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Con el salto al ruedo del presidente Jair Bolsonaro para buscar la reelección –aupado por el Partido Liberal– quedó definido el tablero con el que el gigante suramericano se jugará su futuro político.
La razón es que, para los comicios del 2 de octubre próximo, realmente hay tres personas con posibilidades de quedarse con el poder. Por un lado, Bolsonaro –de derecha radical–, quien cuenta con el aparato estatal que comanda para buscar afianzar el apoyo que aún le queda.
Y, por el otro, está el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, un político de izquierda que quiere regresar al palacio presidencial y, por eso, anda en campaña desde mayo pasado por todo el país.
Y el tercero en contienda, aunque su nombre no tiene tanto impacto como los otros dos, Ciro Gomes –es el exaliado de Lula–, del Partido Democrático Laborista (PDT, por sus siglas en portugués). En todo caso, se viene presentando como la tercera vía a las otras dos opciones y quiere que tener los espacios que, a su juicio, el radicalismo que representan está dejando en el espectro político de Brasil.
Pero la pelea, al fin de cuentas, está entre Bolsonaro y Lula. El líder ultraderechista, un nostálgico de la dictadura militar que gobernó Brasil entre 1964 y 1985, asumió la candidatura durante la convención del Partido Liberal, que reunió a unos 10.000 simpatizantes y en la que también fue confirmado el general de la reserva del Ejército Walter Souza Braga Netto como candidato a vicepresidente.
Y el líder izquierdista, quien va con el aval del Partido de los Trabajadores (PT) y que ya gobernó entre el 2003 y el 2010, superó sus problemas judiciales y se encaminó en una lucha directa por sacar a Bolsonaro del poder.
Incluso, se ha valido de aliados latinoamericanos de izquierda para impulsar su nombre en otras esferas, como es el caso de Gabriel Boric, en Chile, y del electo Gustavo Petro, en Colombia.
“Tenemos una causa: restaurar la soberanía de Brasil”, ha dicho en varios escenarios Lula, quien –de paso– aprovecha la contienda para señalar a Bolsonaro de estar “destruyendo las políticas públicas de millones de brasileños”.
En medio de esta pugnacidad entre los dos más opcionados, las encuestas le dan ventaja al exmandatario. En efecto, el último sondeo de Datafolha de junio mostró a Lula con 47% de intención de voto, seguido por 28% de Bolsonaro. Cerca de Bolsonaro, en tanto, manejan encuestas que muestran al presidente 7 puntos detrás del izquierdista.