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India vive una tragedia que deja lecciones para todo el mundo

La emergencia desborda al país con más de 18 millones de casos. ¿Cómo se llegó a eso?

  • Ante falta de capacidad de los crematorios, las autoridades han tenido que incinerar los cuerpos en piras de fuego en la calle a plena vista del público. FOTO EFE
    Ante falta de capacidad de los crematorios, las autoridades han tenido que incinerar los cuerpos en piras de fuego en la calle a plena vista del público. FOTO EFE
  • India vive una tragedia que deja lecciones para todo el mundo
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India, una tragedia previsible que envía lecciones
03 de mayo de 2021
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Hay guerra en India. En campos abiertos se acumulan cuerpos que arden en fogatas, extinguiéndose al calor desenfrenado de la pandemia. Aquí la covid es un monstruo tan grande como la nación que lo incuba, una que más que a un país se asemeja a un continente con sus casi 1.400 millones de personas.

Las piras de leña regresan el tiempo en Nueva Delhi. De la ciudad capital de 20 millones de habitantes se reportan columnas de humo negro que alcanzan el cielo, en fugaces vistazos a ese mundo que se creía pasado en el que los hombres incineraban a sus muertos al aire libre.

Cualquier pedazo de tierra ahora es un crematorio. Parqueaderos, aceras, zonas de obras que aún no habían iniciado. De noche, Nueva Delhi parece en las fotos un campo ritual gigante de piras ardiendo como estrellas. Más de 3.000 personas diarias ha matado allí la pandemia en los últimos días.

India, una tragedia previsible que envía lecciones

Pocos quieren reconocer cómo se llegó a eso. 2021 inició con cantos de conquista. En enero el primer ministro del país, Narendra Modi, declaró la “victoria” contra la covid-19; en marzo su ministro de salud, Harsh Vardhan, afirmó que la India estaba al “final” de la pandemia.

Fue por esos días que Julie Tatiana Romero decidió viajar. “Cuando yo regresé a la India los casos estaban en 12.000, 15.000. A las dos semanas empezó a subir a 80.000. Aún no para. Fue en cuestión de dos semanas que todo explotó”.

La emergencia

La covid-19 está en la India en todas partes. Merodea en la ruralidad y en las ciudades, en las mezquitas, en las plazas, en la casa propia y en la de los vecinos. En Patna, a 20 horas de Nueva Delhi y en donde vive y trabaja Romero, los casos también se multiplicaron.

“Es la capital del Estado de Bihar, uno de los más poblados del país”, describe la colombiana. Allí, al noroeste de la India y a orillas del mítico río Ganges, viven poco más de 80 millones de personas, una población mayor que la de cada uno de los países de América, excepto EE. UU., Brasil y México.

India, una tragedia previsible que envía lecciones

El coronavirus se extendió en la India, abarcando con rapidez la inmensidad del territorio. En Patna, en Nueva Delhi, allí donde hay alguien contando vivos enfermos y muertos, las cifras lo revelan.

Entre el 1° de marzo y el 1° de abril de este año los casos de coronavirus pasaron de 11 millones a 12 millones. A mediados de abril el panorama comenzó a cambiar. Si el incremento de poco más de un millón de casos había tardado a inicios de 2021 un mes entero, a partir del 15 de abril fue cuestión de días.

En menos de un mes, India pasó de 12 millones de casos a 18 millones. Abril transcurrió entre cifras récord que perdieron su condición de récord cada 24 horas. Este mes también fue el del Kumbh Mela, un peregrinaje religioso que reunió entre el 12 y el 21 de abril a más de 100 millones de personas. Multitudes se bañaron en ceremonias jubilosas en el río Ganges, apiladas unas con otras.

“Yo creo que la gente se relajó porque todo parecía estar controlado”, se anima a decir Romero, “también hubo falta de preparación por parte del gobierno en cuando a red hospitalaria y suministros médicos”, agrega. Las aclamaciones que los indios lanzaban a inicios de año se han transformado en pedidos de auxilio. El humo de las hogueras ya comienza a alcanzar al mundo.

¿Al rescate?

“En esta pandemia nada se puede dar por sentado. Las épocas de tregua, en lugar de servir para bajar la guardia, deben servir para ser más estrictos y fortalecer los sistemas médico-sanitarios”, explica el profesor y doctor Gustavo Gómez, de la Escuela de Microbiología de la Universidad de Antioquia. Con el paso de los días va siendo claro que India decayó en su intento de dar un fin continuo a la pandemia. Pasó de ser “la farmacia del mundo”, como se describió, a un laboratorio de las mutaciones del virus.

Parece lógico. “¿Por qué los virus mutan? ¿Qué les facilita mutar? El componente social”, explica Yessica María Giraldo Castrillón, médica epidemióloga clínica y docente investigadora de la Universidad CES. En el desastre indio se entremezclan riesgos para el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la comunidad científica han identificado ya dos variantes del virus.

“Se permitió la expansión de un nuevo linaje clasificado como B.1.1.617 con mutaciones de alta preocupación como la que conlleva a la variante L452R, que permite una mayor afinidad de la proteína Spike por su receptor en el humano; y la E484Q, que le permite al virus escapar de la acción neutralizante de los anticuerpos y pone en riesgo la acción de las vacunas”, señala Gómez, quien agrega que “es importante decir que estas variaciones del virus en la India son convergentes y de efectos similares a las que han sido reportadas en otros países”.

Cualquier cosa que pase en India tiene un impacto colosal. Tan inmensa es su existencia como sus efectos en un mundo que promedia muertos y enfermos. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, describió como “desgarradora” la situación y pidió cooperación.

“Hay decisiones que no son fáciles de tomar. Se insistió en que se debía atender con prioridad a las poblaciones más vulnerables”, señala Giraldo. Dice que “en la distribución de las vacunas ha imperado la lógica del mercado. Y mientras eso pase, en sitios como la India con bajas condiciones de salubridad y gran circulación de personas seguirá viviendo el virus”.

Alrededor de 40 países se han comprometido a enviar ayuda a la nación, según su secretario de Relaciones Exteriores, Harsh Vardhan Shringla: respiradores, tanques de oxígeno, test de pruebas y materiales para vacunas. “Qué estas nuevas variantes se distribuyan en el mundo sería como iniciar una pandemia nueva”, alerta Gómez. El mundo aparenta saberlo. “El problema es que mientras no se dé solución a lo sistémico, a la inequidad que permite esta circulación del virus, no habrá un alto definitivo”, dice Giraldo, “hoy será la India y mañana otro”.

Mientras eso ocurre y los ojos del mundo saltan de aquí a otras geografías, el esfuerzo se concentra en detener el avance de la muerte. Batallar en una guerra que se antoja de supervivencia. Devolver el tiempo a un surco en el que los muertos se queman y se despiden en privado. Matar al monstruo que, como le dijo Bhadbhada Vishram Ghat, trabajador de un crematorio a la agencia AP, “está devorando a la gente”.

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