La promesa que fue a cumplir el Papa a Irak

Tras su histórico arribo a Bagdad, el Papa visita este sábado Ur de los Caldeos, tierra de Abraham, padre de las tres religiones monoteístas.

El pontífice lleva un mensaje de coexistencia a un país dividido por facciones, y también tiende la mano a los cristianos en Irak, minoría en dicho país y diezmados por el terrorismo del Estado Islámico y Al Qaeda. FOTO EFE

Era su deber viajar “a esta tierra martirizada”, ese fue el mensaje que entregó el Papa Francisco antes de aterrizar en Bagdad y convertise en el primer Sumo Pontífice en tocar territorio iraquí, tal como lo hizo este viernes en el inicio de su visita de tres días al país de Medio Oriente.

Este es el viaje más difícil y arriesgado para él, por lo cual usará un vehículo blindado para trasladarse a los lugares de los actos, algo que no había hecho en otras visitas, en las que eligió un simple utilitario, pero aquí, debido a los últimos lanzamientos de misiles y atentados ocurridos contra la coalición, se tomó esta decisión.

El primer acto del Pontífice, tras 15 meses sin viajar, fue un encuentro en privado durante media hora con el presidente del país, el kurdo Barham Saleh, que le recibió a la puerta del palacio presidencial con todos los honores.

El presidente iraquí afirmó que Oriente no puede imaginarse sin los cristianos y lamentó que esta comunidad religiosa tuviera que migrar por la violencia sectaria en las últimas décadas y la persecución de los yihadistas del grupo Estado Islámico.

En un país que ha vivido los últimos 20 años en guerra, Francisco clamó para que finalmente "callen las armas, que se evite su proliferación, aquí y en todas partes. Que cesen los intereses particulares, esos intereses externos que son indiferentes a la población local".

La necesidad de la paz

Ante el terror del extremismo islámico que se ha vivido en el país, el Papa recordó que "la religión, por su naturaleza, debe estar al servicio de la paz y la fraternidad" y que "el nombre de Dios no puede ser usado para justificar actos de homicidio, exilio, terrorismo y opresión" .

Francisco pudo ver lo que en 2010 causó el terror de Al Qaeda al visitar la catedral de Nuestra Señora de la Salvación de Bagdad, donde murieron asesinadas 57 personas, 48 de ellos cristianos, en un ataque.

Tras la invasión de los terroristas del Estado Islámico (EI) en 2014 en el norte de Irak, minorías como los cristianos y los yazidíes fueron asesinados y perseguidos. Actualmente en Irak la comunidad cristiana es de menos de 500.000 personas cuando en 2013 era de 1,4 millones.

El patriarca de Babilonia de los caldeos, el cardenal Loise Raphael Sako, recordó en su discurso inicial ante el Pontífice que los cristianos han sufrido en los últimos años grandes dificultades y periodos de persecución y que con la invasión del EI unos 150.000 tuvieron que huir de la Llanura de Nínive.

Francisco visitará este sábado Ur de los Caldeos, la patria del profeta Abraham, allí se reunirá con los líderes de las tradicionales religiones presentes en este país, "para proclamar una vez más nuestra convicción de que la religión debe servir a la causa de la paz y de la unidad entre todos los hijos de Dios".

En este escenario se dará el esperado encuentro entre Francisco y el gran ayatola chiíta Ali al-Sistani.

Para el vaticanista y doctor en derecho canónico, Hernán Olano, la visita de Francisco a Irak implica riesgos a varios niveles. “Por su delicada salud a causa de la ciática que lo aqueja, la situación de la pandemia no controlada en un país que apenas empezó a vacunar hace tres días. Es una visita que genera tensiones y bloques geopolíticos”.

No obstante, el doctor Olano considera este encuentro como un “gigante paso ecuménico”.

Por su parte, el Jefe del departamento de Teología de la Universidad de La Sabana, Euclides Eslava, lo considera una audacia apostólica surgida no solo de una “profunda conversación con el Espíritu Santo a través de la oración sino de una meticulosa preparación desde hace dos años”.

El padre Eslava señala que la visita del Papa, a pesar de ser objeto de críticas, es el cumplimiento de una promesa pues en 1999, Juan Pablo II se comprometió a ir pero Sadam Husein no se lo permitió.

“Claro que hay un riesgo para su seguridad, pero en la balanza él le otorga más importancia a la posibilidad de liderar un proceso de restauración, de pacificación que será mucho más posible con encuentros como el que llevará a cabo con el Ayatola. Francisco ya firmó un documento con el gran imán sunita Al Azhar (2019), y ahora con el imán chiita es la oportunidad de seguir tejiendo la fraternidad universal, de manera que considero este viaje conveniente y oportuno”, explica.

A pesar de que se ha limitado el número de personas en los actos por la pandemia, el Papa no dejó de acercarse a los fieles, los enfermos y las autoridades para un saludo, y la mayoría de las veces sin mascarilla. Francisco y toda la delegación vaticana fueron vacunados contra el coronavirus antes de este viaje

viajes completa Francisco como máximo jerarca de la Iglesia católica.