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Freddy Bernal, protector del Estado de Táchira —figura creada por el régimen venezolano para vigilar las regiones que tienen mandatarios de oposición—, lleva 48 horas sacando pecho por la reapertura de la frontera, cuya decisión tuvo el apoyo de Nicolás Maduro (quien hasta ahora no se pronuncia de forma directa) y de la vicepresidenta Delcy Rodríguez. Incluso, ha dicho públicamente que es gracias a su gestión que se comenzó a desbloquear el paso tras seis años de cierre, lo que derivó en el uso indiscriminado de trochas ilegales como las de La Pampa, La Platanera y El Palmar, pasos irregulares por los que hay que pagar hasta 50.000 pesos por trayecto.
“Está de fiesta la frontera. Con la apertura fronteriza binacional se tendrá impacto económico en Táchira y Norte de Santander, beneficiando a comerciantes y gente de a pie, y potenciará todo el andamiaje económico para los dos países”, dijo Bernal.
Y, con tono electorero, complementó su mensaje: “Tal como se los prometí, y por instrucciones del presidente Nicolás Maduro, iniciamos el retiro de los conteiner que estaban en los puentes, e inicia la apertura comercial, gradual y biosegura por la frontera con Colombia”.
Así las cosas, se trata de una movida electorera, una mera parafernalia. Y no está hecha para beneficiar a Bernal, que es apenas una ficha minúscula en el entramado madurista. Es el régimen de Nicolás Maduro desde Caracas el que quiere aprovechar el escenario electoral para sacar réditos de la puesta en marcha de este proceso, por lo que el Gobierno de Iván Duque ya le notificó que no se dejará utilizar con ese propósito.
En efecto, para el próximo 21 de noviembre los venezolanos están citados a las urnas para elegir mandatarios locales y regionales, y Maduro, tras una serie de diálogos que delegados suyos sostienen en México con la oposición, logró que la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) –que agrupa a parte de sus críticos– tenga candidatos tras un quinquenio negándose a participar en estos procesos electorales.
Y ahí es donde la reapertura de la frontera, que tanto en Cúcuta como en Táchira han visto con buenos ojos, se convierte en un componente político. El levantamiento de dos de los tres contenedores que el régimen instaló desde 2015 en la vía que atraviesa el Puente Internacional Simón Bolívar –que conecta a ambos países y cerrado desde ese año luego de que se intentara pasar ayuda humanitaria que Maduro rechazó– está siendo aprovechado en el lado venezolano para hacer campaña.
Ahora bien, la figura de Freddy Bernal fue la que despertó la suspicacia colombiana y la reacción inmediata para aclarar que permitir la reapertura no significa un reconocimiento al régimen de Maduro, pues es el candidato del oficialismo para recuperar la Gobernación del Táchira. Allí lidera la opositora Laidy Gómez, quien busca la reelección con el aval de la Alianza Democrática, conglomerado de los partidos de oposición que no reconocen el liderazgo de Juan Guaidó. Y, en la otra orilla, están Bernal y Leonardo Salcedo, las apuestas del Partido Socialista Unido de Venezuela. No obstante, el primero tiene el respaldo abierto del régimen, por lo que no solo despertó la alerta en Colombia, sino las críticas en su natal Táchira. “Lo que hizo con los contenedores fue un show electoral y mediático”, dijo Gómez.
En este punto es cuando entra de frente Colombia. Ante ese panorama de efervescencia electoral, y viendo que la reapertura tiene tintes políticos del otro lado de la frontera, el presidente Duque salió a advertir que no se prestará para impulsar a los candidatos del régimen.
“Quiero dejar claro que nosotros los colombianos no nos vamos a prestar para ser idiotas útiles de las pretensiones electoreras que puede tener la dictadura de cara a las elecciones locales que quieren adelantar en Venezuela, porque estos gestos también sabemos que tienen una intencionalidad política”, advirtió Duque, desde Cúcuta, donde lideró una cumbre de gobernadores.
Este mensaje, además, tiene otra connotación, pues en la Casa de Nariño se analiza la posibilidad de dar vía libre a la reactivación de la relación a nivel consular, sin reconocer al régimen de Maduro, para facilitar el intercambio comercial en la frontera.
En efecto, los gobiernos de Norte de Santander y del Estado de Táchira han adelantado reuniones –a través de voceros– para darle un nuevo aire a la dinámica propia de la frontera, donde, desde el 2 de junio, el paso se regula con pico y cédula.
Esto es clave para la región. Los venezolanos que cruzan por
las trochas debido al cierre pasan a territorio colombiano a
abastarse de alimentos y medicamentos; todo por cuenta de la devaluación del bolívar.
Tal es la devaluación de la moneda venezolana que por cada peso colombiano cambiado, la gente que atraviesa las trochas obtiene 1.100 bolívares. Y, según datos de la Cámara de Comercio Colombo-Venezolana –con base en cifras del Dane– entre enero y julio de este año el comercio binacional movió 190 millones de dólares, un 70% más frente al mismo período de 2020, cuando el intercambio llegó a 111 millones de dólares.
En todo caso, la balanza comercial en los primeros siete meses de 2021 fue superavitaria para Colombia en US$120 millones, es decir que se le vendió más de lo que se le compró a Venezuela.
Todos estos factores, sumados al de seguridad, que tiene en alerta a la Fuerza Pública colombiana por el refugio que en territorio del país vecino han encontrado bandas como el Eln y las disidencias de las Farc –que se disputan el control de economías ilícitas en la frontera hasta con grupos venezolanos como ‘Tren de Aragua’–, se hacen claves para que Duque se niegue a permitir el uso electoral de la reapertura. Por eso, tras poner en funcionamiento un comando especializado del Ejército en Norte de Santander, y que operará en la línea limítrofe, reiteró este miércoles que todo se seguirá haciendo, pero “sin chambonadas”.
Además, los habitantes de la frontera que dialogaron con EL COLOMBIANO mostraron su escepticismo. Manuel Martínez, venezolano que trabaja como maletero en La Parada –la última zona colombiana antes de la frontera–, dijo que el retiro de los contenedores fue “una obra de teatro para mostrar que el puente sí funciona y ganar credibilidad. La política no es creíble ya”.
En igual sentido se pronunció Luis Centeno, quien este miércoles cruzó para comprar medicamentos. “Dijeron que iban a abrir por las elecciones para ganar votos, pura política”.
Lo cierto es que Duque –como advirtió desde la frontera– no dejará que la reapertura sea un impulso electoral y político para el régimen de Maduro, que con vehemencia ha combatido