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Cada día hay 280 quejas en la Policía por ruido excesivo en Medellín: ¿sirve o no la nueva ley?

La ley antirruido estipulaba seis meses de sanciones pedagógicas, que se cumplieron la semana pasada. Ya empiezan las multas.

  • Más de la mitad de los ciudadanos en Medellín está insatisfecho con los niveles de ruido. FOTO: EL COLOMBIANO
    Más de la mitad de los ciudadanos en Medellín está insatisfecho con los niveles de ruido. FOTO: EL COLOMBIANO
10 de septiembre de 2025
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Medellín es una ciudad que vive de fiesta a todas horas: en la noche, en la mañana, en la madrugada y al mediodía; también en todas partes: en las discotecas, en los bares, en los restaurantes, en los cafés, en las legumbrerías, en los gimnasios y en las calles cuando al amanecer se cruzan los borrachos con los maratonistas.

Contrario a lo que se podría pensar, no en todas esas fiestas hay trago ni drogas ni baile. Son tantas y tan variadas que solo tienen un elemento en común: la música. Bueno, dos elementos: la música y el volumen alto, porque, ¿quién quiere una fiesta con música suave? La clase de spinning en el gimnasio, la maratón, la legumbrería, el restaurante y la discoteca tienen los parlantes, casi siempre, a todo dar.

Puede leer: Medellín lanza plan para combatir el ruido en 300 establecimientos nocturnos

“Los vecinos del sector adyacente a Parques del Río debimos soportar el estruendo de los altavoces de los organizadores de la maratón desde las 4:30 am de este domingo. No hay derecho”, escribió un abogado en redes sociales.

Vivir entre fiestas implica el goce, pero también el aturdimiento y el sufrimiento. Cada día, 280 personas llaman a la Policía a quejarse porque hay un ruido que no soportan, o que no están dispuestos a soportar. El número sería más alto, seguramente, si las personas confiaran en que la Policía puede solucionarles el problema, pero todas las víctimas del ruido alguna vez hemos sido victimarios confiados de que nada nos pasará.

Según la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá, entre el 1 de enero y el 31 de agosto de 2025, se atendieron 66.762 casos de perturbación de la tranquilidad por ruido en Medellín, los cuales abarcan viviendas, espacios públicos y establecimientos.

Esta realidad, que equivale a unos 8.345 casos mensuales, no es un fenómeno nuevo, pues la Encuesta de Percepción Ciudadana de Medellín Cómo Vamos en 2023 ya indicaba que el 54% de los ciudadanos se sentía insatisfecho con los niveles de ruido, y para 2024, el 70% de las llamadas a la línea de emergencia 123 se relacionaban con esta misma problemática.

De hecho, informes de la Red Colombiana de Ciudades Cómo Vamos (RCCV) han señalado a Medellín como una de las urbes más ruidosas del país, donde el 88% de los barrios del Valle de Aburrá incumplen los estándares de contaminación acústica.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que la contaminación acústica puede ocasionar graves impactos en la salud física y mental, como sordera, estrés, ansiedad, presión arterial alta, insomnio y baja productividad.

En Medellín el ruido también ha causado muertes violentas: en mayo de 2024 un hombre fue asesinado por pedirle a sus vecinos que bajaran el volumen de la música. En diciembre del 2024, un hombre asesinó a su hermano por lo mismo.

Frente a este complejo panorama, el presidente Gustavo Petro sancionó en marzo la Ley 2450 de 2025, una normativa cuyo principal impulsor fue el representante a la Cámara por Antioquia, Daniel Carvalho.

Siga leyendo: Gobierno sancionó la ley contra el ruido: así quedaron las multas para los infractores y vea cómo aplicarlas

¿Sirve o no sirve la ley?

El objetivo de esta ley es establecer una gestión integral para la calidad acústica en Colombia, buscando mitigar, controlar y prevenir la contaminación auditiva al regular todo tipo de fuente sonora, incluidos carros y motocicletas.

La ley, que entró en vigor el 5 de marzo de 2025, en su fase inicial contempló un periodo de sanciones pedagógicas durante los primeros seis meses; superado este tiempo, la semana pasada, los castigos se tornaron económicos. El límite sonoro permitido para las motos es de 86 decibeles. Las multas por vulnerar los estándares auditivos para los particulares va desde 1 hasta 16 salarios mínimos diarios, para un conductor pueden oscilar entre 8 y 16 salarios mínimos diarios legales vigentes, es decir, entre $604.000 y $1.208.000 pesos, y, de acuerdo con la gravedad, puede incluir la inmovilización del vehículo.

La ley también establece multas especiales para eventos masivos que no cumplan la normativa, las cuales pueden alcanzar valores entre $142 millones y más de $1.000 millones, dependiendo del aforo.

Desde la perspectiva del representante Daniel Carvalho, la ley, en sus primeros seis meses, ha logrado incorporar el tema del ruido en la agenda pública, lo cual considera un avance fundamental para cualquier normativa. Ha destacado varias iniciativas, como la de la Alcaldía de Medellín, pionera al emitir por decreto su plan de gestión contra el ruido. Asimismo, se celebró la “Semana contra el Ruido y por la Serenidad” en Medellín, se han conformado mesas institucionales contra el ruido en varios municipios, y tanto él como su abogado, Camilo Quintero, han capacitado a más de 100 policías de todo el país sobre la aplicación de la ley. También ha habido reuniones con gremios como el del turismo y Asobares, quienes se han comprometido a liderar iniciativas.

A pesar de estos logros, Carvalho enfatiza que la ley por sí sola no silenciará a los ruidosos de inmediato, pero ha iniciado un proceso pedagógico crucial. Para una implementación más efectiva, señala la necesidad de planes de gestión municipal contra el ruido, directrices claras de los alcaldes y acciones pedagógicas inmediatas que expliquen los perjuicios del ruido y las sanciones. El representante insta a la Alcaldía de Medellín y a los municipios del Valle de Aburrá a lanzar estrategias pedagógicas y pilotos de acompañamiento a empresarios nocturnos, así como a la Policía Metropolitana a mostrar con acciones la aplicación de la ley. La presión constante de ciudadanos y medios de comunicación es clave para que el problema se resuelva gradualmente. Además, los ciudadanos pueden acudir a la Policía Nacional o a la Alcaldía, y si no obtienen respuesta, pueden recurrir a la Defensoría del Pueblo, la Procuraduría General de la Nación o la Personería, e incluso conformar veedurías ciudadanas contra el ruido para generar presión. Carvalho concluye que los alcaldes y concejos municipales tienen menos de 12 meses para diagnosticar, identificar fuentes críticas y diseñar estrategias de mitigación.

La Alcaldía ha hecho, pero falta

En cuanto a las acciones locales, la Secretaría de Seguridad y Convivencia de Medellín, junto con la Subsecretaría de Gobierno Local, ha adelantado diversas iniciativas para la regulación y control del ruido. Se han realizado 181 brigadas pedagógicas de acompañamiento y sensibilización, 101 mediciones pedagógicas de ruido y 48 mediciones técnicas en distintos sectores. Además, se han llevado a cabo 62 mesas de concertación con comerciantes y la comunidad, 654 visitas a establecimientos, y 17 brigadas de intervención en zonas críticas.

Por su parte, la Secretaría de Cultura Ciudadana ha integrado la gestión del ruido en su estrategia “Medellín es como Vos”, con un enfoque en la cultura ciudadana. Sus acciones incluyen visualizaciones de datos en tiempo real, la intervención artística de comparsas silenciosas, y estrategias basadas en artes escénicas para sensibilizar en barrios como Altavista y Las Violetas, colaborando con la “cuadrilla anti-ruido” de Seguridad. También, aseguran, se ha trabajado activamente en barrios como Carlos E. Restrepo y Pedregal, y en 2024 se realizó la “pegatón de los stickers de tranquillo” para desincentivar el uso del pito en los vehículos.

En lo que va del año, 11 establecimientos han sido reconocidos por su compromiso con la gestión responsable del ruido, entre ellos Perro Negro y La Logia del Perreo. La Alcaldía, en colaboración con Ruta N, impulsará pilotos de innovación para caracterizar fuentes de ruido, niveles de contaminación, horarios y evaluar materiales de aislamiento, con el fin de fortalecer la salud, la convivencia y la resiliencia en la ciudad.

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