Atrás quedaron las pesadillas de la Copa América de Venezuela 2007 y de las eliminatorias para el Mundial de Sudáfrica 2010. El presente le sonríe a Colombia que, con Bolillo Gómez de nuevo en el banco, sueña con la gloria deportiva.
Una nueva generación de futbolistas con roce internacional, acostumbrados a los grandes retos y con el sabor fresco del triunfo por las victorias de sus clubes en las principales ligas del mundo como sucedió con Falcao García, Fredy Guarín (Porto) y Mario Alberto Yepes (Milán), será la encargada de responder a la ilusión de un país que en el pasado gozó con su seleccionado nacional.
Los partidos amistosos de la segunda era de Gómez (tres triunfos, cuatro empates y cuatro derrotas) generaron dudas, pero también alegrías y decepciones pasajeras. Era el comienzo de un nuevo proceso y como tal todo se soportaba. Pero ahora es el momento de la verdad, de mostrar progresos en una competencia oficial, para ratificar que se va por buen camino en la misión de volver a una Copa Mundo.
La primera escala está en Argentina, en la Copa América llena de estrellas y que no perdona, tal como lo reconoce el propio Bolillo al señalar que si no avanza a la segunda fase renunciará.
El rival de hoy (1:30 p.m.) en Jujuy es Costa Rica, invitado especial tras la renuncia de Japón por causa del terremoto reciente. Un adversario joven que en el papel dice poco, pero que en la cancha puede hacer mucho daño.
Luis Amaranto Perea y Mario Yepes son los únicos de esta Selección que jugaron la pasada Copa América en Venezuela. Ambos reconocen que "allá nada salió", pero a la vez intentan contagiar a los demás de optimismo.
Amaranto, consciente de que "el país necesita ganar hace rato algo grande en el fútbol de mayores", es de los que cree que "es necesario comenzar bien" la Copa América ante los ticos.
Para ello, el jugador extranjero con más partidos en la liga española (es del Atlético de Madrid) les recomienda a sus compañeros "no pensar que Costa Rica sea un equipo sub23". En la misma está Yepes, que es el capitán. Para él, la mejor forma de "respetar al rival es haciéndole gran partido y demostrando intenciones de agradar".
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