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Alemania prende motores en el mar

Le explicamos cómo es la transición energética del país, en aras de emplear fuentes limpias.

  • La energía eólica es una de las fuentes más limpias para producir electricidad. Se puede hacer en tierra o mar. FOTO Getty
    La energía eólica es una de las fuentes más limpias para producir electricidad. Se puede hacer en tierra o mar. FOTO Getty
13 de mayo de 2020
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Alemania batió un récord amigable con el ambiente. En el primer trimestre del año el 52 % de la energía que utilizó nació de fuentes renovables, una proporción que la acerca más a su meta de que para el 2030 el 65 % de la energía provenga de generadores amables con el planeta, dejando a un lado los combustibles fósiles (carbón, gas y petróleo).

Junto a China y Estados Unidos, paradójicamente, los dos países más contaminantes del mundo, Alemania es de las naciones que más emplea energías renovables. Estas son la solar, que puede ser fotovoltaica (a través de paneles), térmica (que sirve para calentar agua y reemplaza las tinas) o solar concentrada, que se emplea en ambientes desérticos utilizando espejos que condensan los rayos de luz para generar electricidad.

De los tipos de energía solar, la fotovoltaica es la más aplicada en ese país. Le sigue la generación a partir del aire, la eólica, un tipo que puede producirse en tierra o en mar. En este ámbito la nación está innovando con plataformas ancladas al lecho marino, una infraestructura flotante que desde el agua produce la electricidad que los ciudadanos en tierra necesitan para realizar sus actividades.

Hay un tipo más de energía renovable, la que sale de la biomasa, los desechos. En ese primer trimestre del año, del 52 % de fuentes de esa familia que se utilizaron, cerca del 45 % salió de la solar, la eólica y la biomasa. El restante, de la hidráulica, las hidroeléctricas, un modelo que poco utilizan en ese país debido al debate sobre qué tan sostenible es una central.

En cifras, las turbinas eólicas marinas, los paneles solares y otras fuentes generaron 77 mil millones de kilovatios-hora (kWh), un aumento significativo si se compara con los 67 mil millones kWh que se registraron en el primer trimestre de 2019, según la Bundesverband der Energie- und Wasserwirtschaft (BDWW, la federación que sigue la pista a la producción y el consumo.

“El país pasó de ser potencia en energía eólica terrestre a ser precursora de la eólica marina. En el Mar del Norte y Báltico hay infraestructura dedicada a este fin. Eso lo logró impulsando la ingeniería, fortaleciendo las empresas del sector y creando políticas públicas para favorecerlo”, afirma Idi Amin Isaac, investigador de la Facultad de Ingeniería Eléctrica de la Universidad Pontificia Bolivariana.

El experto cursó su doctorado en ese ámbito en Alemania. Allí encontró cultivos de maíz dedicados a alimentar plantas de biomasa, por lo que reflexiona que con esta fuente se corre el riesgo de cruzar el puente entre la importancia de la tierra para la generación de energía y la producción de alimentos. “Se debe considerar eso. Primero hay que alimentar a la población”.

La transición alemana

Hace 30 años Alemania comenzó un proceso para fortalecer las energías renovables y dejar los combustibles fósiles, que son mucho más contaminantes. Las minas de carbón, por ejemplo, se estaban agotando en el país, también el gas y el petróleo tenían que importarlo, lo que generaba altos costos para su economía. Inició en la década del 90 con un programa que llevó paneles solares a mil hogares. Diez años después, ya eran 100 mil los beneficiados con ese sistema.

Gracias al apoyo del Gobierno, los hogares pueden generar su propia electricidad. Los que pagan un “impuesto al sol” pueden devolver la energía que les sobra a la red del país para que se distribuya en otras edificaciones. Frank Peter, integrante del taller de ideas Agora Energiewende, de Berlín, habló sobre este tema con EL COLOMBIANO y destaca que el apoyo político a las tecnologías de energías renovables fue fundamental.

A esa producción a partir de fuentes más limpias la favoreció el clima: años muy soleados o fuertes vientos en el mar. Con más recursos de ese tipo, mayor potencia para producir. La energía que sobra se almacena en baterías o paneles de hidrógeno para mantener el abastecimiento, teniendo en cuenta que estas fuentes no son constantes: dependen de la naturaleza.

En este campo, dice Peter, las oportunidades se abren. “Somos una economía fuerte en manufactura de máquinas y producir energías renovables, el fabricante líder de equipamiento para generar energía fotovoltaica que se exporta, incluso, a China, lo que nos genera alternativas de negocio y hace que el país deje de depender de las importaciones de otros porque nuestros combustibles fósiles son limitados”, dice.

Desde Berlín, para Peter, la conclusión es clara: hace 20 años decían que las energías renovables eran el mañana. Ahora el mundo llegó a ese futuro y necesita mirar hacia la generación a partir del sol y el viento, principalmente, porque son sistemas más económicos y limpios que otros.

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