Las relaciones entre Pekín y Washington alcanzaron este lunes preocupantes máximos de deterioro, con el cierre del Consulado de EE. UU. en la ciudad de Chengdu, en respuesta a la clausura del chino en Houston, ocurrida el jueves, en una espiral a la que los expertos no ven salida hasta pasadas las elecciones norteamericanas.
Cerca de 35 años después de su apertura, la sede consular estadounidense en Chengdu, capital de la provincia de Sichuan, descendía la bandera del país norteamericano el domingo, en unas imágenes retransmitidas por la televisión estatal china CCTV.
Un símbolo que se suma al intercambio de acusaciones por el origen y gestión del coronavirus, la guerra tecnológica y comercial, a los reproches de Washington por la nueva ley de seguridad para Hong Kong o por la situación de los derechos humanos de las minorías musulmanas en la región noroccidental china de Xinjiang.
Pocas horas después, la legación cerraba y funcionarios chinos tomaban posesión de las instalaciones, según confirmaba el Ministerio de Asuntos Exteriores, entre una nube de curiosos que se acercaron a presenciar el momento, mientras unos operarios cubrían el nombre del consulado en el muro exterior con una gran placa blanca.
El Consulado de EE. UU. en Chengdu fue inaugurado en 1985 por el entonces presidente Ronald Reagan, y en él trabajaban unas 200 personas (150 de ellas empleados locales) que cubrían el Tíbet y otras regiones del suroeste de China, de acuerdo con su página web.
Se desconoce cuántos funcionarios estadounidenses se encontraban actualmente en la legación ya que los diplomáticos de Washington fueron evacuados del país asiático cuando comenzó la pandemia del coronavirus.
Piden más arsenal
Esta crisis, último jalón de la tensión creciente entre ambas potencias mundiales desde el pasado abril, cuando el coronavirus comenzó a asolar EE. UU., ha llevado sus relaciones a uno de sus peores momentos en décadas.
Un deterioro que la prensa oficial china comentó profusamente ayer con llamamientos a que las empresas se preparen para un empeoramiento de las relaciones o incluso a incrementar el arsenal nuclear del gigante asiático.
El influyente director del diario oficial Global Times, Hu Xijin, instó en la red social Weibo a fabricar nuevos misiles nucleares una vez que el país “afronta desafíos de seguridad sin precedentes por parte de Estados Unidos”.
“Que China tenga más arsenal nuclear es el instrumento multiplicador más importante para mantener la arrogancia americana bajo una línea de seguridad. Nada es más efectivo”, escribió Hu.
Un editorial del mismo diario instaba al mundo a no “dejarse secuestrar por los dementes dirigentes políticos estadounidenses” que “empujan las relaciones con China hacia una nueva guerra fría”.
La agencia de noticias estatal Xinhua dio cuenta de un encuentro internacional el domingo en el que expertos internacionales advertían de que las relaciones afrontarán un “peligro extremo” en los próximos tres meses hasta las elecciones presidenciales de EE. UU. en noviembre.
“La administración Trump lanzará probablemente más agresiones para forzar a China a responder”, afirmaba Xinhua citando a varios de estos analistas, ya que “pretenderá distraer la presión interna por su gestión del coronavirus y otros problemas del país”.
¿Hay vuelta atrás?
En su intervención del viernes en Los Ángeles, el Secretario de Estado de EE. UU., Mike Pompeo empleó la retórica de la guerra fría y habló de China como una amenaza existencial para la economía, la libertad y la democracia en el mundo, al tiempo que instó a crear una alianza occidental para plantar cara a Pekín.
“En el discurso de Pompeo está claro que no hay vuelta atrás. Estados Unidos se enfila claramente a una confrontación con China”, considera Xulio Ríos, director del Observatorio de Política China.
A su juicio, es “previsible que en los próximos meses la tensión vaya en aumento o incluso que se produzca algún episodio de cierta gravedad”.
En este sentido, cita la reciente decisión de China de situar al cuerpo de guardacostas del país bajo el control directo de la Comisión Militar Central, lo que indica que Pekín considera que se puede producir algún tipo de conflicto en el Mar del Sur de China.
“No quiero decir que pueda haber una guerra, ni mucho menos, pero sí un episodio de tensión que permita a Trump demostrar su firmeza frente a China”, dice y prevé, en cualquier caso, que los próximos meses “van a ser muy complicados” .