufre la ciudad”.
Finalmente sobre las acciones que ha hecho la Secretaría para mitigar el problema, esta dijo que ha realizado múltiples intervenciones, que abarcan limpiezas manuales del cauce extrayendo residuos y sedimentos, monitoreo de la quebrada, siembra de árboles y acciones de renaturalización como instalación de jardineras y siembra de jardines de polinizadores, buscando proteger el cauce natural, aumentar la diversidad de flora y fauna, y mejorar las condiciones paisajísticas de la zona.
Pese a la respuesta de la entidad, vecinos como Carlos y Adriana, solo esperan que sus ruegos sean escuchados antes de que otra tormenta desate lo peor.
“Cada aguacero es un susto porque veo como la corriente de la quebrada va subiendo. Y uno solo piensa que se viene lo peor. Uno siente que esto va a ser como un dominó, porque va a llegar un punto en que los problemas de mi casa se le van a pasar al vecino y así a toda la manzana”, señaló.